Capítulo doce
Un buen equipo
*Stella Di Lauro*
Leo el papel una y otra vez, tratando de concentrarme en los números, pero el constante tintineo del bolígrafo sobre la mesa me impide la acción.
No alzo la vista, sin embargo, puedo sentir su mirada penetrante sobre mí. Estoy odiando a mi padre en estos momentos.
¿Por qué demonios me ha encargado este proyecto a mí si sabe que no lo apoyo?
¿Por qué le ha dado una oficina justo al lado de la mía?
Y sobre todo, ¿por qué tengo que trabajar codo con codo junto a él para idear una estrategia de lanzamiento al mercado? Lo mío son las
Capítulo trecePresa de la euforia*Stella Di Lauro*El auto se detiene frente a una especie de oficinas. Los guardaespaldas deben examinar el perímetro primero y al estar acostumbrada a esto por verlo todos los días, espero con paciencia.Por raro que parezca, mi acompañante se ha mantenido en silencio todo el viaje —el cual no tengo idea de cuánto ha durado—. La música ha sido nuestra más fiel compañera, pese a que no opaca la tensión palpable entre los dos.Por fin, un escolta le abre la puerta del coche para dejarlo salir. Yo intento hacerlo por mí misma, pero él me lo impide. Enrico rodea el auto y entonces, abre la puerta para mí antes de ofrecerme su mano como todo un caballero.
Capítulo catorce Cuando el cuerpo ignora al cerebro *Enrico Falconi* La veo entreabrir los labios, ansiando ser tocada por los míos y la piel me escuece queriendo tomarla. Los ojos azules son apenas unas rendijas y la risa ha desaparecido. Apenas soy consciente del lugar en el que estamos. Cualquiera podría tomar una foto y entonces, el caos de desataría. ¡Joder! Sería tan fácil besarla... Stella Di Lauro es demasiada tentación para la cordura de cualquier mortal. Me acerco hasta no dejar ni un centímetro de distancia entre los dos, rozo su boca con la mía sin apartar la vista de sus ojos y... «No, princesa. Todavía no» —Ha sido suerte de principiante —comento de buenas a prim
Capítulo quinceMe ha jodido bien jodida*Stella Di Lauro*El choque de nuestros labios es tan brutal que nos arranca un gemido a ambos al mismo tiempo.Nos detenemos por un segundo. Nos miramos a los ojos con fijeza, luego bajamos a los labios, sonreímos y entonces... cuando me quiero dar cuenta he saltado otra vez sobre esa boca que me grita que la posea, que la tome con pasión y me mude a vivir en sus ganas de la mía.Es como si estuviéramos conectados por un hilo invisible que nos hiciera movernos en sintonía.Me acaricia las mejillas mientras lame con su lengua la mía y atrapo su cabello castaño detrás de la nuca entre mis dedos, sintiendo cómo el mundo parece detenerse en el instante justo en que me entrego a él. Ya me resulta imposible resistirme, no
Capítulo dieciséisEs muy fácil cuando se ve desde fuera*Stella Di Lauro*Sus labios recorren cada espacio de piel expuesta mientras que de mi boca solo salen gemidos. Mi espalda se despega de la cama en el preciso momento en que sus dientes atrapan mis bragas para deslizarlas por mis piernas y una vez fuera, lanzarlas al suelo.Con sus manos y pies escala por mi cuerpo ya completamente desnudo hasta llegar a mi rostro y besarme con una pasión arrolladora. Muerde sin importarle hacerme daño y tira de mi labio inferior con fuerza. Para mi sorpresa, no duele, solo me excita más y más. Todo en él es erótico, incluso el simple hecho de verle sonreír ya lo hace desprender un magnetismo sexual al cual no puedo resistirme.—Soñarás cada noche conmigo hasta que tus deseos se hagan realidad, princesita —murmura contra mis labios antes de desaparecer frente a mis ojos.Despierto al instante y como es habitual, me encuentro empapada en sudor y con la respiración agitada. Observo la hora en el re
Capítulo diecisiete: La hora de las confesiones se acerca *Stella Di Lauro* El desayuno familiar resulta bastante caótico como siempre, pero divertido. Sentarme a la mesa junto a mi familia es una de mis partes favoritas del día. —¿Quién se ha comido la última dona de chocolate? —exclama Fede insultado. —¡Ha sido el monstruo de los chocolates! —responde el más pequeño de la casa y casi al instante, las miradas de todos se enfocan en él. Gibs me recuerda tanto a Adriano que me da dolor de cabeza imaginármelo con sus travesuras y problemas de faldas en un par de años. La única diferencia entre ellos parece ser que el menor tiene una mente más infantil y menos sucia, pero no tengo dudas de que dentro de poco se pondrá al día con ello. Ahora me gusta mucho el toque de inocencia que contrasta con su característica picardía. Aunque él y Pietro ya tengan trece y quince años respectivamente, siempre serán los niños de la casa. —El monstruo se ha comido mi dona y tú al monstruo, ¿no? —l
Capítulo dieciocho:Cuando el destino se impone sobre la voluntad*Stella Di Lauro*—¿Qué está sucediendo contigo, cariño? —repite la pregunta una vez más con evidente preocupación al no obtener respuesta—. Te comportas de forma diferente desde hace unas semanas atrás y tengo la ligera impresión de que todo este tema del nuevo proyecto y las peleas con tus hermanos está relacionado. Piensa muy bien la respuesta que me darás, porque sabes a la perfección que a mí no puedes ocultarme nada.Cierro los ojos por unos instantes para dejar escapar un largo suspiro.Tiene toda la razón, con ella no tengo secretos. Tal vez, si le cuento el meollo que tengo encima, consiga aclararme un poco la mente. La cuestión es cómo explicarlo, si ni siquiera yo misma le encuentro pies ni cabeza al problema.—No sabría por
Capítulo diecinueve:La peor de las torturas*Stella Di Lauro*Tengo la ligera impresión de que, por un momento, el mundo desaparece a nuestro alrededor mientras nos quedamos clavados en nuestros sitios, mirándonos con fijeza.¿Qué hace aquí? ¿Me ha seguido?Lo veo caminar hacia nosotras y mi instinto de supervivencia me incita a correr, sin embargo, el brazo que me une a mi madre me lo impide.—Buenas noches —saluda desplegando su característico encanto—. ¡Pero qué agradable sorpresa encontrarme con tan bellas damas! Señora Di Lauro —centra su atención en mi acompañante—, creo que no nos han presentado formalmente. Soy…—Enrico Falconi —completa ella la frase mientras extiende la mano libre para saludarlo. Él por su parte, decide besar el dorso de la misma como un caballero de la épo
Capítulo veinte:Cuando dejas de luchar*Stella Di Lauro*—¿Cómo? —juraría que la pregunta se le escapa sin que pueda detenerla.—Me has oído bien la primera vez —le corto el rollo—. ¿Cómo ha sabido que vendría? ¿Acaso el traidor de mi hermano te lo dijo?Último capítulo