Capítulo diez
Comenzó la función
*Cassandra Reid*
Termino de ajustar las tiritas doradas de mis zapatos mientras mi amiga retoca mi peinado.
— Listo —concluye examinándome de arriba a abajo—. Estás de muerte. Tu italiano tiene bien gusto para la ropa.
Contemplo la forma en que el vestido se ajusta a mis discretas curvas como una segunda piel. El color verde esmeralda hace resaltar mis ojos del mismo tono y los detalles dorados vueleven el diseño espectacular y exclusivo.
— Sí —coincido—, es precioso.
— Los gorilas llevan más de media hora esperando en la puerta —anuncia mi otro compañero de apartamento entrando acelerado. Sin embargo, al alzar la vista se queda paralizado—. Guau... Cassie, estás...
— Dilo —le insta Leah—, espectacular se queda c
Capítulo doceCumpliendo una promesa*Adriano Di Lauro*Sonrío al escuchar el llamado. El pez ha mordido el anzuelo.— ¿Papá? —mi prometida se queda rígida como una tabla a mi lado. Por ello debo sostenerla y prácticamente arrastrarla hacia sus padres.— ¿Qué significa esto, Cassandra? —es evidente que el señor Reid no se encuentra nada contento con las noticias.— Yo... —ella balbucea aún ensimismada, alternando la vista entre ambos progenitores—. ¿Qué hacéis aquí?— Eso no es importante...— ¿No lo es? —cuestiona la doctora bastante alterada. Aunque discuten, lo hacen en voz baja. Sin embargo, eso no evita que seamos el centro de atención de los invitados.— ¿No querías llamar nuestra atenci&oac
Capítulo treceYo tengo el poder*Adriano Di Lauro*Beso la frente de mi hija pequeñas antes de marcharme de la habitación. Incluso Federico se ha acostado temprano hoy sin poner ninguna pega. Supongo que la emoción debido a la noticia de la boda, junto a la actividad física, terminó por agotarlos.— ¿Papi? —su dulce voz me detiene en la puerta y resoplo. En los últimos tiempos suele hacer esto. No sé si finge estar dormida o simplemente el sueño se le ha vuelto ligero.— Dime, Ella.— ¿Falta mucho para la boda?Sin poder evitarlo, un suspiro escapa de mis labios. Alguien se encuentra aun más ansiosa que yo. No veo la hora de tenerla aquí, educando a mis hijos, siendo un ejemplo para ellos. Es la mujer perfecta para el trabajo, mi instinto me lo dice.— No, bambina —respond
Capítulo catorceLa boda e invitados inesperados*Cassandra Reid*Contemplo mi figura en el espejo sumida en un profundo silencio. Tal pareciera que voy a un funeral y no a mi propia boda.Mis padres no han venido, no han llamado. Al parecer han cumplido con su amenaza y yo ya no existo para ellos.No sé por qué esperaba que aparecieran aún después de dos semanas. A estas alturas debería estar acostumbrada a sus desplantes, reclamos, ofensas y decepciones..., pero no es así. Su indiferencia duele y las palabras de aquella noche continúan pululando en mi cabeza junto a las dichas durante años.Me he matado estudiando, he sobrevivido sola en un país extranjero y sin embargo, ellos solo son capaces de ver a una hija prófuga y rebelde.El día en que huí de San Francisco conocía a la perfección las posibles conse
Capítulo quinceSensaciones desconocidas*Cassandra Reid*Algunos invitados parlotean a mi alrededor, otros comen o beben mientras los niños corretean por el jardín... excepto Ella; la niña permanece a mi lado contemplando el escenario al igual que yo.— ¿Estás cómoda, cariño? —inquiero dejando ver una fraternal sonrisa.Estoy tensa, nerviosa y temo que en cualquier momento la burbuja me explote en la cara. Mis padres sonríen junto a los de mi ahora marido como si fueran los propios anfitriones de la fiesta. Me resulta imposible verlos aquí, satisfechos, sin recriminaciones hacia mí... Entonces recuerdo las palabras de Adriano. Él logró esto. Además, Gibson y Julietta Reid se encuentran en su hábitat natural, rodeados de la sociedad elitista de Italia.Devuelvo mi atención hacia la pequeña, quien asiente en respuesta moviendo los piececitos colgados de la silla.«¿Por qué no se relaciona con el resto de los niñ
