Afuera de la habitación de Evelyn, los poderosos hombres todavía seguían discutiendo la posibilidad de dejar vivir a Santiago, los negocios, la amistad y el haberlo visto crecer, era difícil dejar de lado, pero también debían considerar si seguiría siendo un peligro para Evelyn

— Princesa, tu padre, el señor Ferreti, está allá afuera, sé que quiere verte, así que saldré un momento para que él pueda venir a hablarte — el mafioso ruso, besó los nudillos de las manos de su amada mafiosa y salió en busca de su suegro

Señor Ferreti, Evelyn, lo está esperando, ella al parecer se encontra estable

— Entraré entonces — el capo peligroso recorrió unos pasillos hasta dar con la habitación de su hija, Evelyn, apenas lo vió, se emocionó hasta las lágrimas

— No llores princesa, le puede hacer daño al bebé, ahorita lo debemos de cuidar mucho, dime ¿cómo te sientes? ¿te duele la barriga?

— No, ya no me duele, lo que quiero es salir de aquí y regresar a mi casa, si no hubiera sido por el susto que me