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Él definitivamente era un dios griego.

La mano de Ashley se elevó para acariciar su cuello antes incluso de abrir los ojos, sus cejas se fruncieron por el dolor y lentamente sus ojos se abrieron, parpadeó una y luego dos veces para ajustar la vista y sus ojos se abrieron un poco al no reconocer el techo.

Tenía un dolor de cabeza agudo y palpitante y su cabeza era como si una montaña la estuviera aplastado.

Una mueca apareció en sus labios cuando trató de moverme. Había tanto dolor en su cuerpo.

Parpadeó hacia el techo, todavía ahogada por el dolor cuando los recuerdos de la noche anterior se precipitaron en su cerebro y una corriente de miedo recorrió su columna vertebral.

Se sentó abruptamente. Su cuerpo estaba en modo completo de lucha y huida mientras miraba histéricamente a su alrededor.

El lobo.

«El gran lobo negro estaba listo para cenar cuando quedó inconsciente. ¿Cómo era que seguía viva? ¿O tal vez es este el cielo?»

La habitación era lo suficientemente grande como para ser un maldito apartamento completo. Había una gran puerta de caoba en el extremo derecho.

Toda la habitación era una combinación de gris y negro que emitía vibraciones oscuras.

No había muchos muebles en la habitación, excepto un gran sofá negro y una gran cama tamaño king en la que ella estaba.

Las sábanas eran de seda y eran tan suaves con un aroma seductor por todas partes.

—¿Estás despierta?

Una voz fría la hizo gritar de horror mientras regresaba a sus sentidos. Sus ojos azules se quedaron boquiabiertos ante él, que estaba casi escondido en las sombras, pero cuando camino haci ella.

Un grito de horror salió de sus labios.

Por un segundo olvidó cómo respirar o incluso toser.

Definitivamente ella estaba en el cielo porque el gigante de un hombre que estaba frente a ella era una definición pura de un Dios griego.

—Respira —una voz profunda, rica pero áspera llegó a sus oídos por lo que su cuerpo se tensó de inmediato.

«¿Por casualidad era un ángel que Dios envió para sus servicios? Si ese es el caso...»

—Toma, bebe esto.

Esa voz profunda volvió a agitar algo en su estómago cuando tomo ese vaso de agua de él.

Sus manos temblaban cuando agarró el vaso con ambas manos y bebió el agua que se sentía tan bien que incluso podía sentirla en su estómago.

El hombre le quitó el vaso una vez que término de beber todo el vaso.

—¿Cómo te llamas? —su voz gruesa era fuerte y profunda con un acento áspero.

Ashley no pudo evitar mirarlo a través de la gruesa cortina de sus pestañas.

Era alto, demasiado alto, probablemente 6'3. Su cuerpo era todo músculos y se veía extremadamente fuerte, incluso sus bíceps se flexionaban a través de su camisa gris oscuro.

Sus ojos se arrastraron lentamente hasta su manzana de Adán y luego a su mandíbula afilada cubierta de una barba recortada.

Labios rosados colocados en línea recta, nariz recta; ligeramente torcido como si se hubiera roto alguna vez y le dio un aspecto tosco.

Sus pómulos altos y luego su respiración se aceleró y su corazón se sacudió cuando sus ojos se encontraron con esos ojos gris plateado suyos que estaban adornados con gruesas pestañas negras oscuras; eso avergonzaría a cualquier chica.

Sus cejas pobladas le daban un aspecto exquisitamente sexy y luego su cabello. Su cabello era de un tono oscuro de un negro seductor, en un corte militar.

Él definitivamente era un dios griego. 

Ella estaba muy segura de ello.

Todavía miró boquiabierta con puro asombro cuando levantó su gruesa ceja con recelo, haciéndole dar cuenta de que le había preguntado algo.

—¿Cómo te llamas? —preguntó de nuevo el y m*****a sea, su voz era agradable.

Que Ashley estaba segura que podía escucharlo hablar todo el día sin ostigarse.

—Ashley — su voz era pequeña y áspera con toda esa sequedad en su garganta.

—Ashley —su nombre salió de su boca como si se sintiera extremadamente íntimo—. ¿Estás herida en alguna parte? No te hice un control exhaustivo. No quería invadir tu privacidad. ¿Solo dime si te duele algo? —preguntó y ella solo pudo parpadear.

