LuciaResultó que Holly y Mike estaban saliendo juntos, algo así como un amorío intenso, era lo que ella había dicho.Después de haber llegado vociferando a la supuesta amante de Mike en el aeropuerto no tuvo más opción que contarme todo y no ocultarlo más. Fue una sorpresa para ella de que Damián y Mike resultaron ser amigos y socios, también para Mike que Holly fuera mi mejor amiga, es que definitivamente el mundo era un pañuelo.No la culpé por ocultarlo, entendía que estaba empezando una relación y que quería estar segura, por otra parte yo me había sumergido de lleno a la empresa dejando de lado las conversaciones y salidas con mi amiga, a parte de que me había absorbido la relación intensa que tenía con Damián, así que si había que culpar a alguien sería a mí. Lo sé, era una mala amiga.Lo más sorprendente de todo no fue enterarme de esta manera de su relación sino haberla encontrado aquí, en Sheffield, en otra ciudad y con el mismo objetivo. Estar con nuestros chicos, ni si lo h
DamianEra perfecto, el paisaje era perfecto. Era el mejor paisaje que había podido apreciar en mi vida y no estaba hablando de las enormes palmeras que tocaban el techo, ni las plantas y flores exóticas que rodeaban al enorme jardín, tampoco hablaba de las rosas de todos los colores que ahí se encontraban, aunque estas fueran rojas, sus preferidas, no, ninguna hacía honor a su belleza, yo hablaba de ella, de Lucía. De mi diosa Salvaje. Hablaba de ella y de la forma como apreciaba la naturaleza. Verla apreciar las flores con entusiasmo, verla olfatear las rosas como si fuera el aroma más agradable del mundo, verla como las acariciaba con delicadeza como una niña que cuida su juguete favorito, era mi paisaje perfecto. Saber que se deslumbraba con cosas pequeñas como estas, que su sonrisa se ensanchaba con tan solo admirar la naturaleza, que ella era más sencilla y angelical de lo que creí… Esos pequeños detalles solo hacían que la amara más. Porque sí, amaba a Lucía Abbey Spencer. La
LuciaTeníamos más de una semana de haber llegado a Kensington, yo había tomado mi vuelto antes, pues tenía que encargarme de algunas cosas de A&S asociados, y Damián todavía le quedaba mucho trabajo por hacer en Sheffield referente al problema que estaba enfrentando Connor Tech en esa ciudad. Así que se había demorado tres días más allá y había regresado después que Holly y yo lo habíamos hecho. Pensaba en lo maravilloso que había sido el tiempo que estuvimos allí, los lugares que visitamos, las citas dobles que tuvimos con Mike y Holly, todas las palabras de amor que Damián me dijo y todo lo que estábamos viviendo hasta ahora, llegaba a mi mente un recuerdo tras otro mientras miraba las gotas de lluvia caer por el enorme ventanal, estábamos a mitad de septiembre y ya empezaba a acercarse la temporada de lluvias y tempestades en Londres, claro que eso era todo el año, solo que en esta época a finales de septiembre y durante todo el mes de octubre se intensificaban más. Veía cómo las
49. Como caperucita roja y el lobo feroz. Damián. Por fin tuve una noticia buena en todo este caos que había tenido últimamente en mi vida. Nada me estaba saliendo bien, Harvey no había podido dar con la imagen de las dos personas que habían intentado ingresar a la empresa sin autorización, Adam seguía merodeando a mi mujer y lo peor de todo, lo que más me desesperaba era no poder continuar con los preparativos para la pedida de mano de Lucía, eso me tenia desesperado, quería gritarle al mundo que era mía, quería hacerla mi esposa cuanto antes. Pero gracias a la llamada que había contestado empezaba a volver todo a su sitio, empezaba a organizar todo nuevamente. Colgué la llamada con mi madre y bajé las escaleras al ver que Lucía demoraba en subir, estaba detrás de la barra de la cocina tomando agua de un vaso, al acercarme a ella noté que su semblante había cambiado. —Era mi madre, quiere vernos mañana y nos ha invitado a desayunar en la mansión —dije acercándome a ella con sigil
