—¿Por qué te pusiste roja como un maldito tomate, Briana? El te gusta, lo conoces. —reclama enojado, esperando mi respuesta. Su mirada transmite ira, cólera. Yo quiero irme de este lugar, pero no lo conozco. Es decir, Omar, me arrastró a este lugar, ya son las 8pm y no tengo la menor idea el porqué de su actitud tan tosca por ese chico tan lindo y tranquilo. 

Se ve tan lindo con su camisa negra, pantalón roto azul, converse blancos. Su cabello rizado negro súper suave, esos ojos grises que me llevan al cielo. Y se ve hermoso enojado. 

—Siempre me pasa. Yo... soy muy nerviosa y me ruborizo cuándo un chico atractivo me mira o me sonríe —le explico nerviosa y tratando de no decir palabras torpemente —. No entiendo tu actitud, ni siquiera somos novios y me haces una escena. ¡Tú mismo me dijiste decena de veces que de besos no íbamos a pasar! Así estábamos súper bien, ¿qué te pasa, Omar? 

Es la verdad, somos SÚPER RE