Promesa

Por un segundo le zumbaron los oídos y no pudo oír nada. El entumecimiento lo consumió mientras la miraba sin parpadear.

Quedó congelado en el acto. Su barbilla tembló y el corazón de ella se le subió a la boca. Las lágrimas llenaron sus tonos jade y una lágrima grande y gorda traicionó su control y se deslizó por su ojo.

—No te dejaré —dijo y fue entonces cuando se dio cuenta de que no era su alucinación.

Él la escuchó. Su corazón latía muy rápido. Rasmus no pudo controlar sus emociones. Otra lágrima resbaló por su mejilla.

Se sentó en el suelo con la cabeza gacha. Él estaba llorando.

Sus labios temblaron cuando se movió y se agachó cerca de él, acariciando su mejilla, pero él bajó aún más la cabeza. Pudo ver grandes lágrimas de cristal cayendo al suelo.

—Rasmus —susurró su nombre como si le doliera verlo así.

Silvia le tomó la mejilla y le obligó a levantar la cara, pero él se negó a levantar los ojos. El dolor en su corazón se intensificó al ver sus ojos rojos y llorosos.

Ella lo
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