Entonces Ulrich se levantó, se paró frente a Phoenix, aún sentada, y puso su miembro delante de ella, duro, todo babado, y él apretándolo fuerte, aunque no lo necesitaba, pues ella pronto lo agarró y comenzó a masajearlo.
Ulrich cerró los ojos de tanto placer y sintió aquella boca tragándoselo desesperadamente, mientras él se controlaba para no correrse con tanta succión. Miraba esa cara de placer de Phoenix que lo enloquecía. Colocó una mano sobre los pechos de ella, sintiendo los pezones endurecidos entre sus dedos.
Ella entonces dejó de chupárselo, golpeándolo suavemente contra su cara, mientras él apreciaba el cuerpo de Phoenix, esos pechos. Con una mirada de deseo, Phoenix pidió:
“Poséeme.”
Entonces Ulrich puso las piernas de ella en su hombro y bajó para chupar el sexo de su esposa. La excitac
Finalmente, la bañera estaba llena. El vapor llenaba la habitación, creando una atmósfera acogedora y relajante. Genevieve se secó las manos y se acercó a la puerta que daba al dormitorio de la pareja real. Respiró hondo antes de llamar suavemente.“Majestad, el baño está listo,” anunció Genevieve con una voz firme pero respetuosa.Hubo un momento de silencio antes de que la puerta se entreabriera y Phoenix, con una radiante sonrisa, apareciera. Su cabello estaba despeinado y su piel brillaba con un ligero sudor, pero había un brillo de felicidad en sus ojos.“Gracias, Genevieve,” dijo Phoenix.Genevieve hizo una reverencia y cerró la puerta con delicadeza. Regresó junto a las otras damas, que esperaban ansiosas.“¿Y bien?” preguntó Isadora, con la curiosidad evidente en su voz.Genevieve sonrió. &ldquo
Mientras se besaban, Ulrich la sostuvo firmemente, profundizando el beso. Sus manos se movieron hábilmente, explorando la familiaridad del cuerpo de Phoenix, pero con una pasión renovada. Phoenix suspiró contra sus labios, sintiendo la fuerza del deseo y del amor que compartían.El beso se volvió más urgente, más necesitado. Ulrich la agarró por las caderas, acercándola más, y Phoenix arqueó la espalda, rindiéndose a su toque. El agua de la bañera se agitaba levemente con sus movimientos, pero ninguno de los dos parecía notarlo."Sabes que te amo, Phoenix", murmuró Ulrich entre besos, su voz ronca de deseo."Lo sé", respondió ella, los ojos cerrados mientras disfrutaba de la cercanía. "Pero necesitamos resolver esto. No quiero ninguna sombra entre nosotros."Ulrich asintió levemente, pero no se detuvo."Lo resolveremo
El viento frío soplaba suavemente sobre las murallas del castillo, trayendo consigo el fresco aroma de la mañana. El vizconde Thrain Ashford estaba junto a la vizcondesa Elara, observando la ciudad abajo mientras esperaban la llegada del rey y la reina para comenzar el recorrido por las murallas y la interacción con los guerreros de la montaña. Elara, vestida con un elegante vestido de lana gris con detalles en azul, parecía imponente y a la vez esperanzada de atraer la atención de Ulrich. Su cinturón de cuero con hebilla plateada, sencillos pendientes de plata, botas de cuero gris forradas con piel y una capa de lana gris con capucha completaban el conjunto cuidadosamente elegido para impresionar.El vizconde Thrain Ashford, observando a Elara, que mantenía la mirada fija en el horizonte, preguntó con un toque de escepticismo:"¿Estás segura de que Ulrich y Phoenix vendrán para el reco
Llegó la tarde, y Thrain y Elara continuaban con sus deberes, pero la ausencia de Ulrich y Phoenix era sentida por todos. Elara intentaba ocultar su descontento, pero sus pensamientos traicionaban su fachada calmada. Recordaba las muchas veces que Ulrich la había buscado, y la realidad de su elección hoy la carcomía por dentro.Mientras tanto, en los aposentos, Ulrich y Phoenix se amaban en varias posiciones, explorando cada centímetro uno del otro con una intensidad casi primitiva. Ulrich besaba la vagina de Phoenix, lamiendo su piel con una adoración casi reverente. Phoenix, por su parte, agarraba las sábanas con fuerza, sus gemidos llenando la habitación.El sol comenzó a ponerse, tiñendo el cielo con tonos de naranja y rosa. Thrain y Elara regresaron de las murallas, cansados y pensativos. Elara finalmente se dio cuenta de que Ulrich había elegido pasar todo el día con Phoenix. El dolor
