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¿Quién es Sandy?

CAPÍTULO 2

 Sandy llegó a su departamento, al entrar se recargo en la puerta. La verdad se sentía muy ansiosa, se fijó muy bien en esos ojos azules, que la miraron muy intensamente. − ¡Dios de verdad es guapo! –Pensó mordiéndose los labios. Movió la cabeza, tratando de sacárselo de sus pensamientos. ‹‹ No Sandy ¡No! Ni se te ocurra, es guapo sí; pero no es para ti ›› −se  dio de topes en su puerta. −El podrá ayudarnos −se contestó así misma−. Sé que lo hará, se ve que es una buena persona.

Resulta que específicamente, en el terreno donde se encontraba el Hogar del caballito Blanco; el hijo del señor Sanders, se lo vendió a Ricardo Robinson, por petición de su hijo Adams. Lo que Adams quería es que Sandy, se diera cuenta de que desalojaron a los niños de la casa hogar; pero al saber ¿Quién es era el verdadero dueño? Le pediría ayuda. Así, él les devolvería el terreno y quedaría como un héroe, para después pedir algo a cambio. Eso era; una noche con la rubia. Lejos estaba de saber, que sus planes se llevarían a cabo, pero no para él.

−¡Alonso! –Le hablaron−. Aquí están los planos. Mira la zona, aquí quedaría perfecto  el hotel y más al sur, el campo de golf. El Hogar el caballito Blanco queda hasta acá, muy lejos de la zona a construir. –Siguió hablando, intrigado rascándose el cuero cabelludo−. Para serte sincero ¿No sé por qué tendríamos que desalojar? –Volviendo a mirar los planos−. Déjame ver, aquí hay otro croquis para construir una mansión. Mmm nuevo dueño Ricardo Robinson.

−Nosotros solo somos los encargados de esa construcción ¿Eso es cierto?

−Así es.

Alonso tomó el teléfono y marco:

 –Margarita comunícame por favor con Ricardo Robinson; creo que llegó la hora, de cobrar un favor que me debe desde hace mucho tiempo y no creo que se niegue…

Margarita aceptó e hizo caso para comunicarse con Ricardo y pasarle la llamada a su superior. Cuando este respondió entabló una conversación con el susodicho.

 −Hola Ricardo ¿Como estás?−pregunto −. ¿Qué tal Nueva York?

−Hola muchacho. –Respondió del otro lado del tono de llamada−. Bien, bastante bien; ya sabes sumido en el trabajo.  Pero a eso nos dedicamos; sabes hijo, nos debemos un buen trago.

−Sí, lo sé amigo, pero yo estoy igual, más con los nuevos proyectos de la nueva zona hotelera. –Respondió enumerando los proyectos−. Pero si hay que tomarnos ese trago, nos hará bien vernos y conversar. Pero bueno; te voy hablar sin rodeos, necesito que me hagas un favor.

 −Claro muchacho, si está en mí poder ayudarte estoy a tu disposición. Dime ¿En qué puedo ayudarte?−pregunto.

 −Bueno sucede esto. Necesito que me vendas el terreno, donde vamos a construir tu mansión. –Jugando con unas bolas para el estrés, que tenía en su escritorio.

- ¡El terreno que me vendió Smith!−exclamo.

−Sí, ese −respondió−. Resulta esto. Smith nunca te dijo que ahí está una casa hogar, que alberga más de 20 niños y, no quiero desalojarlos –menciono con voz preocupante−. Al contrario; deseo ayudarlos. No lo sé, véndemelo o te consigo otro terreno por los alrededores, sabes que podemos llegar a un buen acuerdo.

−Si no fuera porque te aprecio mucho muchacho, jamás accedería –respondió con voz pasiva mientras tomaba un vaso de vino−. Ese terreno me lo pidió específicamente mi hijo, para construir su mansión; donde podrá estar cerca de los nuevos hoteles para administrarlos. Pero lo conozco, sé que lo menos que va hacer es trabajar. –Sorbiendo un trago de su copa− ¡Es solo un capricho! se va a molestar mucho conmigo, pero soy hombre de honor te debo un favor y te lo voy a pagar. –Colocando su copa en su escritorio y parándose para mirar el retrato de su hijo y esposa, que tenía en la pared −. El terreno es tuyo, te mando los documentos para que lo utilices como quieras y sabes que no acepto dinero, eso paga mi deuda. –Volviendo a su asiento.

