Alberto llegó a su espacio privado y cerró la puerta, tomó su teléfono dispuesto a responder el mensaje que había recibido y que esperaba ansioso. Cuando estaba en casa se comunicaba con la “joven de la escalera” por mensajes ya que, por instinto, protegía su relación con ella de su madre, aunque a veces se reclamaba ser tan desconfiado, la reciente conversación con su progenitora le daba algo de razón para continuar así.Kelsey: Ya estoy en casa, todo bien.Alberto: Me alegro mucho, ¿cómo estuvo la clase?Kelsey: Como siempre interesante y yo tratando de absorber todas las indicaciones de los profesores.Alberto: Mañana estaré bastante ocupado durante el día, pero podré buscarte al salir de tu trabajo.Kelsey
Ya en tierra firme y antes de subir al automóvil que los llevaría a la casa donde comenzarían su nueva vida juntos, llamó a su madre para informarle que acababa de aterrizar y que se verían muy pronto.La siguiente llamada fue en conferencia para sus amigos Román y Renán: –Señor Cordis –saludó Román–, bienvenido de vuelta. –Jode que estás en la edad –respondió Alberto, riendo. –Amigo, pregunta obligada –intervino Renán– ¿nos vemos mañana? –Les confirmo luego amigos, porque no lo he coordinado con mi
Los padres de Edison lo salvaron del interrogatorio al que iban a someterlo sus hermanos y cuñados, el señor Pejafiel les pidió ayuda para colocar unas luces y organizar una gran mesa en el porche y así ocupar el espacio para la cena de ese día, aprovecharían que la temperatura, aunque fría, sería tolerable para las damas presentes.Los hombres se dedicaron a seguir las instrucciones del jefe de familia, mientras la madre de Edison se unió a sus hijas y a la invitada del día, ya que así consideraba a Fernanda. –Hola chicas, ¿qué hacen? –preguntó la señora al llegar al rincón donde sus hijas tenían acorralada a Fernanda. –Aquí mami, pidiéndole todos sus
Román y Sienna llegaron a Montana a muy buena hora, pero el frío era muy intenso, por lo que ambos descendieron del vehículo que los trasladó desde el aeropuerto, muy bien abrigados. –¿Estás bien? –preguntó solícito Román a Sienna al verla frotarse las manos enguantadas. –Se me va a congelar el cerebro aquí, y yo decía que en Seattle hacía frío, qué ingenua –comentó riendo. –Ven, entremos a la casa. –Desde aquí se ve preciosa. –Gracias, mi madre es la encargada de las
Alberto abrió la puerta de la casa sujetando fuertemente la mano de su esposa Kelsey, quien había sido presa de los nervios, inesperadamente. Él la miró con una gran sonrisa y depositó un beso en su sien, justo antes de girar el pomo de la puerta; entraron y la primera en salir a saludar fue Helen, su nana. –Mi niño, bienvenido, hola mi niña, ¿cómo estuvo su viaje? –Maravilloso señora Helen, muchas gracias. –Me alegro mucho. –Hola hijo –saludó Colomba Eloísa desde lo alto de la escalera–, te esperaba un poco más tarde.
En la casa del lago no había mucho espacio, la misma estaba abarrotada de gente, pero eso le causaba mucha felicidad a los cuatrillizos ancianos, quienes adoraban estar rodeados de familia, especialmente Aurelio que era el organizador oficial de los eventos, así como Amadeo quien sonreía ampliamente viendo a su hijo y a toda su descendencia.El único punto discordante fue la hermana menor del padre de Madeleine, Mía, quien en un momento que hablaron del embarazo, repitió su discurso sobre la inconveniencia de traer niños al mundo, lo que fue rebatido efusivamente por todos los asistentes a la reunión, así que no le quedó más opción que morderse la lengua. –¿Qué le pasa a esa señora? –cuestionaba Renán. &ndash
Cuando Renán y Maddy se estaban despidiendo para acudir a la cita médica de Obstetricia, Randy se acercó lentamente a su hijo, abrió los brazos y al tener a su hijo entre ellos le dijo: –Hijo, estos pocos días me han dejado ver lo afortunado que soy, no había valorado lo que es la familia hasta ahora, quiero prometerte que el tiempo que me quede voy a dedicarlo, cada día, a decirte lo mucho que lamento no haber sido el padre que merecías. –Papá, el tiempo que te quede y espero que sea mucho, debes dedicarlo a disfrutar de tu familia, no te lamentes cada día porque le vas a restar oportunidad a la felicidad. –Gracias hijo, eres el mejor.Renán solo sonrió y l
Ese mismo día y con la facilidad de improvisación que tenía el tío Aurelio para organizar eventos, preparó una fiesta de princesas para Liseth, quien estuvo maravillada con todo, fue un buen día para ella y para Deyanira, quien veía a su hija emocionada con los detalles de su celebración de cumpleaños.Richard asistió con una gran caja que entusiasmó mucho a Liseth y al abrirla gritó de alegría, ya que era la casa de muñecas más grande que hubiera visto, por fin el pretendiente de su madre se ganaba una sonrisa de la pequeña, quien, además, le dio un beso en la mejilla como agradecimiento.Deyanira se acercó a él para decirle: –Gracias Richard, has hecho muy feliz a mi pequeña. &n