Cuando me estaba cambiando recibí un mensaje de mi novio diciéndome que ya había aterrizado y venía hacia acá, así que me vestí rápidamente y bajé a la sala… Me asombré al ver que Joan ya había llegado, ¡Dios mío! Sentí que me quedaba congelada… No podía moverme, tenía miedo y sentía unas ganas horribles de llorar, estoy por joderle la vida, lo haré revivir el dolor más grande que él tiene por dentro, ¿cómo puedo ser capaz de hacerle esto a mi hermano?

—princesa, ¿qué tienes? ¡Parece que hubieses visto un fantasma! ¿No me vas a saludar? — tragué grueso y respiré profundamente un par de veces antes de correr a sus brazos, pero igual ya no podía ocultar la tristeza que sentía.

—me sorprendió mucho que mi hermana derramara un par lágrimas cuando la abracé —¿Qué tienes mi amor? Y no me digas que nada porque tú no sueles llorar solo porque sí.

—¡perdóname! —no tengo nada que perdonarte, hermana —es que estoy un poco melancólica porque no me gustó estar sola en España y por eso me vine a Gr