—¿Draken? —Sofia gritó en voz alta cuando Draken entró corriendo en la habitación con una toalla colgando de su cuello y la otra envuelta alrededor de su torso.—¿Si, princesa? —preguntó suavemente. Su cabello estaba mojado y habla gotas de agua en su cuerpo.—Ven aquí —ella lo empujó más cerca mientras él agarraba la silla y la acercaba a la cama antes de sentarse en ella.—¿Tu mano? —murmuró cuando él colocó su mano grande en la pequeña de ella y ella la colocó suavemente sobre su enorme vientre donde sintió el movimiento y luego el bebé pateó.Los ojos de Draken se abrieron como platos cuando colocó abruptamente su otra mano sobre su vientre y el bebé pateó de nuevo. Dejó escapar una risa feliz antes de colocar su oído en su vientre para escuchar.—¿Qué estás haciendo? —preguntó con una pequeña risita.Draken la ha estado tratando como a una princesa. Él era tan protector con ella. En los últimos meses, ni siquiera la deja levantarse de la cama.Él también la ha estado mimando con
—Angela —dijo Draken secamente y ella lo escudriñó.—¿Qué? —ella preguntó y él entrecerró los ojos hacia ella, imitando sus expresiones.—Devuélveme a mi hijo —replicó él, sus cejas se alzaron y dejó escapar un jadeo dramático.—Estuvo contigo durante dos días, acabo de llegar y no me dejas abrazarlo, ¿eh? No está pasando. No te voy a dar a mi preciado munchkin —exagero Angela y Draken la miró.—Su nombre no es munchkin. Es Nathan —murmuró Draken.Sofia no pudo evitar sonreír. Discutían como hermanos. Nova, que estaba sentada al lado de Sofia, se puso de pie y camino hacia Angela. Agarrando su hombro, ahuecó suavemente su mejilla y los ojos de Draken se suavizaron al instante.Sabía lo que Nova estaba pensando porque Draken había recibido las mismas vibraciones de Angela.—Si mi hija hubiera vivido, debe tener la misma edad que tú —dijo Nova y Angela la miró con los ojos muy abiertos mientras Draken le pasaba una sonrisa.—Puedes considerarme tu hija, tia. Ya tengo dos hermanos mayore
—¿Luna? ¿Puedo tomar esta llamada? Es urgente —dijo Solomon y Sofía asintió con la cabeza, lo que vio a través del espejo retrovisor.Sofia queria comprar un vestido nuevo para la cena de esta noche, así que decidió ir a la boutique cercana en el paquete. Han pasado tres meses desde el nacimiento de Nathan, por lo que Nova ha invitado a todos a cenar.Solomon salió del auto mientras decía: —Lo siento, bebé.Sofia reprimió una sonrisa. Debe ser una llamada de su novia o de su pareja. Por eso parecía tan nervioso.Llamo a Draken y el respondió a la tercera llamada. —Nathan no te está dando un momento difícil, ¿verdad? —ella pregunto.—Bebé, hizo caca. Lo limpié, luego nos bañamos y ahora lo estoy vistiendo —dijo y ella pudo notar por su voz que sostenía el teléfono entre la oreja y el hombro.—Nat, deja de retorcerte —le dijo a Nathan y ella pudo imaginarlo cambiando el pañal del bebé, lo que la hizo reír.Ella especialmente amaba mucho esto. Sabía que a Draken le encantaban los niños,
—Alla, encontramos a esta mujer en una de nuestras bases, dijo que la conocías —dijo uno de los chicos mientras Alonso se movía en el sofá.—Yo, perra, irrumpiría en una base diciendo que me conoce y ustedes, cabrones, la traerán a mi escondite —les gruñó cuando retrocedieron.—A. Alpha, s ella dijo que es la madre de Draken —dijo el chico y Alonso levantó la cabeza para mirar al hombre.—¿Qué? —ladró y el hombre asintió con la cabeza.—Si, Alpha. Ella me dijo que su nombre es Adele —le informó el chico y Alonso frunció el ceño.—Tráela adentro —ordenó mientras salía y unos minutos después entró sosteniendo el brazo de una mujer que lo miraba fijamente.—¿Qué quieres, mujer? —reguntó bruscamente.¿Por qué estaba ella aquí? Lo último que escuchó fue que ella estaba en la seguridad del castillo. El rey la echó.—Estoy aquí para ofrecerte un trato —dijo, tirando de su brazo fuera del agarre de ese hombre.Alonso la miró con calma. No podía esperar nada bueno de una mujer. Odiaba a las mu
