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Al día siguiente, 9: 30am.

En el castillo de las concubinas.

Karla Gerkan estaba en la sala esperando ansiosamente a su padre mientras sostenía en sus manos una taza de té.

Clac~

Apenas la puerta se abrió e ingresó el Barón Fred Gerkan, ella dejó su taza sobre la mesa y se acercó apresuradamente hacia ese señor.

—¡Papá! ¿Te lo dijo? ¿Aceptaste?, dime por favor que no lo hiciste —decía Karla con su rostro mostrando su inquietud y nerviosismo.

El hombre de cabello oscuro había ido a tener una seria conversación con el Rey sobre el futuro de la segunda concubina Real; exhaló y se dirigió a uno de los asientos.

Él se sentó sobre un sofá individual y Karla lo hizo en el descansa brazos de ese sofá apoyando su mano en el hombro de su querido padre.

—¿Papá, por qué tanto silencio?

—Karla hija. El Rey tiene razón, por tu seguridad es mejor el divorcio, además los beneficios son demasiados, no puedo darme el lujo de rechazarlo.

—¡Pero, papá!

—No lo digas. Sé que me pediste