50. Más fácil es cerrar un contrato. Damian. Bajamos del coche e ingresamos a la mansión Connor, estaba iluminada y pulcra como siempre. Mi madre nos esperaba ansiosa en la puerta de la casa, se le notaba lo mucho que le agradaba tenernos en casa, saludó a Lucía con un beso en la mejilla seguido de un abrazo, no sé si su felicidad tenía que ver con que estuviéramos en la mansión de visita, o era porque sabía que le pediría matrimonio a Lucía, el hecho era que desbordaba felicidad. Si ese era el caso necesitaba ser cauteloso y evitar que mamá cometiera una imprudencia si no quería estropear la sorpresa que tenía para Lucía, ella era una mujer inteligente y en cualquier momento podría enterarse de lo que le estábamos escondiendo, más cuando mi madre estaba actuando de una manera extraña. Al entrar pasamos directamente al jardín donde ya nos esperaba una mesa elegantemente decorada para tomar el desayuno y se suponía que era un desayuno sencillo. —No saben cuan feliz me hace que est
51. El comienzo de mi pesadilla. Lucía Corría como niña pequeña en el jardín de la mansión Connor, llevaba puesto un vestido rosa y un listón del mismo color que envolvían mis dos coletitas, era extraño porque aunque estaba vestida como niña sabía que era yo, la Lucía adulta, corría de un lado para el otro dando saltitos de felicidad, giraba y giraba y danzaba como si fuera una bailarina, mientras lo hacía, ví a mi padre a lo lejos y no dudé en correr hacia él, sus brazos siempre eran mi refugio. Tarareaba la canción que papá me cantaba para consolarme cuando estaba llorando, mientras daba saltos hasta acercarme a él, mi corazón se regocijó cuando estuve apunto de ser arropada por sus brazos, no sabía que anhelaba tanto un abrazo de papá, sin embargo, no era él, no era papá, era Damián el que me sostenía en sus brazos. Aunque me sentía bien al estar rodeada por él, mi corazón de niña anhelaba un abrazo de papá, lo busqué por todos lados y no lo encontré, se había ido ¿Pero cómo? Si
Sí, mil veces sí. Lucía Entramos al apartamento de Damián para cumplir con el segundo paso en la lista, ponerme linda. Miré de reojo como papá detallaba el apartamento, una sonrisa de él se escapó cuando miró los tres últimos ramos de flores que Damián me entregaba a diario y que Rossi había acomodado sobre la mesa, algunos estaban aquí y otros en mi oficina. —Puedes esperar por ahí, no me tardaré —dije mientras subía las escaleras pensando en qué atuendo usar para la ocasión. —Espera, casi olvido entregarte esto —sacó del saco de su traje un sobre igual al que me había entregado en mi oficina. —¿Hay más? —Recibí el sobre, saqué la tarjeta que era igual a la otra, tallada con letras doradas y leí lo que decía esta. Si has recibido esta Tarjeta es porque has llegado al paso dos. Así que, sube a tu habitación y revisa la caja que está sobre la cama. Recuerda NO hacer preguntas. Y sobre todo cumplir con el paso 3Dí que sí a todo. Hice lo que indicaba la tarjeta y subí las es
Lucía. Nos dirigimos a la cabaña, donde habían adecuado mesas y sillas para la celebración. La felicidad que me embriagaba no podía ser opacada por nada ni por nadie. Nunca me imaginé, cuando me levanté por la mañana, que hoy sería un día especial. Jamás pasó por mi mente que Damián me pediría matrimonio hoy, menos, de esta manera tan original y hermosa. Debo admitir que supo planear bien todo. Y papá fue un excelente actor. —¿Cuánto tiempo llevabas planeando esto? —pregunté. —Desde hace mucho supe que quería que fueras mi esposa, pero si hablas de la pedida de mano, se me metió entre ceja y ceja desde Sheffield. Estando todo ese tiempo alejados, supe que no podía vivir sin ti —besó mis labios con delicadeza. —¿Ya habías comprado el anillo en Sheffield? Se me hacía extraño porque el tiempo que estuve allá no mostró nunca que estuviera organizando una pedida de mano o que llevara algún anillo guardado por ahí. Siempre se mantuvo en la empresa, además del tiempo que pasamos junto