Capítulo dieciséisDeseo*Adriano Di Lauro*Jamás pensé que disfrutaría tanto mi boda, pero lo hago. Mi recién estrenada esposa es una bailarina experta y me veo bailando un par de piezas con ella. Es sensual y a la vez delicada; una seductora nata.Ahora baila con mis hijos mientras yo lo hago con mi madre. Ver a los tres juntos resulta hipnótico y desata emociones enterradas hace mucho tiempo en mi interior.— Es una buena chica —comenta mamá siguiendo la dirección de mi mirada.— Lo sé —asiento al verlos sonreír despreocupados. ¿Cómo han establecido ese tipo de conexión? Ni idea, pero es algo muy extraño y sorprendente.— Será una buena esposa.Volteo a ver a mi madre para examinar su rostro con detenimiento. Algo ha cambiado—. Pens&eac
Capítulo diecisieteConfundida*Cassandra Reid*El calor me abraza la piel en tanto un leve cosquilleo se instala en un lugar desconocido para mí.El palpitar acelerado de mi corazón resuena en mis oídos y de manera inconsciente, abro más la boca.Él aprovecha para explorarme con un hambre voraz mientras yo lucho contra el sofoco. Creo que he dejado de respirar.He besado otros hombres, pero jamás he experimentado algo parecido.Su mano fría como un témpano de hielo se desplaza por mi piel encendida y llega hasta mi espalda baja. Los besos se trasladan a mi clavícula, dándome la oportunidad de recuperar el aliento. Entonces, sus dedos se cuelan debajo de la tela y una sensación indescriptible inunda mis sentidos.No soy consciente de las respuestas de mi propio cuerpo. Ha cobrado vida por sí mismo.
Capítulo dieciochoEl regalo de bodas*Cassandra Reid*Recuesto la cabeza en la ventanilla del auto y la miro con fijeza como si pudiera sobrepasar el cristal blindado. Ahora la tensión entre los dos es mayor que antes. Siquiera podemos cruzar más de tres palabras y cada acción parece forzada.Al día siguiente de la “no noche de bodas”, me dejó con los niños y desapareció sin más. Intenté entretenerme con ellos decorando la casa para recibir el año nuevo, incluso pasé horas tratando de entenderme con la consola, pero todo ha sido en vano, pues el italiano no sale de mi cabeza.Casi me acuesto con él. En menos de cuarenta y ocho horas me he replanteado mi conducta más de cien veces. ¿Qué hubiera pasado si no lo hubiera detenido? ¿Por qué lo detuve? ¿De dónde viene este deseo irrefrenable que me roba
Capítulo diecinueve: Tocar el cielo *Cassandra Reid* El auto aparca frente a la fuente de la fachada y me exaspera el ridículo protocolo de seguridad de los gorilas para poder salir. Al terminar la letanía, subo los escalones de dos en dos y entro a la casa como vendaval. — Buenas tardes, señora Di Lauro —el mayordomo me sigue el paso—. ¿Cómo...? — ¿Dónde está mi marido? —lo corto al instante. — El señor aun no llega. ¿Quiere que...? — Cuando llegue dile que me busque en la biblioteca —vuelvo a interrumpirle. Soy consciente de que estoy siendo muy grosera, pero me da igual. La sangre me hierve de la rabia. Camino por la biblioteca de un lado a otro en tanto vuelvo a repasar los documentos. Adriano ha comprado el treinta y cinco por ciento de las acciones del hospital y las ha puesto a mi nombre; lo cual me hace la socia mayoritaria del mismo. ¿Por qué lo ha hecho? ¿Pretende controlarme? Si es así, no pienso dejarle. Es ridículo que destaque una y otra vez la neces