MASCARA

Madison James

Mascara.

Manejo, quejándome desde que encendí el auto –Maldito quien se cree que es, le voy a patear las bolas en la primera oportunidad, si se atreve a propasarse, le voy a recordar el día que nació, al hijo de su madre…—De esa forma durante veinte minutos, soy creativa con los insultos y maldiciones definitivamente.

Al llegar frente a la mansión, voy a bajar para llamar, pero el portón enorme se abre para dar paso a mi auto, me está esperando, continúo hasta la casa a al menos cien metros de la entrada en el auto, trato de regularizar la respiración y controlar la ira.

Me bajo del auto, dando un portazo como si no fuese mío, llego a la puerta y cuando voy a tocar abre un mayordomo, es un hombre alto mayor y extremadamente elegante

—Bienvenida, señorita James, mi jefe la espera en el comedor sígame por favor.— Me dice mostrando el camino que debo seguir, no puedo evitar mirar todo a mi alrededor, el estilo es moderno y elegante, no hay fotos familiares ni cuadros por ningún lugar, parece un lugar listo para vender, o que acaban de comprar todo se ve nuevo.

—De espaldas en la cabecera de la mesa, puedo ver a la silueta de un hombre que habla por teléfono, con el almuerzo servido para dos personas.

—¿Qué es lo que quiere conmigo?— Pregunto colocando mi cartera en la mesa con fuerza, su rostro y cabeza esta tapado con una mascara dorada, si lo hubiese visto antes no hago esa pregunta, ¿Por qué demonios esconder  su rostro?.

Me deja ver una sonrisa falsa, en sus labios pequeños pero carnosos y rosados –Bienvenida, me has hecho esperar mucho tiempo. — Me dice indicándome que tome asiento frente al otro plato que ya está servido. —

—Ya comí, gracias. — Respondo en voz baja sentándome donde me da la gana.

— ¿Te costaba mucho ponerte el vestido?— Pregunta sin perder el control

—No tengo porque obedecerte en nada. — Respondo alzando la voz.

—Te enseñare a obedecerme. — Dice determinado.

.No le hago caso ni a mis padres, ¿Por qué usas la máscara este desfigurado? y sin ella ninguna mujer te ve. — Le digo sin pensar últimamente tengo la boca muy floja.

— ¿Crees que estoy interesado en ti?— Me dice con una voz ronca que me produce escalofríos, sque no debería excitarme por una situación asi, este desgraciado acaba de arruinar a mi familia si motivo alguno y ahora se atrevió a hacer que me botaran de hospital.

— ¿Por qué mas estarías tan interesado en que viniera?, — Le pregunto, sin que él lo ordene una mujer coloca el plato de comida frente a mí, mi estomago ruge de hambre ¡gracias a Dios solo yo pude escucharlo!

El se carcajea, —Ni aunque fueses la última mujer en la tierra me fijaría en ti. — Dice con asco y yo tengo ganas de arrancarle la máscara de una bofetada, ¡mejor así! Mi virginidad no está en peligro entonces.

— ¿Entonces porque me citaste en un hotel?— Le cuestiono.

—Eres una mente sucia, adquirí esta casa ayer, no vivía aquí, pero no quiero hablar de mí, come. — Ordena

—.Ya comí gracias, quiero que me diga qué demonios quiere de una vez por todas. — Digo molesta, levantándome, la mujer que coloco la comida frente a mi me sujeta por los hombros haciéndome sentar nuevamente

— ¡Suélteme!—. Chillo frustrada

—Te lo diré después que comas. —

—Le digo que ya comí. —

—Ambos sabemos que no es así come y después recibes mis órdenes. — Me dice el haciendo de sus labios una línea delgada, lo estoy desquiciando y no me importa si él está molesto, cuanto más yo que desde que apareció en mi vida solo ha estado saboteándome.

—Comienzo a comer en silencio, la comida esta buena, ¡pero no puedo disfrutarla en lo absoluto!, después que termino, un hombre que apareció de la nada coloca un documento frente a mi

—Gracias, Enrique.— Dice Rio, no puedo determinar con exactitud su edad, por la máscara que lleva, pero no es viejo, además es atlético y tiene lindos labios.

— ¿Qué m****a es esta?— Pregunto señalando el document

—Es un contrato de tres años, simple, solo dice que debes obedecerme en todo lo que ordene y al momento que lo ordene durante tres años, si lo haces te devolveré todo lo que te he quitado.

—Eso es injusto, lo sabes. — Le señalo con ganas de llorar

— La vida no es justa otro en mi lugar no promete devolver nada, tu padre hizo inversiones erradas. —Me dice descarado.

—Lo llevaste a esas trampas, no te atrevas a negarlo. — Le digo cuando una lágrima rebelde se escapa de uno de mis ojos, la limpio lo más rápido que puedo pero él ya la vio, en lugar de condolerse sonríe como si lo disfrutara, es un maldito psicópata.