Una sonrisa se le dibujó en los labios de  Alonso. −¡No sabes cómo te lo agradezco Ricardo!, te irás al cielo con todo y zapatos.

 −No, muchacho sabes que te aprecio, sino fuera por ti, estaría en la ruina, solo ven a visitarme para tomar ese trago que nos debemos. –Cruzando su pierna y recargándose en su asiento.

− ¡Claro! En cuanto tenga tiempo te visito y nuevamente muchas gracias, cualquier cosa que necesites solo pídelo, si está en mis manos sabes que te apoyaré. –Colgando el teléfono.

En ese momento entró Glenn a la oficina, con un sobre cerrado en las manos, donde tenía información importante sobre Sandy.

−Alonso ya tengo todo lo de la Srta. Jones tiene 23 años, es soltera, sin hijos, no tiene novio. –le recalco lo último−. Creció en el Hogar el caballito Blanco, huérfana de padre y madre. –Mirando el folder que tenía en la mano, con la información −. Estudia en la universidad ¡Es becada! Vive con una amiga Dana Miller, trabajan medio tiempo para pagar sus gastos, no tiene ningún escándalo, aparece con su expediente limpio ni siquiera una infracción y además es bonita. −Musito el moreno mirando su fotografía.

−Mm. Bien, me gusta... mucho. –sonriendo.

−Hay algo, que tal vez… no te guste. −Entre cerrando los ojos.

Alonso lo miró, arqueando una ceja.

− ¡Fue novia de Adams Robinson! –Entre cerrando los ojos y sentándose enfrente del escritorio de Alonso−. Pero terminó su relación hace como 3 meses, no se sabe ¿Por qué? solo ya no hubo reconciliación. –Cerrando el folder donde tenía la información.

− ¿Crees que lo del terreno sea coincidencia? ¿O tramara algo en contra de ella?

― No lo sé; pero hay que investigar ¿Qué pasó? No quisiera te lo echaras de enemigo. –Un tanto preocupado−. Sabes que ese muchacho es impulsivo y demasiado mimado, todo lo que quiere lo obtiene.

 − ¡No!… solo manéjalo en bajo perfil. –Cerrando el sobre que tenía en la mano−. Que no sepa quién está detrás de todo esto, por el momento; que siga creyendo que la construcción sigue, al menos hasta que mis planes avancen.  −Sonriendo maliciosamente. −Después ya veré ¿Cuánto tiempo salieron? –pregunto.

−3 meses, Robinson empezó a salir inmediatamente con Lindsay Bey, una compañera de él.

− Bueno lo que no fue en tu año, no te hace daño, digo ¡Ni que yo fuera un santo! –Rodando los ojos. –Yendo hasta donde estaba su licorera, para servirse un trago de licor−. Elabora un contrato, donde especifique todo lo del testamento; casados por 3 años, con especificaciones a su favor, sobre todo con los beneficios para la casa hogar. También anexa que quiero un hijo. –Mirándolo y acentuando−. ¡Que sea varón! −Bebiendo su licor, de un solo trago.

− ¿Por inseminación? −pregunto Glenn

− ¡Amigo!,  ¿Qué no viste a la mujer? ¡Es hermosa! tú crees; que yo me voy a poder resistir vivir con ella 3 años, sin tocarla. –Peinando su cabello hacia atrás−. No mi amigo. –Colocando el vaso de nuevo junto con la licorera−. A la manera tradicional, tengo sangre en las venas. Además, será como una ráfaga de aire fresco en mi vida. –Sentándose en su silla de su escritorio−. ¿Quién sabe? Quizás si nos entendemos, podríamos formar una familia. −Sonrió−. ¡¿Qué?! No me mires así, ¿Qué no es lo que quería mi tío? Bueno tratare de acatar su última voluntad.

−Pero Alonso ¿Crees que acepte? –Con un poco de preocupación−. No creo que sea una  interesada, ni mucho menos una joven a la que puedas comprar. −Cruzando una pierna, de manera relajante.

 −Está desesperada, aceptara ya verás; además le voy a dar más de lo que quiere. –reclinándose en su asiento−. Voy ampliar el lugar, lo condicionare para que esos niños estén más cómodos, mandaré profesores para que les enseñen otros idiomas, les daré becas para que puedan estudiar y para rematar; les voy a dar seguro con cobertura amplia para cualquier enfermedad.

