CAPÍTULO 83: NO DE NUEVO—Mami, ¿por qué nos estamos yendo sin papá? ¿y por qué estás llorando?A pesar de que estoy intentando no demostrarle lo que me pasa a Sofía, los sentimientos me ganan. Tomé el primer vuelo que encontré disponible para Cancún, ni siquiera me ha importado dejar lo de la demanda a medias. Ricardo todavía sigue en Miami, así que lo dejé a cargo de todo eso. No puedo quedarme ni un segundo más en este lugar.De alguna forma sigo en negación, mi corazón se niega a aceptar lo que mi cerebro me repite sin descanso: él se volvió a burlar de mí.—Tenemos que volver a casa, hija. Ha pasado algo con tu abuelito.No quería tener que decirle sobre la muerte de su abuelo, pero prefiero que llore por eso a saber lo que dijo su padre de ella. Se le rompería el corazón en mil pedazos si supiese que Maxwell no la quiere. Ver que va aferrada a ese peluche de pingüino solo hace que mi corazón se estruje aún más haciendo de esto un dolor insoportable.—¿Qué pasó mami?—¿Recuerdas
CAPÍTULO 84: MOVIENDO MIS FICHASMaxwellComo un condenado a muerte, llevo la cuenta de los días que han pasado desde que tuve que romperle el corazón a Hannah. Cada día es una maldit4 tortura, cada segundo que pasa en el que no la tengo a mi lado desgarra mi corazón y destruye mi alma. A veces paso horas mirando dubitativo su número de teléfono en la pantalla, deseando llamarla y acabar con esta gran mentira que me he inventado.Sin embargo, la amenaza del lobo sigue latente. Se enteró a las pocas horas que Hannah se había ido, pero la advertencia sigue en pie, ahora contra mis gemelos.Siento que no puedo protegerlos a todos; estoy cansado de luchar contra la corriente, pero no puedo rendirme, si cualquiera de ellos saliera lastimado por mi culpa, no sé qué haría.—Señor, ¿está seguro de esto? —Francis está a mi lado, mientras observa cómo compro tres boletos de avión para Londres.—Nunca había estado tan seguro de algo en mi vida. Tienes que irte con los gemelos y no puedes volver
CAPÍTULO 85: EL TESTAMENTO DEL ABUELOTengo la mente en blanco. O al menos eso es lo que intento para no pensar en él. Pensé que sería igual que la última vez, pero por alguna razón su traición me duele mil veces más ahora.Es curioso, porque durante cinco años pensé que había dejado de ser la señora Kingsley. Cuando descubrí que eso nunca había dejado de ser, me sentí casada otra vez con él. Como si esos años nunca hubiesen pasado. Sin embargo ahora que realmente estamos divorciados, debería sentirme diferente. La realidad es que no, no siento nada.Ahora mismo estoy en la playa, tomando el sol bajo una sombrilla. Las aguas cristalinas acarician la orilla y se mezclan con la arena blanca. Estoy en el paraíso, pero nada de esto me reconforta, no puedo ser feliz con este vacío en mi pecho.Sofía corre alegre jugando con una pelota y construyendo castillos de arena. No he sido capaz de decirle la verdad y creo que es mejor que por ahora no lo sepa.—¡Mami, mira! —me dice señalando su ca
CAPÍTULO 86: LA ÚLTIMA PELEAMaxwellEl tintineo de los cubiertos sobre los platos es lo único que se escucha en la mesa mientras Clara y yo cenamos. Estas han sido las tres semanas y media más largas de mi vida. Se siente como una eternidad desde que Hannah y mis hijos se fueron. Lo único que me mantiene a flote y evitando caer en la depresión es la idea de que esta noche le pondré punto final a esta maldit4 pesadilla.Clara levanta el rostro ocasionalmente para mirarme y aunque sospecho que quiere decirme algo, no termina por soltar lo que lleva atorado en la garganta. Sinceramente no me importa. Siento tan distantes esos momentos en los que consideré sentir una atracción hacia ella que es como si hubiera ocurrido en otra vida.De verdad intento mantener una fachada de indiferencia, sin embargo, me es difícil cuando todo lo que siento hacia esa mujer es desprecio. Tal vez estoy evocando todos mis sentimientos reprimidos en ella, lo sé. Pero no puedo decir que no se lo merezca.Sient
