Sofía entró como todos los días, pero esta vez acompañada por Louis el cual se quedó en la estancia esperando a que ella fuera por el paciente. Se acercó a la puerta de la habitación y tocó un par de veces antes de entrar. Por primera vez estaba iluminada, las cortinas permitían el completo paso de luz y los muebles estaban limpios y ordenados. Ya no olía a melancolía, por el contrario, el aroma de la loción de Adam se había apoderado del lugar.
—Llegaste…
La voz de Adam la hizo saltar. Lo vio salir del baño en su silla de ruedas, portando unos pantalones de mezclilla y el torso descubierto. Su cabello estaba recortado al igual que su barba. Sus ojos azules se veían más iluminados y se clavaron en ella robándole el aliento.
—Vaya cambio —dijo Sofía en un susurro. Las mariposas en su estómago, que creía muertas desde hace cinco años, parecían querer batir las alas y comenzar a revolotear.
—¿Cuál es el plan para hoy? —preguntó Adam apoyándos
—No tienes de qué preocuparte… —dijo Isabella detrás de Pía, tomándola por sorpresa.Pía se encontraba delante del espejo del tocador, acomodando su collar de perlas y sus cabellos. Parecía una muñeca, con un maquillaje y vestido perfectos, viviendo una vida que parecía perfecta al lado del hombre perfecto, pero por dentro, su corazón no bombeaba sangre sino más bien podredumbre.—Adam la sigue amando, lo sé. No me lo dijo, pero lo sé —dijo Pía comenzando a sollozar.—¡Deja de llorar! ¡Odio que llores por todo! ¡No solucionas nada! —exclamó Isabella tomando a Pía del brazo y arrastrándola fuera de la habitación—. Ve con tu hombre y demuéstrale que eres mejor que esa estúpida. ¡Anda!Pía vio con horror a Isabella, pero no reclamó
—Pregúntale a tu amada esposa y a tu querida madre, por qué prefirieron decir que te había abandonado y no que estaba embarazada, porque ambas lo sabían y ambas me dieron la espalda y me trataron como una perra oportunista. —Sofía levantó la mirada hacia las escaleras y vio a Isabella aferrada al barandal con ambas manos mientras Pía se mantenía detrás de ella, como su sombra, angustiada y temerosa—. Ambas prefirieron dejarme en la calle, bajo la nieve, tal vez esperando que mis bebés murieran y que yo desapareciera… —Les ofreció su mejor sonrisa, aunque sus ojos seguían llorando. —¡Maldita mentirosa! ¡¿A eso has venido?! ¡¿A causar caos en mi hogar?! —gritó Isabella furiosa, ansiando por ponerle las manos encima a Sofía. —¿Qué le duele más? ¿El éxito que conseguí sin un solo centavo de esta asquerosa familia o que mis pequeños sean más felices sin ustedes? —Aunque quería reír orgullosa, el dolor seguía palpitando en su garganta y corazón. Bajó la mirada hacia Enzo q
Pía no podía creer que Isabella quisiera engañar así a su propio hijo, pero lo que más la lastimaba era que estaba funcionando, pues la mano de Adam comenzaba a ser gentil.—¿Sofía? —preguntó Adam somnoliento y ebrio—. Sofía… No me vuelvas a dejar, no me abandones, cásate conmigo.Tomó a Pía del rostro con ambas manos y la besó con tanta intensidad que ella comenzó a llorar. Ningún beso había sido tan cargado de sentimiento como ese que le daba creyendo que era Sofía. Podía degustar su anhelo, su melancolía y la esperanza de haber encontrado de nuevo al amor que creyó perdido.Isabella salió de la habitación con la frente en alto y sintiéndose orgullosa, creyendo haber acabado con su trabajo. Creía que le hacía un favor a su hijo cuando solo estaba gustosa de