El día estaba claro y la brisa fría de las montañas soplaba suavemente sobre los muros del castillo. El Vizconde Thrain Ashford y la Vizcondesa Elara estaban listos para comenzar otro día de compromisos, a pesar de saber que el Rey Ulrich y la Reina Phoenix probablemente no estarían presentes. La ausencia continua de los soberanos comenzaba a irritar profundamente a Elara, ya que, en el fondo, ella deseaba más que solo cumplir con sus obligaciones.Elara, vestida con un elegante vestido de lana gris con detalles en azul, ajustado y de mangas largas, una falda larga y cómoda, completado con un cinturón de cuero con hebilla plateada, pendientes de plata simples, botas de cuero gris forradas con piel, una capa de lana gris con capucha y guantes de cuero, estaba decidida a mantener las apariencias y el decoro. Thrain, su marido, observaba a su esposa con una mirada de resignación y tal vez un toque de admiración por su dedicación.Mientras se preparaban para la inspección de las defensas,
La mañana pasó tranquilamente, la pareja disfrutando de la compañía mutua mientras comían. Finalmente, Phoenix se levantó de la cama, estirando los brazos y admirando nuevamente la vista desde la ventana."Eldorheim es tan hermosa", comentó, sintiendo a Ulrich acercarse y envolver sus brazos alrededor de ella una vez más."Sí, lo es", coincidió Ulrich, su voz llena de orgullo. "Y tú la haces aún más hermosa."Phoenix se giró en sus brazos, sus ojos brillando de emoción.Phoenix envolvió el cuello de Ulrich, sus dedos entrelazándose con su cabello."Siempre sabes qué decir", murmuró ella, con una sonrisa afectuosa.Sus labios se encontraron en un beso lento y profundo, pero Ulrich pronto notó una arruga de preocupación en la frente de Phoenix."Algo te está molestando", dijo él, alejándose un poco para mirarla a los ojos."No es nada", respondió Phoenix rápidamente, pero Ulrich no estaba convencido. La acercó más, sintiendo la suavidad de su piel contra la suya."No me parece nada", di
La noche se convirtió en día, y Ulrich y Phoenix hicieron el amor intensamente, sus cuerpos moviéndose en perfecta armonía. Ulrich sostenía la pierna de Phoenix, apoyándola en su cadera, mientras besaba a la reina que se perdía en sus ojos dorados. Phoenix nunca imaginó ser capaz de amar a alguien como amaba a Ulrich, especialmente después de pasar casi tres días seguidos juntos. Ulrich movía sus caderas contra las de Phoenix, jadeando."¿En qué estás pensando?" preguntó, su voz ronca de deseo.Phoenix sostuvo el rostro de Ulrich entre sus manos y sonrió. "En el ahora."Él le devolvió la sonrisa y la besó nuevamente, profundizando el beso. Mantuvieron el ritmo hasta el clímax, sus miradas intensas una en la otra. Cuando finalmente llegaron al éxtasis, Ulrich se dejó caer exhausto en la cama, mientras Phoenix se acurrucaba contra su pecho, escuchando el acelerado corazón del alfa."Espero que estés satisfecho," dijo Phoenix con una sonrisa traviesa.Ulrich rio, aun jadeando. "Un poco."
Mastiff entonces comenzó a tocar su hocico en la vagina de Elara, lo que la estaba dejando muy húmeda y, enseguida, ella se tumbó en la alfombra de su habitación y Mastiff estaba listo, se podía ver hasta su miembro un poco afuera. La vizcondesa tenía las piernas un poco cerradas, pero el lobo pasó su lengua de abajo hacia arriba muy despacio, haciéndola suspirar al sentir el toque de la bestia, su cuerpo presionándose contra el de él.Cada vez que Mastiff lamía con más ganas, Elara se excitaba más, hasta sentir la lengua de él forzando contra su entrada. Entonces, decidió armarse de valor y abrió completamente sus piernas, algo temblorosa, y él fue directo a su vagina. Su clítoris estaba hinchado de deseo y su vagina toda mojada. Él lamía el sexo de la vizcondesa con su lengua áspera, mientras su pene goteaba de excitación.El lobo comenzó a aumentar el ritmo y ella gemía locamente, como nunca había hecho antes. Con el líquido de Elara fluyendo, Mastiff se interesaba cada vez más por