Prólogo. El crujido de los tacones sobre el elegante suelo de mármol resonó en la habitación. Una figura delicada entró en su línea de visión. La comisura de sus labios se curvó en una sonrisa diabólica. Llevaba un vestido sexy que se pegaba a su cuerpo como una segunda piel. Su piel polvorienta color caramelo brillaba bajo las luces mientras esos ojos color avellana se clavaban en el lienzo de jade. —Finalmente decidiste honrarme con tu presencia —dijo en ese tono profundo. Sus ojos recorrieron su cuerpo de la cabeza a los pies como si tuviera todo el derecho a hacerlo. —Ojos aquí arriba —su voz suave estaba desprovista de cualquier emoción. Rasmus la observó en un silencio tranquilizador mientras Silvia se acercaba un paso más; sus dedos se cernieron sobre su hombro mientras se deslizaban hacia su pecho. Sólo un toque ligero, pero se tensó. Silvia no se detuvo allí. Una sonrisa revoloteó a través de sus alas rojas mientras dejaba que sus manos se deslizaran por su robusto pec
—Abre la boca, Silvia.El mar sonrió. Su voz envió escalofríos crepitantes por su espalda mientras intentaba escapar.Pero no importaba cuánto lo intentara, no podía moverse. Estaba atada boca abajo. Su cabello caía en cascada y la sangre se precipitaba hacia su cabeza. Mientras las cuerdas negras se clavaban en su piel.Sus ojos estaban nublados, su cabeza mareada mientras apartaba su rostro del agarre del hombre.Volvió bruscamente su rostro a su lugar. Obligando su pulgar en su boca.—Tus luchas son deliciosas —reflexionó, acariciando su lengua mientras ella mordía su pulgar con fuerza para que él retirara su mano, mirándola con el ceño fruncido.—No te gusta mi amabilidad, ¿verdad? —él se burló, cortando las cuerdas cuando su cuerpo cayó al suelo en un ángulo anormal mientras el dolor la atravesaba.Agarrando su tobillo, tiró de ella hacia el centro de la habitación mientras ella gritaba y suplicaba ayuda.Ese monstruo de ojos azules le sonrió siniestramente. —Tranquila, paloma. T
—¿Por qué te fuiste sin mi permiso? —el gruñó. Voz afilada como una espada. —No estoy obligada a tomar tu permiso —espetó ella parándose derecha, apartando su mano. Ella lo miró fijamente a los ojos mientras sus narices casi se tocaban. Tuvo que estirar el cuello para mirarlo mientras él se cernía sobre ella, mirándola con rabia. —Primero, irrumpiste en m... mi casa buscando a Samanta y c... cuando no tenías otra opción. Me arrastraste al hospital sabiendo muy bien que no puedo controlar mi magia —espetó enojada. Sus ojos se entrecerraron en advertencia. —Pero terminaste salvándolo. Solo los expertos en magia pueden hacer eso —dijo con voz áspera. —Muévete —dijo con los dientes apretados. Estaba demasiado cerca. Sus ojos se abrieron cuando se estremeció cuando él dio un paso más cerca acercándose a su espacio personal. Su cuerpo estaba a solo una pulgada de tocar el de ella mientras sus hombros estaban encorvados. —Hazme dijo. A ella no le gustaba ni un poco. Ella estaba tan en
—¡Esa bruja! —retumbó fríamente pateando la enorme piedra causando que salpique en el agua.Fue por ella que tuvo que tomar un taxi desde el hospital antes. Y ese maldito conductor lo dejó caer en la carretera, diciendo que no puede ir a ninguna parte.No hubo malditas señales. Tuvo que caminar de pie por un tiempo antes de tragarse su orgullo y pedirle a alguien que lo llevara. El hombre que se sintió humillado sentado en un simple taxi tuvo que pedir un aventón. Es una pena. Su Mustang debe estar muy decepcionado con él. Todo fue por culpa de esa bruja de ojos color avellana. Ni siquiera podía moverse en esa área debido a los cazadores de lobos en el bosque.Él le habría enseñado una lección apropiada. Pero, ¿dónde diablos desapareció? Vio los relucientes bordes dorados del portal en la profundidad del estanque. Este portal mágico suyo lo estaba irritando en gran medida.¿Por qué estaba llorando y jugando esa inocente carta suya? ¿Pensó que podría engañarlo como todos los demás? Eso