−Así que querido amigo. –Levantándose de su asiento para darle una palmada en la espalda−. Claro que aceptara. −Sonriendo−. Y no la estoy comprando. –Afirmando−. Creo que es un acuerdo justo a cambio de lo que pido. Además va a vivir como una reina, le voy a dar mi nombre.  –Señalándose a sí mismo con las manos−. No será mi amante, ni una aventura será la Sra. Russell. –Mirándolo a los ojos.

Al día siguiente Sandy, se dirigió hasta las oficinas del corporativo caminando con prisa; al entrar a las oficinas le pregunto a la joven de recepción:

−Disculpe ¿Se encuentra el Sr Russell en su oficina? –Apretando su bolso contra su estómago.

La mujer se le quedó viendo de mala manera. − ¿Usted es?

–Sandy Jones. –Un poco nerviosa apretando las piernas.

Al escuchar su nombre, la cara de la mujer se relajó y torció la boca en respuesta. –sí, pase. La está esperando.

Sandy subió por el elevador, esperando a que este terminara de subir los pisos. Este se detuvo en la última estancia. Camino por el pasillo que la conduciría a la oficina del Sr. Russell. Ella esperó enfrente de la puerta dudando un poco si debía llamar o tocar. Se tomó de valor y tocó la puerta, para preguntar si podía pasar a la oficina.  Su contraparte  le respondió.

−Adelante, señorita Jones pase.

 Al abrir la puerta;  ahí estaba él. Un hombre con unos penetrantes ojos azules, con su traje impecable, muy bien peinado, su loción penetra su sentido del olfato y pensó, en lo guapo que se veía sentado detrás de ese escritorio de una manera imponente. −‹‹Dios, es realmente guapo, muy guapo,  su aroma era delicioso.›› −Movió la cabeza, tratando de no pensar en nada más, que es lo que en realidad le interesaba.

−Señorita Jones −habló de una manera tajante−. Adelante pase, la estoy esperando.

−Buenos días Sr. Russell, no quiero hacerlo perder su tiempo –pronuncio  con voz temerosa. Tenía miedo de lo que iba escuchar de los labios de ese hombre.

 −Bueno señorita Jones, soy un hombre de negocios y no me gusta perder mi tiempo; como usted dijo –hablo sin dejarla de mirar a los ojos. −El Hogar El caballito Blanco, se salva.

− Habla en serio ¡¿De verdad se va a salvar?! –pregunto incrédula de lo que acaba de escuchar−. ¡Dios! −exclamo−. Gracias por esto Sr. Russell, no tengo cómo pagarle por esto tomando su mano con las suyas.

 − ¡Usted es muy bueno! no puedo ni creerlo, gracias, muchas gracias, gracias por todo –expreso, con lágrimas en los ojos de  felicidad.

−Espere Srta. Jones solo que… Hay algo que usted deberá hacer a cambio −hablo  entrecerrando los ojos, sin soltar sus manos.

Sandy estaba tan contenta, que no le importaba lo que le fuera a pedir, realmente lo que le interesaba es que el hogar se iba a salvar y realmente, estaba dispuesta a pagar cualquier precio. Si tenía que trabajar horas extenuantes, no importaba, si quedaba endeudada de por vida o si tenía que besarle los pies a ese hombre. Todo era poco, para la gran alegría que recibirán las madres y los niños.

- Le dije que haré lo que sea. ¡Cualquier cosa! –expreso con entusiasmo y afirmación.

−Qué bueno que me lo dice –le comentó mirándola a los ojos y, con una sonrisa sarcástica en su cara−. Porque se va a casar conmigo.

 Sandy al escuchar lo que Alonso le dijo, casi se le cae la mandíbula  − ¿Qué?

−Déjeme explicarle –comentó soltando sus manos−. Voy a recibir una herencia, pero para hacerlo me exigen casarme y mantener ese matrimonio por lo menos 3 años y en ese tiempo procrear un hijo. Y como usted dijo que estaría dispuesta hacer ¡Lo que sea! Quiero que se case conmigo y me dé un hijo.

