El lunes amaneció con todos los miembros de la familia batallando por levantarse, había colegio y trabajo, Madeleine, finalmente retornaría al trabajo, luego de un largo período de reposo, Renán estaba feliz porque podía ir con ella a la aerolínea cada día.
Ya puestos, cada uno asumió su responsabilidad de arreglarse para atender sus deberes, así se despidieron en la puerta de la casa, los niños subieron al transporte que los llevaba al colegio y ellos abordaron su automóvil para ser conducidos al edificio de Aerolíneas Viteri.
Hora y media después de ingresar a su oficina, Renán recibió una llamada de su secretaria Dina.
–Buenos días señor Viteri.
–Buenos días Dina, &ique
Pasados los primeros minutos de presentaciones, reconocimientos y abrazos cálidos, el señor Ben Gleason le pidió a una de las empleadas que llevara a los niños a merendar, mientras él trataba otros asuntos con Renán y Maddy. –Lo primero que haré es agradecerles por traerme a los niños, me sentí renovado al tenerlos en mis brazos, se parecen mucho a su madre cuando tenía su edad, debo decir, y eso me encanta. –Bueno, queríamos cumplir con su deseo de conocerlos, pero tengo entendido que usted quiere tratar algo más, ¿podría informarnos por favor? –Debo confesarle que lo investigué un poco, simplemente quería asegurarme de la clase de homb
Alberto había creado un chat grupal para comunicarse con Fernanda y que los enterara de cualquier novedad de Edison, al momento de recibir el mensaje de Fernanda se encontraba en la sala de juntas, cerca de Román, sonrió al leer lo que ella le comunicaba, llamando la atención de su amigo. –¿Qué pasa? –preguntó Román.Alberto por toda respuesta le pasó su teléfono para que leyera el mensaje:FERNANDA: Hola señor Alberto, le hice un sancocho suculento al señor Edison y se lo comió todo, estoy super contenta, ahorita le estoy haciendo una gelatina, después le echo el cuento completo si se la come. –¿Qué es eso de un sancocho suculento? –preguntó Román.&nb
La entrada al hospital infantil fue un poco caótica, Renán llevaba en sus brazos a Bayron y a Gerald, mientras Maddy avanzaba delante de él con Justin cargado quien se retorcía del dolor. –El doctor Robinson por favor –solicitó Maddy llegando al puesto de enfermería. –Señora Lawson, ¿qué pasa con los niños? –preguntó una enfermera reconociéndola. –Se quejan de dolor de estómago. –Tráigalos por aquí, ya le aviso al doctor.Los condujeron a un cubículo donde rápidamente acomodaron tres camillas para acostarlos y esperar al doctor, que
Román y Alberto estaban cenando con los clientes que atendieron en la reunión en nombre de Renán, cuando recibieron la notificación de Randy Viteri sobre la situación de los trillizos, le enviaron mensajes a su amigo y acordaron visitarlo a la mañana siguiente.Estaban por despedirse cuando ambos revisaron al mismo tiempo su teléfono con la notificación de un mensaje por parte de la cuidadora de Edison:FERNANDA: Segunda papa resuelta, feliz noche. –¿Y eso que significa? –cuestionó Román. –Entiendo que se comió dos papas y debe haber querido decir rellenas en lugar de resueltas –aclaró Alberto. –No sé porque
En otro lado de la ciudad, Román llegaba a su edificio, deseando estar en la misma posición de Alberto y tener ya una fecha para unirse en matrimonio a Sienna, pero su relación con ella era una montaña rusa, debía tener mucho cuidado de lo que decía y cómo lo hacía, ya que ella era extremadamente sensible con respecto a su figura, aunque había notado que era con él que se comportaba así, con terceros era valiente y desafiante.Estaba enamorado, sabía que ella era la mujer de su vida, por eso su empeño en demostrarle que todo lo que le decía salía de su corazón, nacía en sus sentimientos y era permanente.Ella en un arranque de sinceridad e influenciada por unas cuantas copas de vino, le había confesado sus temores, sus tristes recuerdos de cuando era estudiante y la agria actitud de su madre contra ella, ese día lo besó como nunca
Unos tímidos vestigios de luz entraban por la ventana de la habitación cuando llegaron seis enfermeras y se posicionaron de a dos en cada cama de los trillizos.Renán y Maddy despertaron al mismo tiempo sobresaltados por el ruido y las conversaciones. –¿Por qué tienen que entrar siempre de madrugada y haciendo ruido? –protestó Renán, creyó que para sí mismo, pero fue escuchado. –Porque estamos entregando la guardia y esta comienza a las seis de la mañana –respondió una de las enfermeras de mala gana–, igual el acompañante del paciente no es que venga a un hotel a descansar.Maddy sujetó la mano de Renán porque presintió que esa enfermera estaba dictando su sentencia de despido, él la
El abuelo Gleason los encontró recogiendo las cosas de los pequeños: –¿Qué está pasando? ¿Ya se van? –Sí, señor Gleason, evolucionaron mejor de lo esperado, sus resultados fueron excelentes y no es necesario que permanezcan más tiempo aquí, su pediatra acaba de darme el tratamiento ambulatorio, nos vamos a la casa –respondió Maddy muy contenta. –Ah, pues me alegro mucho entonces. –¿El abuelo puede ir a nuestra casa? –preguntó Justin. –Sí, por supuesto –contestó Renán.Maddy continuó empacando y revisando que tuvieran todas sus cosas, cuando Román llamó a su socio y amigo: –Buenos días jefecito, ¿cómo están los niños? –Ya están de alta médica, nos vamos a casa. –Excelente noticia, pero, ¿seguro están bien?, el médico había dicho que los observaría por veinticuatro horas. –Él es su pediatra regular, por eso Maddy lo solicitó cuando llegamos, el tratamiento que les aplicó fue muy e
Al llegar a casa Deyanira los esperaba con un gran cartel de bienvenida, los niños de inmediato, preguntaron por Liseth: –Ella quiso ir a clase para tomar notas y que ustedes no se perdieran de nada. –Muy buena idea, yo estaba un poquito preocupado por faltar a clases –confió Gerald. –Yo no –exclamó Bayron despreocupado. –Me reservo mi respuesta –señaló Justin y todos rieron.En un aparte Maddy le contó a Deyanira sobre la petición de Kelsey sobre sus damas de honor, agregando que posiblemente faltaba todavía uno o dos caballeros para el cortejo y que le había pedido que le avisara si se le ocurría algún candidato apuesto. –Richard –exclamó Deyanira de repente. –¿Cuál Richard? –quiso saber Maddy. –Tu fisioterapeuta. –Ah…, ¿se llama Richard? –Ay qué pedante, claro como ya le tenías el ojo puesto al bombón Viteri, no veías para los lados. Pues, déjame decirte que Richard Reiner es