capitulo 26

Nathaniel no pudo evitar la sonrisa de su rostro. Su sonrisa lo hizo sonreír, no, sonrió como un tonto, pero ¿qué era él antes? — Un tonto enamorado.

Después de ver a Angelina correr hacia la orilla del mar, de mala gana dirigió su atención al hombre que tenía delante, inexpresivo, frente a Abel, a quien le costaba tragar.

Este hombre era una cebolla con diferentes capas reservadas para todos. El hombre que tenía la sonrisa más grande antes, luego resopla… Se ha ido, mirándome fijamente, pensó Abel, encogiéndose. Esperaba no llegar a ver su otro lado.

"Prepara la comida y tráela aquí", ordenó Nathaniel, despidiendo a Abel con un movimiento de su mano. Si hubiera sido su ángel el que estuviera aquí, le habría dado las gracias.

Las olas del mar azul agua pulsaban, lamiendo y empapando el suelo mientras el aire salado asaltaba sus dos fosas nasales.

La tranquilidad del mar del corazón lavó como música serena los tímpanos, calmando y calmando el sistema nervioso como si fue