Sandy se empezó a reír a carcajadas, por la cantidad de palabrerías recién dichas y musito − ¿Es una broma verdad?

El hombre la ignoró, mientras se dirigía a su escritorio para presionar el botón rojo del teléfono. −Glenn, por favor ven a mi oficina y trae los documentos.

 El susodicho entró en la oficina, con un portafolio en sus manos. −Dime Alonso –musito el hombre.

−Podrías comentarle a la Srta. Jones ¿Porque me tengo que casar? −Le hablo mientras se recargaba en su asiento.

 Glenn comenzó a contarle a Sandy, todo lo del testamento, lo de la carta que había dejado el Sr. Isidro Russell, todo lo que estaba en riesgo si se perdía esa herencia.

 − ¿Porque no se casa con su novia? −pregunto exasperada. −Con alguna otra mujer, digo mujeres no le han de faltar.

− Por la sencilla razón, que no tengo novia. –Le explico−.  Acabo de terminar mi última relación y  la mayoría de las mujeres con las que he salido; son modelos, cantantes, actrices y no están dispuestas a sacrificar sus cuerpos, para tener un hijo.

− Y… ¿Por qué yo? –Jugando con los dedos de sus manos con los nervios a mil.

− Porque yo tengo algo que usted quiere y usted podría darme lo que yo quiero, así de simple. Yo sé, que es algo arriesgado; créame, necesito recibir esa herencia, no la estoy comprando, solo le doy una buena opción. Usted recupera el terreno, yo me comprometo hacer todas estas mejoras a su hogar –menciono mostrándole los documentos−.Soy empresario, así que mis negocios son justos. Firmaremos un contrato, especificando todo lo que le estoy ofreciendo y otro donde usted acepta los términos.

− Realmente es justo que me pida algo a cambio −respondió Sandy con la voz un poco apagada −. Dije que haría ¡lo que sea! pero debo preguntar ¿Hay alguna otra cosa que quizás yo pueda hacer por usted? –Apretando su bolso contra su estómago. − ¿Algo? No sé, ¡Trabajar para usted! Yo podría pagarle el terreno con trabajo −expreso con cara sufrida.

− Señorita Jones ¡Ese terreno vale millones, por el solo hecho de estar cerca de un complejo turístico!. –Alonso levantándose de su asiento y recargándose en la esquina de su escritorio para estar más cerca de ella −. Ni trabajando toda su vida podría pagarlo, piense en la opción que le estoy dando. –Mirándola a los ojos.

− ¿Y si me niego? –Con una mirada altiva.

Alonso, se levanta de donde estaba recargado y mete las manos a los bolsillos de su pantalón, mirando hacia el ventanal. −Retirare mi ayuda, devolveré el terreno a su dueño; entiéndeme yo también estoy desesperado. –Regresando su mirada hacia Sandy.

− Pero eso es chantaje…

 − ¡No! Eso se llama negociar – dijo, sacando las manos de su pantalón; para sentarse de nuevo en su escritorio. −Además te estoy pidiendo que te cases conmigo, no que seas mi amante –expresó, jugando con sus manos−. No te estoy haciendo una propuesta indecorosa, al contrario, te estoy ofreciendo mi nombre, mi apellido y seas la madre de mi hijo.

−Viéndolo de ese modo, pues no suena tan mal, pero; aun así, un hijo es una responsabilidad para toda la vida –explico apretando sus manos; hasta dejar sus nudillos blancos−. Yo no he pensado en ser madre.

− Después de los 3 años, si tú así lo deseas; tendrías tu libertad –comentó levantándose de su asiento, para mirar de nuevo la venta de aquella oficina−. Me dejas a mi hijo, yo me haría cargo de él. Nunca te negaría el derecho de verlo o estar con él. −Volvió su mirada hacia ella−. Pero bueno es tu decisión, yo ya puse las cartas sobre la mesa. Te doy 2 días para que lo pienses, no puedo perder más  tiempo porque no lo tengo. −Volviendo a su asiento, pasando de lado de Sandy al hacerlo.

Sandy se levantó de su asiento −lo voy a pensar y gracias Sr. Russell –expreso de camino a la puerta, pero antes de salir volteo su rostro en dirección a él−. Si me decido aceptar ¿Podría traer a mi abogado?

