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Compruebo la hora en mi teléfono móvil y voy al baño, dándome cuenta de que falta media hora para que Liam salga del trabajo. Después de una rápida ducha, me puse una de las nuevas lencerías y un sencillo vestido encima.

Cuando estaba en reposo, Liam me colmó de regalos. Todos los días llegaba a casa con algo nuevo. Y entre los muchos regalos había varios conjuntos de lencería. Me dijo que cuando me dieran el alta, tendría que llevarlos todos y en días diferentes.

Hace más de una semana que salí del reposo y ni siquiera nos hemos tocado. Está bien que sea mi culpa, porque después de lo que descubrí, terminé en una especie de luto sin muerte. No quería hablar y no quería comer. Liam llamó al psicólogo, que después de una hora me hizo ver que no valía la pena quedarse así. Mejoré, pero

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