*—Callen:
—¿Cuéntame sobre ese bombón de ojos grises que está pisando tu tienda, Callen?
La mencionada se atragantó con el Gin-tonic que tomaba y miró a su mejor amiga a la cara con mucha confusión.
¿El bombón de ojos grises?
Espera.
¿Cómo diablos sabía de Sebastián?
Anabelle.
Su querida compañera de trabajo y empleada debía de ser la que había informado a Natasha sobre este cuando Callen ni siquiera le había hablado de él. Ahora entendía por qué la insistencia de su amiga para verla en la semana.
No había querido comentarle aún a Natasha sobre Sebastián, pero parecía que estaba tan al tanto que ni bien recibieron sus bebidas, le soltó la pregunta sin ni siquiera trabajar el terreno.
—Es solo el padre de mi emplead
*—Callen:Caer entre las redes de Sebastián Edevane estaba fuera de sus límites. Estaba segura que debía de haber varias mujeres besando el suelo que pisaba, solo que esperaba no convertirse en una más.Para evitar seguir dando vueltas, Callen le contó la versión estructurada de lo que había sucedido el día que Sebastián fue a pedirle ayuda y como gracias a un accidente, este terminó sin camisa, mostrándole su hermoso cuerpo.Natasha chilló de felicidad cuando describió lo que había visto debajo de la camisa de Sebastián, desde su piel como la porcelana hasta sus oscuros tatuajes. Recordarlo le hacía preguntarse a sí misma si tendría más tatuajes en otros lugares, como sus muslos o piernas. No se sorprendería si fuera así, ya se había llevado la sorpresa de saber que un hombre como &eacut
*—Sebastián:Lo había arruinado.Agarró el vaso de cristal y de un largo trago, empujó el líquido ambarino que contenía este en su boca. La sensación de ardor que le provocó el Whisky le hizo toser, pero necesitaba otro. Al dejar el vaso vacío sobre la barra de aquel bar de mala muerte donde estaba ahogando sus penas, le hizo señas al barman para que le trajera otra ronda.Había pasado tiempo desde que se había sentido así, tan patético y tan detestable. No se había odiado así mismo desde que Orlidy lo dejó el día de su boda plantado frente a lo que podría decirse que era un altar improvisado.Maldita sea.No quería pensar en ese episodio de su vida tan patético, pero todo lo que acontecía hoy en día, era producto de aquel error suyo.Su hija lo odiaba y parec&
*—Sebastián:Estaba muy sorprendido al ver quien era la persona que le llamaba.Una sonrisa surcó en su rostro.Era Callen, aquella la mujer que había estado ignorando desde hace dos semanas, pues desde que vio que era una persona feliz y que no debía de agobiarla con su infelicidad, Sebastián se había tomado un descanso. No había querido molestarla con sus problemas ni tampoco inmiscuirse mucho con ella, pero ahora que veía que lo llamaba, no pudo evitar sentirse en paz y un poco feliz, pero su sonrisa murió poco después.¿Por qué lo llamaba?, se preguntó a sí mismo. Callen lo había estado ignorando desde que le envió el mensaje donde le decía que la había cagado. ¿Por qué respondía ahora y no en ese momento?Sintiéndose nervioso, pasó saliva y decidió dejar d
*—Callen:¿Qué había pasado?Bajó la mirada hacia su teléfono, observando el número desconocido al que había llamado hace un rato, un número que ya no era tan desconocido.Una carcajada brotó de lo profundo de Callen y otras más, hasta que estuvo riéndose como loca en aquel banco del jardín donde era celebrada la fiesta de la boda en la que estaba.¡Era tan divertido!Recordando como todo había comenzado con el señor Edevane y como estaba ahora no parecía que estuviese tratando con la misma persona. No entendía qué había cambiado, pero parecía ser para bien, aunque…Callen dejó de sonreír.Había notado un tono extraño en la voz de Sebastián, parecía melancólico, como si estuviese pasando por muchas cosas a la vez y estuv
*—Callen:Sus ojos estaban viendo algo magnifico, algo muy maravilloso.Sebastián estaba detrás del volante del todoterreno y este se veía completamente diferente al Sebastián que había visto antes, se parecía más al tipo de la foto que Natasha le había mostrado cuando salieron juntas. Sebastián llevaba sus gafas esa noche y una chaqueta negra, ambos le hacían verse más joven que cuando vestía de traje. Su cabello negro no estaba echado hacia atrás con gomina, esta vez lo dejaba caer sobre sus sienes despreocupadamente.Callen sonrió y se movió nerviosa al ver lo guapo que se veía Sebastián aquella noche. Se veía muy sexy y Callen tuvo que tomar una bocanada de aire para poder calmarse.—Hola —lo saludó Callen alzando una mano.Vio como Sebastián sonreía con su sonrisa
*—Sebastián:¿Qué estaba haciendo?Se pasó una mano por la cara, sintiéndose como una mierda.Estaba actuando como todo un adolescente. Había suplicado como uno para ver a Callen, irresponsablemente había ido a buscarla cuando sabía que no estaba en sus cabales por completo y luego había devuelto como todo un borracho sobre el porche de su casa y sobre su hermoso vestido.¡Esto era vergonzoso! Algo así nunca le había pasado. Ni siquiera su primera borrachera se acercaba a lo que había pasado. Quería que se lo tragara la tierra.Sebastián hizo una mueca.Solo había querido ver a Callen con muchas urgencias, hablar con ella, pues hacerlo le hacía sentir tranquilo, escuchar su dulce voz le hacía sentir tan bien, pero maldita sea, quizás no debió presionar para verla cuando había
*—Sebastián:Tratar de pensar en querer algo más profundo con Callen no era sano, pero allí estaba deseando demás. Decidió desviar sus pensamientos hacia otra cosa, como su cuerpo medio desnudo.—Siento no ponerme la camiseta que me prestaste, es que no me servía —comentó Sebastián mientras volvía a cruzarse de brazos, ocultando su pecho de Callen, solo para calmarla, porque la chica se veía muy nerviosa.—Veré si consigo otra cosa —dijo Callen poniéndose de pie, pero Sebastián reaccionó rápido, tomándola de la mano otra vez y deteniéndola.—Quédate aquí —le pidió y Callen abrió la boca para replicar, pero Sebastián se adelantó—. Quédate por favor, necesito que hablemos.Callen se vio un poco liada y Sebastián ob
*—Sebastián:No iba a dejarlo ir, así que iba a seguir presionando un poco más. Tenía que saber que era esto que había entre ellos y hasta que no tuviera una respuesta segura de ello, no lo iba a dejar descansar.—Quiero saber que tan nerviosa te pongo, señorita Townsend —le dijo Sebastián manteniéndose alejado, pero deseando tomar sus manos entre las suyas, solo para sentirla cerca, porque parecía que Callen estaba más alejada que antes.Las cejas de Callen se dispararon hacia sus sienes.—¿Ahora soy la señorita Townsend? —preguntó Callen.¿Qué? ¿Le molestaba que le llamara señorita?Paseó la mirada por ella. Quizás Callen había estado casada antes y ahora estaba divorciada. Maldita sea. Quizás ese hombre de antes era su ex esposo. Si tan solo hubier