−Por supuesto, solo tendría que firmar un contrato de confiabilidad −respondió recargado  en el respaldo del asiento, sin dejar de mirar el cuerpo de Sandy; de pies a cabeza.

Sandy, solo asintió antes de salir por la puerta de la oficina, con el estómago revuelto y la cara completamente pálida. Glenn al ver Ia partida de Sandy de la oficina de Alonso, se apresuró para ir directo  con su amigo a preguntarle: 

 −¿Cree que firme Alonso? –Acomodándose los lentes.

−Puedo apostar que lo hará –respondió con una sonrisa y juntó sus manos en un aplauso−. Saca la champaña amigo; con esa herencia puedo invertir, en nuevos negocios con los árabes como socio mayoritario – explicó, sacando de sus cajones un puro−.  Y  tú, mi querido amigo, serás millonario. –Encendió el puro, con un encendedor.

ﷻ                                                                     

-En el departamento de las chicas…

Dana, venía llegando de tener un examen, sacó de la nevera un helado y comenzó a comer para calmar la ansiedad. Sandy entró seria, pensativa, como en otro mundo, sentándose en uno de los muebles comenzando a comerse las uñas.

 Dana, empezó a platicar del examen. –No sabes Sandy, el examen estuvo súper difícil. –Comiendo su helado con la cuchara−. Esta vez quizás repruebe, por estar chateando con Thomas casi ni estudie. −Volvía a comer otra cucharada de helado, sintiendo el frío del hielo−. Ahora veo las consecuencias de eso. Sandy, en otro lugar divagando.

Dana, empezó a chasquear los dedos y empezó a llamarla. –Sandy; Sandy, Sandy ¿Estás bien? −Dejando el helado en una mesita cerca de la sala.

Sandy, no reaccionaba.

 − ¡Por Dios reacciona! ¿Te pasó algo linda? Dime…

− Dana ¡Voy a casarme!

 − ¡Genial! ¿Te reconciliaste con Adams? –Sentándose junto a ella cuenta− ¿Cómo fue?, ¿te dio el anillo? −Aplaudiendo.

− ¡No! No es con Adams, eso ya no tiene arreglo. −Poniendo su cara sobre sus rodillas.

− Entonces ¿Con quién? Si ni novio tienes. ¡Me lo has ocultado, mala amiga! yo te cuento todo. −Con un puchero−. ¡Espera! −Tocándola en la frente − ¡No! No tienes fiebre, no estás delirando.

− ¡Dana escúchame! Porque lo que te voy a contar, sobrepasa la realidad pero es algo que tú, como abogada podrías entender y orientar. −Y así, empezó a relatar todo lo sucedido con el magnate.

−Dana, no podía creerlo. −¡Amiga de qué película lo sacaste! –Volviendo a tomar su helado.

−Por favor créeme y necesito que me acompañes, para revisar el contrato. –Mordiendo su labio.

−Pero ¿Tú ya estás decidida a firmar? −Mirándola atónita y volviendo a poner el helado, en la mesita.

 −No me queda de otra, lo hago por los niños del hogar si firmo y me caso, tendrán muchos beneficios.  −Abrazándose a sí misma.

− Pero tendrás que acostarte con el Sr. Russell. ¡Oye espera! −Fue corriendo a buscar una revista HOLA y la otra FORBES, cerca de una gaveta donde tenía sus revistas −. ¿Dónde está? ahí está Russell ¡El millonario! Este papucho sexy, que está como mango pinto pasado de bueno.

− Si, ese es. –Tomando una de las revistas, para verlo de cerca.

− ¡Dios! Con razón quieres firmar. –Sin dejar de darle de besos a una de las fotos–. Si esta rebueno –muay…muay, seguía besando la foto.

− Aún tengo que pensar en lo del hijo− expresó−. Porque si lo llego a tener; yo no me quiero separar de mi hijo ¡Eso jamás! –poniendo la revista a su lado.

 − ¿Quién lo educaría? ¡La niñera en turno! Internados, solo con los empleados del servicio. Sería como si estuviera huérfano, como yo ¡No! –Melancólica −. Eso no, no podría soportarlo mi pequeñito solo, con un padre ausente, no quiero ni pensar qué sería de él. –Enrollando sus piernas con sus brazos, para hacerse un ovillo.

- Si no estás segura, no lo hagas, es una decisión que cambiará tu vida para siempre y con muchas consecuencias. –Colocando una de las revistas en sus manos.