CAPÍTULO 87: INESPERADOMaxwell—¿Qué estás haciendo aquí? —cuestiono ni bien la policía nos deja a solas.—Creo que soy yo quien debería hacerte esa pregunta, Maxwell.—Hasta donde yo sé, nunca has sido mi abogado, así que no te debo ninguna explicación. Lárgate, no te necesito.—¿Podrías dejar de estar a la defensiva solo por un minuto? Por como veo las cosas, sí que necesitas mi ayuda.—Si has venido a regodearte al verme así, no gracias. Puedes irte. ¡Policía! —llamo en voz alta, pero de la nada, el corre y se sienta a mi lado cubriendo mi boca con su asquerosa mano.—Mira, tú tampoco me caes bien, de hecho, si hubiera querido verte preso simplemente me habría dado media vuelta y ya. No tengo ninguna obligación de ayudarte.—Entonces vete, yo no quiero que te involucres —espeto apartando su mano de mi cara.—No tengo la obligación, pero… siento que te lo debo —murmura con mucho esfuerzo.¿Acaso el golpe que me di en la cabeza me está haciendo alucinar?—¿Qué? ¿Perdiste la memoria
CAPÍTULO 88: FELICIDAD DOLOROSALlevo todo el día bajo las sábanas y sin ánimos de levantarme. Hay días peores que otros, pero este, sin dudas es el peor en mucho tiempo. Los días transcurren tan lentos como una tortura, no soy capaz de sacar de mi mente a Maxwell. A pesar de que he tratado de mantener mi mente ocupada en la empresa o en Sofía; ayudando a mi madre con la fortuna del abuelo; nada de eso es capaz de hacerme olvidarlo.Sofía inició las clases otra vez, así que al menos durante la mañana estoy completamente sola. No sé si eso es bueno o malo, porque por una parte, me permite demostrar mi verdadero estado de ánimo, pero, por el otro lado, con ella al menos intento sobrellevarlo.Recibo una llamada en mi celular, no tengo demasiados ánimos para contestar, pero acabo haciéndolo solo porque se trata de Kendra.—Hola —saludo sin ánimos.—Han, ¿cómo estás?—Bien, hasta donde cabe, ¿y tú?—Bueno, por eso te llamaba, es que… tengo que contarte algo importante y no sé qué vas a pe
CAPÍTULO 89: EL DATO QUE ESPERABAMaxwellQuince días más desde que la redada fue un absoluto fracaso. Quince días buscando como un desquiciado a esos tres miserables. Pero es como si la tierra se los hubiera tragado, no puedo entenderlo.La policía los buscó en todas partes, todos los lugares que les di donde podrían esconderse. Es claro que tienen muchos más contactos o sitios, quizá se fugaron del estado o del país, porque no hay rastro de ellos.Me siento en el sillón de la casa con un intenso dolor de cabeza. No sé cuánto más voy a aguantar esta agonía sin saber de ella, sin poder verla.Francis quedó de llamarme por video y es lo que hago ahora, esperar su llamada.De repente mi celular comienza a sonar, contesto de inmediato esperando ver a mis gemelos, pero solo me recibe ella.—Hola, señor Kingsley.—Hola Francis, ¿cómo estás? ¿Cómo están mis hijos?—Están bien, aunque todavía siguen un poco enfadados con usted. ¡Lucas, Isaac, vengan a saludar a su padre! —exclama.Los niños
CAPÍTULO 90: MI ÚLTIMA OPORTUNIDADClara BeaumontSiento mi corazón desbocado, no sé qué decirle a Maxwell. ¿Cómo demonios se enteró de todo? Lo tengo en frente, confrontándome con este bombardeo de preguntas que no sé responder.¿Lo amo? No podría decir que sí a ciegas. Sin duda siento algo por él, pero eso es lo de menos. Yo tengo que casarme con Maxwell porque…—Clara —habla llamando mi atención. No sé cuánto tiempo llevo en silencio.—Maxwell, ¿quién te dijo todo eso? ¿De dónde sacaste ese nombre?—Confórmate con saber que me sé la historia con lujo de detalles, así que no intentes mentirme.Mis ojos se llenan de lágrimas sinceras, lágrimas que salen de lo profundo de mi alma. Nunca pensé que tendría que decirle la verdad a Maxwell.—Perdóname. Por favor, Maxwell perdóname, yo…—Clara, no te equivoques. No estoy diciéndote esto porque exija una explicación. Los motivos por los que me engañaste hace cinco años están muy claros. Querías casarte conmigo, ese siempre ha sido tu objeti