Me despertó un ruidoso golpe en la puerta, arrancándome de un sueño en el que corría por un bosque cubierto de piel. Con un gruñido, la visión del sueño se desvaneció tan rápido como había aparecido; sabía lo que representaba ese sueño, pero una vez que mis ojos se abrieron, ya no podría retener la imagen.

Siempre había sido mi sueño más querido y lo había tenido con frecuencia, pero era un sueño que nunca esperaba hacer realidad.

Mi brazo se deslizó instintivamente sobre la cama, buscando el calor de aquel cuerpo que me había abrazado bajo el cobijo de la noche. Antes de que él se uniera a mí, me despertaba cada pocos minutos, en un ritual nocturno de insomnio, pero una vez en sus brazos, me sumergí en el sueño más profundo de mi vida. Fue extraño, pero en él encontraba un consuelo que aún no entendía, especialmente considerando que era aún un desconocido para mí.

La ausencia de su presencia me sacudió de mi ensueño, miré hacia un lado y el vacío en la cama fue palpable. La sabana est