Parpadeé incrédulo ante lo que John estaba diciendo, recordé al joven que nos había sorprendido esa primera noche en el castillo, recordé la determinación en su mirada infantil y la forma en que parecía travieso por naturaleza.

A pesar de que era alto y musculoso, su mirada juvenil delataba su juventud, lo imaginé solo en la búsqueda de su amigo, y aunque no lo conocía tan bien, mi corazón se hundió.

Recordé la expresión de dolor y desolación de Henry, su hermano.

Y me di cuenta de algo, me quería preguntar algo...

Miré a John, todavía sentado en el suelo, con el rostro hundido en las rodillas.

- ¿John?

Levantó la cabeza para mirarme.

- ¿Qué quería preguntarme Henry?

John desvió su mirada hacia la pared detrás de mí, su mirada parecía estar en trance, así que presioné la pregunta una vez más.

Se levantó bruscamente y se pasó las manos por el pelo con impaciencia.

- Juan, respóndeme. - Insistí.

Se volvió hacia mí y sin ningún sentido gritó:

- ¡Callarse la boca! ¡Déjame en paz!

Casi me