Ella era un enigma-

Rasmus se sentó junto a la cama en el sillón mirándola en silencio. Estaba profundamente dormida. Su pecho subía y bajaba al ritmo suave de su respiración. No había ninguna expresión fría en su rostro. Esos ojos que parecían vacíos estaban cerrados. Parecía tan inocente y pacífica.

Rasmus se reclinó en la silla. Después de mucho tiempo sintió que su corazón estaba en paz.

Su mirada se detuvo en las cicatrices de su cara y cuello. La imagen de ella atada con cuerdas y cubierta de cicatrices ensangrentadas le rasgó la cabeza y volvieron las ganas de matar a Armando. Sólo si pudiera mantener vivo a ese cabrón.

Rasmus lo habría matado de millones de maneras diferentes todos los días y aún así no lo dejará morir.

La suave intensidad de su mirada recorrió su rostro. Sus largas pestañas negras cubrían sus mejillas. Sus labios secos estaban entreabiertos mientras respiraba superficialmente. Su cabello formaba una nube negra sobre la almohada.

Parecía tan delicada y frágil que el intenso senti
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