—Tal vez, pero en el mundo de los negocios todo se vale. —

—Desgraciado. — Me levanto con ganas de golpearlo, él es más rápido me toma la mano que tenia levantada y me dice con rabia, —No se te ocurra de nuevo, olvidare que eres una mujer y te daré unas buenas nalgadas, todas las que te faltaron. — Amenaza, haciéndome temblar sé que no está jugando

— ¡Te odio!— Chillo

—El sentimiento es mutuo. — Me responde aflojando su elegante corbata, no solo yo estoy alterada por este encuentro me pregunto ¿Por qué me odia él?

—No pienso hacer nada. — Le digo dispuesta a irme.

—Si no haces o que te digo el próximo arruinado es tu ex novio, ¿no querrás que tus padres terminen debajo de un puente o sí?— Me dice el con una sonrisa de suficiencia.

—No te atreverías. — Digo sin poder creer hasta donde es capaz de llegar solo por un capricho.

.Pruébame. — Me dice dejándome con la boca abierta, voy firmar el maldito documento que me ata a este mal nacido por tres años, pero no lo hago por Carlos o Miley, sino porque mi madre y mi padre no tienen a dónde ir.

—Puedo pedirte algo. —

—Depende. — Dice el

—Me devuelves mi trabajo y descongelas mi cuenta. — El se ríe como si le hicieran cosquillas

—Puedes hacerlo mejor. — Me dice él, sé a qué se refiere, me trago mi orgullo, me levanto y me coloco de rodillas frente a él.

—Devuélveme mi trabajo y descongela mis cuentas por favor. — Suplico humillada, el deja de reír me ve por un momento y se levanta dejándome de rodillas frente a la silla.

—Madison, ese es tu castigo por tu desobediencia, te proveeré lo que necesites acá, pero por ahora no tienes ni tu trabajo, ni tus cuentas. — Se niega.

Me levanto molesta porque me llevo a donde quiso y después no me dio nada.

— ¿Que te cuesta?— Chillo.

—Aprenderás a obedecer por las buenas o por las malas. — Me dice el viéndome a los ojos, a duras penas llego a sus hombros.

—Eres un bastardo. — Le grito.

—Lo soy, y puedo ser muy cruel, si sigues tratándome mal. — Me advierte, estoy temblando de ira, hago de mis manos un puño, tomo el bolígrafo y firmo el maldito documento.

— ¿Complacido?— Cuestiono.

—Bien comenzamos a entendernos, esto merece un brindis. — Dice él y una chica llega con un carrito de servicio de Catering con una botella de champaña cristal, que destapa el mismo Rio.

 Sirve dos copas y me extiende una, la recibo entendí que no tengo de otra, lo extraño es que cuando sus dedos rozaron los míos, una corriente eléctrica me atravesó, el también sintió lo mismo porque soltó un interesante antes de golpear mi copa con la suya.

—Por estos tres años juntos. — Brinda el, estoy segura que serán los tres años más largos y tortuosos de mi vida, aun no entiendo que pito toco aquí.

— ¿Desde cuándo no ves a Nick  Lamberte?— Me pregunta como si fuésemos viejos amigos.

—No lo sé perdí contacto con él hace años. — Le respondo, en realidad después del baile de graduación de secundaria no volví a tener contacto con él, ese día se rompió nuestra amistad.

—Esta privado de libertad. — Me dice viéndome a los ojos, lo único que puedo distinguir a través de la máscara es que son tan oscuros que parecen negros.

—No tenía idea. — Respondo colocando la copa en la mesa, después de un sorbo, tiemblo, todo el tiempo, tengo nervios de acero, pero esta situación me sobrepasa.

—Mi primera orden es que mañana a primera hora lo visites, veas como esta y le ofrezcas tu ayuda. —

—No nos hablamos. — Le digo viendo mis pies.

—Cuando estamos solos, hasta el enemigo es esperanza y buena compañía. — Me dice el enigmático.

— ¿Por qué lo haces?— Le pregunto.

—Tengo mis razones, además no me vera a mí, sino a ti, le ofrecerás tu ayuda incondicional. — Me dice él, no sé qué pensar, así debió sentirse Alicia en el país de las maravillas.

—Una última cosa, el ala sur está prohibida para ti, si te veo merodeando por allí, tendrás problemas conmigo

— ¿Qué hay allí?— Cuestiono.

—Mi habitación, y mis espacios no te quiero allí. —  dice y eso solo aumenta mi curiosidad, tal vez allí encuentro la forma de detenerlo, por el momento no haré nada, pero tengo todo el tiempo del mundo para devolver cada mal trato que me haga  a un futuro.

—Bien. — Respondo intentando parecer una niña obediente, ¡ni mis nalgas son obedientes!

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