− Voy a firmar, ya lo decidí y que sea lo que Dios quiera. –Levantándose con la revista en la mano.

Al siguiente día Dana se preparó para acompañar a Sandy, vistiendo un traje sastre formal de pantalón y saco, con una blusa de vestir acorde al traje.  Sandy, en contrario solo uso jeans, una blusa sencilla y tenis; se enrolla el pelo para hacerse una cebolla, como modo de atrapar su cabello, nada de maquillaje, solo brillo labial.

Al llegar al corporativo, las hicieron pasar inmediatamente a la sala de juntas. Dana, estaba maravillada no podía creer, donde se encontraba en ese momento. La sala de junta era impresionante, lujosos asientos de piel, una enorme mesa de caoba, todo alfombrado con grandes ventanales, un área audiovisual que solo en las películas ves en esas oficinas y son de utilería, esa oficina gritaba lujo total en todos lados.

− Sandy, debo confesar; que pensé que cuando llegáramos no nos permitirían pasar de la recepción. –Con una risita nerviosa.

En eso entró la secretaria, interrumpiendo la conversación de manera  impertinente.

-Srtas. −habló la mujer con un tono de voz petulante −El Sr. Russell, viene en unos momentos. Hagan el favor de esperar; ¿Les ofrezco café, té o jugo?

− Te, para los nervios, pidió Sandy.

− Café negro; sin azúcar, muy cargado, necesito cafeína para despertar por si estoy soñando. Dijo Dana –hiperventilando.

- Enseguida -- sale la secretaria para hacer su pedido.

Minutos después entró a la sala de juntas; Alonso, Glenn y Ethan Ferretti; este último director del Jurídico del corporativo y primo de Alonso, así como otros abogados expertos en la materia e hicieron las presentaciones correspondientes.

Dana tuvo que firmar un contrato de confiabilidad, como todos los que estaban ahí; esa información no se podía filtrar, ya que se corría el riesgo de perder la herencia, si se sabía que el matrimonio era por contrato.

 −Bien estamos aquí, para firmar un contrato de mutuo acuerdo, entre la Srta. Jones y el Sr. Russell aquí presentes. −Pasando unos folders a las respectivas personas−. Aquí se expresan los beneficios de esta unión, que al llevarse a cabo, la casa hogar el caballito Blanco recibiría.

 −Así como las cantidades a recibir a la Srta. Jones, por el solo hecho de convertirse en la señora Russell −. El acuerdo pre matrimonial y divorcio, en caso que las partes así lo deseen−. Estos son los términos –dijo empezaron a leer, cláusula tras cláusula, sobre los intereses de ambos.

 De cómo se comprometían las partes a vivir en la misma casa, por 3 años como matrimonio, a lo que Sandy debía aprender, clases que debía tomar para ser la Sra. Russell. Así como Alonso, asumía todos los gastos de su futura esposa en su totalidad, anexando lo que les gustaba y quitando lo que no. Que Sandy quería terminar su carrera y eso no estaba a discusión, así prosiguieron hasta llegar a la cláusula del hijo en cuestión.

−Clausula vigésimo novena sección II −la Srta. Jones, tendrá que concebir un hijo, en un periodo no mayor a 3 años, de la manera tradicional.

 Dana, toma la palabra. − ¿Por qué de manera tradicional? podría ser por inseminación.

− No es factible asistir a un laboratorio, se corre el riesgo que las muestras se pierdan o se confundan e inseminan con otra muestra, que no es del Sr. Russell. −Mirando a Dana a los ojos−. Además, tomando en cuenta la posición de mi cliente. –Rodando los ojos−. Se puede filtrar esta información y quedaría entredicho la validez del matrimonio. –Contesto Ethan, muy seguro de sí mismo.

 Ethan se acomoda los lentes y vuelve a mirar a Dana, sabiendo que aún es pasante de derecho. −Se comprobaría que no está llevando un matrimonio formal, como lo expresa el testamento y es por eso, que se pide que sea de la manera tradicional. –Mirando a Sandy−. ¿No sé si la Srta. Jones, tienes algún problema con esto?

- ¡No! No tengo problema, esa decisión ya está tomada – dijo, frotándose los ojos. Estoy de acuerdo −una Sandy muy pensativa.

