Echó la cabeza hacia atrás apoyándose en el espaldar del asiento, esperando a que su corazón retomara un ritmo normal, no le fue posible formarse una imagen de Diane Stuart, aun cuando había visto su foto detenidamente, no estaba registrada en su mente, trataba de justificar su olvido con el hecho de que había sido sexo de una noche.
Con el terrible descuido de no haber usado protección, tal vez por el hecho de que nunca se imaginó que la iba a necesitar justo el día de su boda, también la influencia del alcohol en su sistema aunado al dolor que atenazaba su cerebro contribuyó a que sus acciones no estuvieran revestidas de su habitual conducta cuidadosa, precavida y razonable.
Pensó en Madeleine Lawson, una joven menor de veinte años con semejante responsabilidad, criar tres niños, sola, sin apoyo económico ni emocional; eso sí lo hacía sentir mal, a e
Renán cerró la llamada sin esperar respuesta de su abuelo y se adelantó para darle la mano a Maddy y ayudarla a ingresar al vehículo que seleccionó de su lujosa colección para ese día, un Rolls-Royce color beige y vino tinto, conducido por su chofer de siempre, pero que ese día vestía de esmoquin. –Buenos días –saludó al estar frente a ella–, ¿puedo decirte lo hermosa que luces? –Sí, puede hacerlo –respondió con frialdad. –En menos de una hora serás mi esposa, ¿seguirás tratándome así? –Lo pensaré.Ren&aacu
El resto del trayecto lo hicieron en silencio, pero, de nuevo, cada uno estaba sintiendo comodidad al lado del otro. Al llegar a la casa del lago se llevaron una grata sorpresa y recibieron una ruidosa bienvenida: –¡Vivan los novios! –gritó Alberto y les lanzó pétalos de flores. –¡Felicidades parejita! –manifestó Román. –¡Felicitaciones hermano, bienvenida cuñada! –expresó Paula Daniela.Renán los miraba a todos interrogantes hasta que lo entendieron. –El abuelo nos invitó –se excusó Alberto. 
Paula Daniela se acercó a Madeleine le dio un estrecho abrazo reconfortante, al mismo tiempo que le ofrecía su apoyo contra su madre y pedía disculpas por su desacertado proceder, tenía lágrimas en sus ojos cuando le dijo que la mejor noticia que había recibido era que los adorables trillizos son hijos de su hermano.A ellas llegaron Sienna y Kelsey para chocar sus copas con ella, también se les unió Deyanira, que le dijo: –Esas palabras del señor Viteri fueron muy emotivas, ¿algo pasó mientras yo llegaba hasta aquí? –Lo que pasó fue que la mamá de Renán se apareció despotricando como siempre, exigió que se anulara el matrimonio y terminó amenazando a su hijo con destituirlo de la empresa porque
Terminaron el baile y seguidamente la banda tocó una muy movida, a la pareja se unieron los trillizos, así que bailaron animadamente los cuatro, Maddy observaba de reojo a Renán ya que, tanto con la canción lenta como en ese momento, estaba demostrando que tenía muy buen ritmo musical y eso le atraía.Por su parte, él tenía la misma buena impresión sobre su esposa, al bailar con ella le resultó muy fácil conducirla, sentir el movimiento de la cintura y caderas de Maddy contra su cuerpo fue una dura prueba de resistencia, su mente se iba a sitios oscuros imaginándose a solas con ella, disfrutando de su vaivén sin que la ropa se interpusiera.Ahora estaban rodeados de los invitados, el abuelo Amadeo bailaba con Deyanira y Ernesto con la pequeña Liseth, Alberto y Román con sus respectivas parejas invitadas, Paula Daniela compartía a su esposo Víctor Hugo
Madeleine lloraba en silencio viendo aún el humo que desprendía su casa y repasaba mentalmente todo lo que había allí adentro y que ahora estaba totalmente quemado.Las llamas se propagaron rápidamente –comentó una persona–, porque yo iba pasando y vi humo saliendo de una ventana, toqué varias veces a la puerta y cuando no me atendieron, llamé al 911, no tardaron mucho tiempo en llegar, sin embargo, ya el fuego había crecido. –¿Usted avisó? –le interrogó Román. –Sí, toqué alarmado porque sabía que en esa casa vivían niños, a veces los veo los domingos en el jardín, yo vivo unas dos cuadras más adelante.
Paula Daniela reconoció el fracaso en su intento de hacer razonar a su madre, así que, luego de mirarla con lástima, giró sobre sus talones y salió del salón, no pudo evitar llorar de decepción y rabia por la intransigencia de Bianca Viteri.Cuando se encontró con su padre en la calle, se arrojó a sus brazos y sollozó: –¿Qué te dijo tu madre mi amor? –Nada nuevo papá, sigue siendo el monstruo de siempre.Víctor Hugo masajeó suavemente su espalda mientras aun estaba abrazada a su padre, él acababa de conversar con su suegro con quien se encontraba algunas veces en secreto para que compartiera con su nieta, ya que tanto Paula Daniela como él evitaban cualquier contacto de la niña con su abu
El beso se fue intensificando y cada uno tenía voces en su cabeza dictándole que debía parar, sin embargo, la razón no tenía cabida en lo que estaba ocurriendo entre ellos.Maddy sentía en su interior un fuego tan abrasador como el que había consumido su casa y se decía: “Debo parar, pero no quiero.”Se estaba dejando llevar, el hombre que la estrechaba contra él la molestaba y fascinaba en partes iguales, pero no podía negar que estaba cumpliendo su promesa de apoyarla. “También te dijo que no eras su tipo y que nunca se enamoraría de ti –le dijo una vocecita en tono de reproche. Cierto –le respondió&ndas
Todavía no recobrábamos el ritmo normal de nuestras respiraciones y yo mantenía los ojos cerrados, pero sentí su ausencia cuando se levantó de la cama, me dieron muchas ganas de llorar, porque pensé que eso había sido todo, cedí, me entregué y una vez satisfecho, se va, como siempre, como cuando me besa, el escozor de mis ojos me avisó que las lágrimas pugnaban por derramarse.De pronto, algo rozó mi vientre, abrí los ojos y allí estaba él, todavía su piel brillaba por el sudor, pero se encontraba concentrado limpiando mi abdomen con una toalla húmeda, lo miré y él también fijó sus ojos en mí, sonrió levemente antes de decirme: –Perdón por este desastre, pero no hemos hablado si queremos más hijos de una vez y no me sent&iacu