Capítulo 70

No duermo mucho, extrañamente consciente de que Sebastián está tirado en el suelo junto a mi cama. Puedo escuchar cada respiración y cada leve ronquido, y es imposible quedarme dormida sabiendo que él está ahí.

Con esos pantalones deportivos grises.

Una vez que el sol de la mañana comienza a colarse por las cortinas, me rindo, me levanto de la cama y bajo las escaleras. Mi mamá ya está sentada a la mesa del comedor, envuelta en la bata azul aciano que usa desde que yo era niña.

—Te levantaste temprano—, dice, levantándose ya para servirme un café.

—Puedo conseguirlo—, le digo, empujándola suavemente hacia su asiento.

—Quieres decir que no quieres que lo contamine con crema y azúcar.

Yo sonrío. Mi mamá dice ser una gran bebedora de café, pero con todos sus jarabes y azúcar, podría abrir un Starbucks.

—Lamento lo de Stefano anoche—, me aventuro, luchando con la nueva y elegante máquina de café. —Estaba... nervioso por conocerte y creo que se dejó llevar.

Mamá se ríe.

—No necesitas disc
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