Ya adentro nuevamente de la casa, miró a su alrededor, ciertamente estaba solo en un lugar nuevo, alejado de todo, de los suyos, del trabajo y del sistema. Pensó que esa mujer que acababa de irse no tenía ni idea de lo no acompañado que quería estar. Salió de la propiedad, ya las camionetas no esta
—Señor Coney, fue un agente de la Policía Internacional quien arrojó el alerta en todas sus sedes dentro de los aeropuertos más importantes del país, la alerta vino desde Londres se hizo efectiva hace muy poco. Donde estamos ahora no es una sede de la Interpol, como ya lo sabe, somos de Inteligencia
Peter ya se encontraba en España. Viajó en un vuelo a aparte del que trasladó a Tarsis y a Saviano. J.T y el rubio se encontraron con B.J dentro de la misma sede donde también pernoctaban Freddy y su mujer. —¿La prensa sigue afuera? —indagó el rubio, dejándose caer en una de las sillas del despacho
—¡Joder! —El escolta golpeó el volante—. Lo siento, no sabía... —Dame coordenadas, enciende el localizador. —A5201 Old Street. Estamos en un atasco. «Jamás me volveré a quejar de los putos atascos londinenses», pensó Jaya. —No cuelgues y ve informando hacia dónde cruzarán, ya te tengo ubicado. —
—¿Qué pretendes con Pilar Montenegrino? ¡¿No te basta con todo lo que has hecho?! —B.J no se pudo sentar, la adrenalina recorría su cuerpo, por lo que prefirió mantenerse de pie e interrogar así. Logró que su jefe se conectara a las cámaras de la sala y sabía perfecto que el rubio escuchaba todo.
*** Pilar no conocía mucho la ciudad, le faltaba bastante para moverse libremente y sin equivocarse por Londres, por lo que no se dio cuenta que no la estaban llevando hacia ninguna sede oficial de ningún departamento de seguridad. Pensó que se volvería loca en el atasco, tardaron demasiado en sali
Peter iba a toda velocidad manejando el vehículo que les esperaba en plena pista de aterrizaje. Jaya iba a su lado aún comunicándose con su colega, Peter dejó que Jarr se encargara del mafioso, se estampó en el interior de la camioneta y condujo con mucha habilidad por las calles londinenses, una co
Max ayudó a su amigo abriendo la puerta de la camioneta en la que el rubio había llegado desde el aeropuerto para que se montara junto con Pilar en la parte de atrás. El empresario rodeó el auto, se colocó frente al volante, para él no fue un problema dejar su carro aparcado cerca de allí. —Nena,