Adam pasó al lado de Pía sin ganas de voltear a verla. Había días que creía odiarla tanto que quería torcerle el cuello, pero al final, siempre terminaba conservando su relación, como si Pía fuera el premio de consolación que le tocó al perder a Sofía. Cuando cerró la puerta de su cuarto detrás de él, Isabella pudo quitarse la máscara de madre comprensiva y abnegada. —Se parece tanto a su padre —dijo con tono amargo de reproche. —Señora Dupont, ahora ¿qué haremos? Es imposible que esté embarazada. Adam nos descubrirá. —Cálmate, lo tengo todo calculado —respondió Isabella segura de que podría convencer a Adam de que Pía estaba en cinta hasta el día de su boda, después de la luna de miel todo estaría solucionado. Si Adam había podido embarazar a Sofía, no tendría problemas en hacerle un hijo a Pía. Ѻ Pía se asomó a la habitación de Adam como aquella vez, pero no lo encontró ahogado en alcohol, más bien, pensativo, recar
Pía lloraba desconsolada sobre la cama de Isabella mientras esta cepillaba su cabello delante del tocador. Escuchar su llanto se volvía una tortura, creía que eso hacia ver a Pía como una mujer débil y patética. Se levantó y se acercó a la miserable chica que no paraba de gimotear. —Adam me dejará… Me pedirá el divorcio y se irá con Sofía, lo sé… —dijo Pía entre lágrimas mientras Isabella se sentaba a su lado y acariciaba sus suaves cabellos. —Has sido muy tonta, pero no te juzgo. Adam no es tan fácil como Enzo, sacó algo de mi vivacidad y astucia, pero descuida, esa Sofía no nos va a ganar, no se quedará con mi hijo, no se quedará con lo que me pertenece a mí y a mi familia… Pía levantó la mirada hacia su suegra y por un momento vio el fuego creciendo dentro de sus pupilas, ardían en coraje. —…como siempre, deja que yo me encargue. La chica con aspecto de ángel caído solo asintió con la cabeza, sintiendo que su deuda con ese diablo se h
—¿Estás loco? ¿Estás consciente de que puedes morir por un choque neurogénico? El dolor que estás sintiendo es demasiado, puede parar tu corazón —exclamó Sofía horrorizada. —Lo sabría si hubiera ido a clases… Hubiera sabido muchas cosas si hubiera regresado al día siguiente a la escuela… Como por ejemplo que iba a ser padre. Sofía comenzó a inyectar medicamentos en el suero y los espasmos de Adam disminuyeron, lentamente el dolor comenzó a ceder. —Que viejos tiempos, tan dulces… Mientras estuve contigo todo fue maravilloso y todo valía la pena —añadió Adam con una mirada cansada y sincera. —Te pondré algo para que puedas dormir antes de que me vaya… —dijo Sofia, temerosa de la dirección que seguía la conversación. —Cierra la puerta y duerme conmigo una última vez —suplicó Adam con un hilo de voz, temeroso del rechazo. —Adam… No puedo hacer eso… —Sofía se sentó a un lado y acomodó los cabellos adheridos a su frente por
Pareciera que cualquiera podría girar sobre la cama sin mayor problema, pero para alguien que tiene las piernas desconectadas del resto del cuerpo no era tan sencillo. Adam no solo había recuperado la sensibilidad, así como su virilidad, sino que la movilidad también. Sofía acarició sus piernas y noto como, al generarle cosquillas, las movió sutilmente. Aún no estaba del todo recuperado, pero era un hecho que faltaba poco para que lo estuviera. Sonrió emotiva y feliz, el hombre al que amaba volvería a caminar. Cubrió su boca mientras las lágrimas caían por su rostro. Había hecho un gran trabajo y se sentía orgullosa, pero la satisfacción de ver a alguien que se quiere, recuperado, era indescriptible. Sin intenciones de despertarlo, se vistió y recogió todas las cosas de Bennet, guardándolas en el maletín. Quería salir a hurtadillas del cuarto, pero no fue posible. —¿Te irás así? ¿Sin despedirte? —preguntó Adam aún con los ojos cerrados, deteniendo
Bennet no se inmutó con la presencia de Jimena en su auto, mantenía un rostro frío, pero también cargado de dolor.—Buenos días, Tom —saludó Jimena al ver que él no pensaba abrir la boca.—¿Está Sofía en casa? —preguntó con voz oxidada.—No… ¿No debería de estar contigo? —Jimena se asomó al asiento trasero como si ahí pudiera esconderse su amiga.Último capítulo