—¿N..nombre? —preguntó ella de vuelta.

Las cejas de él se dispararon y luego le sonrió.

—Mi nombre es Damián Black —se presentó y ella no pudo evitar asentir con una suave sonrisa.

La sonrisa la hizo estremecer. Tocó su labio y estaba roto desde la esquina, la sangre estaba coagulada allí.

—Estás herida, no hables mucho —dijo inmediatamente.

—¿E..este p..lugar? —tartamudeó.

—Te encontré en el bosque.

 Tan pronto como esas palabras salieron de sus labios, ella se tensó en su lugar.

—¿T... tú q... qué? —su voz era temblorosa mientras miraba al mismo chico atractivo con una mirada cautelosa en sus ojos.

—Te encontré desmayada en el bosque. Estabas gravemente herida y sangrando. Así que te traje aquí a mi casa y atendí tus heridas —explicó enojado y ella no pudo evitar enloquecer—. Quién diablos te haya lastimado, moriría con mis propias manos —se quejó el en voz baja y ella no lo escucho correctamente.

«¿Adónde se había ido ese lobo? ¿Esto no era el cielo? Por un momento había llegado a pensar que estaba muerta y en el cielo»

Trago saliva.

—E..había un w...lobo... —trató de hablar pero él suavemente inclinó la cabeza confundido y luego sonrió.

—Lo ahuyente... —su voz profunda era tranquilizadora.

Ella lo miro boquiabierta.

¿Cómo diablos podría alejar a un gran lobo vicioso?

Aunque él mismo se ve como una bestia con esos hombros grandes y músculos enormes, pero aun así...

¿Por qué incluso él la salvó? ¿Arriesgó su propia vida por ella?

Ashley trato de moverme y luego notó que su pie izquierdo estaba enyesado temporalmente.

Su mano se disparó mientras revisaba la herida en su frente y también estaba vendada.

Todavía estaba procesando toda la escena cuando Damián caminó hacia ella, sostenía un ungüento.

—Yo p... puedo hacer esto... —trató de hablar.

—Déjame, estás herida.

Damián saco una pequeña cantidad en su dedo.

Se sentó en la cama con la distancia adecuada mientras aplicaba el ungüento en su labio partido.

Ella se estremeció ante el toque mientras él tomaba un fuerte respiro. Incluso sentada, me veía tan pequeña frente a él.

—¿Quien te hizo esto? —preguntó con una voz peligrosa y los  ojos  de Ashley se abrieron al ver una mirada oscura cruzando su rostro. Tragué saliva y mantuvo la boca cerrada.

¿Qué puede simplemente decirle? Estaba demasiada avergonzada como para decirle que su propio padre, la golpeo casi hasta la muerte y que incluso estaba planeando que unos vandalos la violaran.

Podía sentir sus ojos plateados recorriendo los moretones en su rostro.

Sus moretones lo estaban haciendo enojar.

Al sentir lo asustada que estaba, se puso de pie y se movió hacia la mesa de café, le pasó una bandeja de comida y no ella no pudo evitar quedarse boquiabierta ante la deliciosa comida que al menos diez personas podían comer.

Puso la bandeja frente ella.

—Come algo, para que te pueda dar medicamentos —dijo suavemente. Y ella se quedó sin palabras ante ese cariño. Miró la comida y luego a él.

Su padre y madrastra nunca la dejaron comer bien y aquí este hombre desconocido extremadamente guapo estaba ofreciendo una comida tan deliciosa que le dio ganas de llorar.

En silencio tomó la cuchara y comío una pequeña cantidad de pasta deliciosamente cocida.

Aunque quería comer más, su estómago estaba acostumbrado a pequeñas cantidades de comida, así que si comía más podría vomitar.

El la miro todo el tiempo mientras comía, una vez termino tomo la bandeja, le dio unas pastillas.

Ashley lo miró con sospecha.

—No voy a drogarte, Ashley. Estos son analgésicos.

Había diversión en su voz mientras sonreía.  

Sus mejillas se tiñeron de rojo por la vergüenza de que la leyera como un libro abierto.

Se trago esas pastillas con agua.

—Descansa un poco. Estaré fuera de casa, regresare luego —dijo con una cálida sonrisa y salió de la habitación.

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