Alonso respiro cómo satisfecho, con una sonrisa para sus adentro; ella le gustaba y mucho, el solo pensar, tenerla entre sus brazos hacía que se le eriza la piel.

−Bien, pues si las partes están de acuerdo, el hijo en cuestión deberá ser varón.

Dana, tomó la palabra − ¿Y si es niña? Digo; sí no se va usar otro método, para manipular la naturaleza, cabe esa posibilidad. −Con un dejo de ironía.

−Bueno la Srta. Jones, deberá volverse a embarazar, pero si este en un principio el primer bebé que tenga es un varón; La Srta. Jones, estará exenta de volver a embarazarse.

― Si, pero ¿si continúa siendo niña? Digo, se ha llegado el caso que hasta se han engendrado varias niñas, sin que llegue un varón. –Rodando los ojos.

− Creo que yo con 3 niñas, es más que suficiente –contesto Alonso−. Si no llega el varón, pues tendré que conformarme con tener puras hijas. −Echando los ojos para atrás−. Ya quedará a decisión de la Srta. Jones, si quiere volverse a embarazar…

−Bueno en su caso el Sr. Russell, podrá buscar el hijo varón con otra mujer, si es que así lo desea – Ethan, sonriéndole a Alonso, sabiendo que era un picaflor.

- Si, pero eso sería después del divorcio. –Dana con voz dura−. Porque deberá haber una cláusula que ambos deberán ser fieles, al menos en lo que dure el matrimonio. No quisiera que mi clienta, se exponga a adquirir alguna enfermedad venérea.

−Estoy totalmente de acuerdo con eso –dijo Sandy a sabiendas de la fama de Alonso, que no era precisamente un santo.

−No soy un mujeriego, lo que se dice en las revistas no siempre es verdad. –Mirando a Sandy contestó en voz dura, además si voy a estar con alguna mujer que no conozca, siempre me cuido. –Tomando su bolígrafo para anotar algunas cosas–. En ese caso, podría pensar lo mismo que usted señorita. –Ya que también deberá ser fiel, al menos en lo que dure el matrimonio. –Soltando el bolígrafo–. No quisiera mantener un hijo que no fuera mío.

− ¿Cómo se atreve? Yo no soy una casca suelta. –Mirándolo muy enojada.

Ethan, al ver la molestia de los dos intervino. –Creo que será bueno anexar esa cláusula de fidelidad para ambos, así se evitan los malos entendidos. –Mirando a los dos para que se calmaran.

− ¿Qué sucederá con él bebe o los bebés en caso que se divorcien? –Pregunto Dana –poniendo las manos en sus sienes. –Exasperada.

− El hijo en cuestión, se quedaría con los Russell –contesto Ethan.

− Sí, pero mi cliente tendrá derecho a verlo (os-as) y a estar con él o (ellos- ellas) en su caso. –Mirándolo con insistencia.

− Si claro, jamás le prohibirá que los viera, sería su madre −dijo Alonso, mirando a Sandy.

Y así prosiguieron viendo varios puntos, el o los niños en cuestión serán educados bajo las normas de los Russell; así como sus costumbres, su educación, religión, viendo los porcentajes que heredarán de las empresas, a los colegios asistirán, hasta que tocaron un punto en caso del divorcio, a qué internado sería enviado (os-as) donde pasarían sus vacaciones, de navidad, año nuevo, cumpleaños etc.

Sandy, solo escuchaba con las manos sobre las sienes, de verdad que estaba recibiendo un bombardeo de migraña, el solo pensar que su o sus hijos crecerían solos, eso no estaba en su vocabulario, ni siquiera podría asimilarlo, no podría eso no, si estaba dispuesta a sacrificar su vida por unos niños que no eran de su familia, ¿cómo iba a ser capaz de abandonar un hijo de ella? Se levantó de su asiento y gritó. −¡Basta!  −Golpeando la mesa,  haciendo que todos se quedaran callados.

- Sr. Russell, me gustaría hablar con usted a solas. –Levantándose de aquella inmensa mesa.

 −Sí claro, pasa a mi despacho. −Sintiendo un nudo en la garganta, pensando que se negaría a tantas peticiones −. Señores en un momento regresamos. –Levantándose de su asiento, para seguir a Sandy.

Continuará.

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