Capítulo setenta y cinco
El fin (Segunda Parte)
*Cassandra Di Lauro*
Está aquí... Mi cerebro se niega a creer lo que ven mis ojos, pero la sonrisa maligna muestra la cruda realidad y el arma en sus manos me provoca una serie de escalofríos en cadena.
—Francesca.
—Así es —confirma con ironía—, un poco más delgada gracias a tu querido esposo, pero soy yo. Estoy segura de que no pensabas volver a verme nunca más y mira tú por dónde...
Intenta acercarse a mí con tres pasos hacia adelante, los mismos que doy yo hacia atrás. Algo que consigue ampliar su sonrisa todavía más.
»Aquí estoy, con toda la intención de ser yo quien no vuelva a mira
Capítulo setenta y seis El Final (Tercera Parte) *Adriano Di Lauro* Sin perder un segundo más, la alzo en brazos para subirnos juntos al coche y salir disparados hacia el hospital. Mi mujer continúa negando la realidad con el llanto en su punto máximo, alternado con las contracciones. Yo en cambio, no puedo hacer otra cosa sino estrecharla entre mis brazos y acariciar su espalda al mismo tiempo. No soy capaz de pronunciar una simple palabra. Los recuerdos del pasado regresan más vívidos que nunca. Si Francesca después de todo cumple su objetivo... Si la pierdo... ¿Qué embrujo es este? ¿Estoy condenado a vivir el mismo episodio una y otra vez? Cassandra Di Lauro me ha vuelt
Epílogo La esposa del italiano *Cassandra Di Lauro* Mi cuerpo me pide un descanso y por ello me niego a despertar. Sin embargo, me permito sonreír sin abrir los ojos al sentir el recorrido de besos en mi piel. Sus dedos recorren mis piernas, llegan a la cara interna de mis muslos y finalmente, se cuelan entre mis bragas. El primer gemido de la mañana resuena en la habitación, obligándome a desperezarme. —Buenos días, cara —sus labios llegan a los míos para luego dejarlos ahí por un largo período de tiempo. —Buenos días, esposo —le respondo cuando al fin se separa en un intento de recuperar el aliento. —¿Sabes qué día es hoy? —Uhmm —balbuceo fingiendo meditar, en tanto trato de reprimir un jadeo al sentir su masculinidad frotarse
Capítulo ExtraEl Esposo Perfecto*Adriano Di Lauro*La rubia me observa expectante mientras yo le devuelvo la mirada con fijeza.No luce como la mujer que trabajó conmigo hace unos meses. Al contrario, la frialdad ha desaparecido junto a la altivez y la maldad. Creo que la vida le está cobrando todas sus fechorías y con creces. Solo espero que haya aprendido la lección.—Yo no doy segundas oportunidades, Carina —delibero al fin— y en cambio, a ti te di muchas.—Lo sé —admite con la cabeza gacha. En todo momento espero a que la arpía manipuladora regrese, pero algo me dice que ha desaparecido por completo—. Y no sabes cuánto lamento haberlas desaprovechado. Adriano, yo... necesito volver a este trabajo, necesito reencontrar
Capítulo extraEstado de negación*Cassandra Di Lauro*Sus labios se encuentran sobre mi hombro derecho al mismo tiempo que baja las mangas de mi camión de dormir.Un gemido escapa de mi boca cuando muerde la piel sensible de la zona y después se traslada a mi cuello. Luego, deja un camino de besos hasta la cima de mi busto. Allí se recrea por lo que parece una eternidad entre masajes, lamidas, besos y mordidas.Mis manos se aferran a las sábanas bajo mi cuerpo en tanto arqueo la espalda de manera inconsciente.Estoy muy excitada, demasiado para mi salud mental y siento que si no obtengo mi orgasmo en los próximos segundos, moriré en eterna agonía. Las sensaciones me abruman al punto de sacarme lágrimas. Hace mucho tiempo que no me
Capítulo extraEstado de negación (segunda parte)*Cassandra Di Lauro*—¿Disfrutando los privilegio de ser dueña de tu lugar de trabajo? —Santino Rossi me intercepta en la salida.En respuesta, giro sobre mis pies para observarle de arriba hacia abajo con una sonrisa provocativa en el rostro. Los años pasan y continuar siendo el mismo altanero gilipollas.—¿Celoso, doctor Rossi?—¿Por qué ridícula razón iba yo a tener celos de usted, doctora Di Lauro? —refuta él—. Yo no necesito tener acciones para hacer lo que me apetezca en este lugar.—¿Incluso liarse con sus colegas en el cuarto de la
Capítulo extra:Nuestra familia*Cassandra Di Lauro*Sus ojos buscan los míos y me devoran con un hambre atroz.—¿Tienes idea de lo loco que me vuelve tu faceta de depredadora sexual? —el tono de voz es tan bajo, tan frívolo que hiela y enciende al mismo tiempo.Así es mi marido. Provoca tantas emociones demasiado contradictorias que ponen a prueba la estabilidad mental de cualquiera. Sin embargo, con los años he aprendido a asimilarlo, enfrentarlo y terminar por amar cada una de ellas.—Podría decirte que son las hormonas del embarazo activadas —alego a la vez que me muevo bajo su pelvis, rozando nuestros sexos—, pero solo soy yo deseando a mi marido.Él jadea en el
"Ella, la Princesa de Acero" Ella ha decidido seguir los pasos de su padre y convertirse en la empresaria joven más exitosa de Italia. Por supuesto, para llegar a donde está, debe hacer pequeños sacrificios. Su prioridad número uno es el trabajo, por tanto, para ella no existe una vida más allá de los negocios y el poco tiempo libre que le queda, se lo dedica a su familia. Racional, metódica y aburrida, son las palabras que logran definirla. Sin embargo, sus días monótonos están a punto de terminar al encontrarse con cierto desconocido en un club nocturno. Enrico Falconi es conocido en toda Europa como uno de los libertinos más cotizados de la alta sociedad. Siendo único heredero de una de las marcas de coches más reconocidas del mundo, no escatima en lujos, sexo, ni en mujeres. El hombre lo tiene todo y la palabra «imposible» no aparece dentro de su vocabulario. Entonces, ¿qué sucede cuando lo que más desea le rechaza una y otra vez? “La monotonía puede dar paso a los des
Capítulo uno: Un cumpleaños diferente*Stella Di Lauro*Reviso el expediente de nuestra más reciente adquisición y resalto con rotulador los puntos claves que necesito para hacer de una pequeña posada, toda una cadena de restaurantes.Ese es mi trabajo, convertir lo imposible en algo increíble y multiplicar el presupuesto invertido en ganancias, aunque para ello debo quemarme las pestañas y hasta dormir en el sofá/ cama de mi oficina.Los retos de mi padre cada vez son mayores y no veo la hora de pasar sus dichosas pruebas. Ya no recuerdo la última vez que me di un buen masaje de cinco horas o me tomé una copa de champán mientras me hacían la manicura completa.Resoplo frustrada al ver la hora en mi reloj de pulsera y marco la extensi&oac