Sofia preparó un té especial mientras lo servía en dos tazas y caminó hacia la habitación de invitados donde se alojaba Nova. Abrió la puerta y entró con la bandeja, la colocó frente a ellos Draken le sonrió y Nova tomó su mano y la hizo sentarse con ellos.

Después de unos minutos, se levantó para irse, pero Draken la sujetó por la muñeca.

—Ambos deberían pasar un tiempo juntos: Debe haber mucho de qué hablar —susurró Sofia en voz baja mientras salía, no sin antes darle a Draken una sonrisa tranquilizadora.

—¿Quién te hizo esto, mama? —Draken preguntó, mirando la cicatriz en su cuello y ella negó con la cabeza. Su rostro tenía esa mirada de agonía y se obligó a cerrar los ojos

—No importa. Eso fue en el pasado. No hablemos de eso —dijo, sosteniendo sus grandes manos encallecidas mientras las examinaba.

—¿Como viniste aquí? —preguntó.

—Me escape cuando murió mi último dueño. Era viejo pero un hombre amable que solo me compró como su sirvienta. Durante un año viví en las calles —susurró