Julia encontró un pretexto ideal para ausencias de Aria xD. ¡Muchas gracias por leer la historia! Si te está gustando no te olvides de comentar, votar y dejar tu reseña.
Aria —¿Me mandaste llamar? —le pregunto a Ethan al entrar en el despacho. Él asiente y le sonríe antes de voltear su laptop hacia mí. —Mira, este me ha gustado mucho. Tiene un parque justo abajo y está cercado. Solo los inquilinos tienen acceso por seguridad.—Guau —digo sorprendida—. Es hermoso,
Aria Tener que prometer a tres niños tristes que mamá regresará pronto es algo demasiado duro para mí, pero logro hacerlo y me subo en la camioneta en donde Kai me va a transportar. Todavía tengo mucho sueño, pues no soy una de esas personas que puedan funcionar levantándose a las tres de la mañan
Aria No pongo demasiada objeción para ir a esa oficina en el piso catorce, pero dentro del ascensor aprieto los puños por la rabia que siento. Tan solo espero que dentro de la oficina esté alguien más, incluso su esposa. Si eso sucede, yo con gusto vuelvo a servirles el vino como aquella vez en la
Alec Al regresar a mi asiento, la impotencia me aplasta como si fuese una pesada roca. Se supone que debí mantener las distancias al menos algunos días y sorprenderla con la guardia baja, pero lo único que conseguí al verla marcharse fue desesperarme y reiterarle que ella es mía, que nunca va a dej
Aria Los proyectos que Alec me presenta me parecen muy buenos, pero no me convencen del todo. No obstante, no se lo hago saber de inmediato, sino que sigo inmersa en la lectura de los documentos hasta que llego a un centro de educación para niños de cualquier clase social y en donde puedan explotar
Ethan Por más que intento explicarle a Juliett, que fue la pobre desdichada que escuchó el grito de Alec, no puedo convencerla de que su madre no trabaja para un señor monstruo. ¿Cómo hacer entender a una pequeña de dos años eso? Es imposible. —Quiero a mami —solloza, todavía asustada. Jack y Al
No puedo evitar sonreír. Yo sé que tanto él como Aria me aceptan por completo como soy y que me aman, pero escucharlo siempre me pone de buenas. Al fin tengo una familia y no puedo perderla. —Tú también eres mi hermano, completo, ricitos de oro. —¡Imbécil! —me grita y me da un puñetazo leve en el
Aria Después de aquel desagradable momento, intento salir corriendo de la oficina, pero Alec me detiene por el brazo. —Vamos a almorzar juntos hoy —me advierte. —No, preferiría que no —contesto—. Esto…—¿Te asusta que todavía lo tenga? —me pregunta con una tranquilidad abrumadora. —He de admitir