49. Como caperucita roja y el lobo feroz. Damián. Por fin tuve una noticia buena en todo este caos que había tenido últimamente en mi vida. Nada me estaba saliendo bien, Harvey no había podido dar con la imagen de las dos personas que habían intentado ingresar a la empresa sin autorización, Adam seguía merodeando a mi mujer y lo peor de todo, lo que más me desesperaba era no poder continuar con los preparativos para la pedida de mano de Lucía, eso me tenia desesperado, quería gritarle al mundo que era mía, quería hacerla mi esposa cuanto antes. Pero gracias a la llamada que había contestado empezaba a volver todo a su sitio, empezaba a organizar todo nuevamente. Colgué la llamada con mi madre y bajé las escaleras al ver que Lucía demoraba en subir, estaba detrás de la barra de la cocina tomando agua de un vaso, al acercarme a ella noté que su semblante había cambiado. —Era mi madre, quiere vernos mañana y nos ha invitado a desayunar en la mansión —dije acercándome a ella con sigil
50. Más fácil es cerrar un contrato. Damian. Bajamos del coche e ingresamos a la mansión Connor, estaba iluminada y pulcra como siempre. Mi madre nos esperaba ansiosa en la puerta de la casa, se le notaba lo mucho que le agradaba tenernos en casa, saludó a Lucía con un beso en la mejilla seguido de un abrazo, no sé si su felicidad tenía que ver con que estuviéramos en la mansión de visita, o era porque sabía que le pediría matrimonio a Lucía, el hecho era que desbordaba felicidad. Si ese era el caso necesitaba ser cauteloso y evitar que mamá cometiera una imprudencia si no quería estropear la sorpresa que tenía para Lucía, ella era una mujer inteligente y en cualquier momento podría enterarse de lo que le estábamos escondiendo, más cuando mi madre estaba actuando de una manera extraña. Al entrar pasamos directamente al jardín donde ya nos esperaba una mesa elegantemente decorada para tomar el desayuno y se suponía que era un desayuno sencillo. —No saben cuan feliz me hace que est
51. El comienzo de mi pesadilla. Lucía Corría como niña pequeña en el jardín de la mansión Connor, llevaba puesto un vestido rosa y un listón del mismo color que envolvían mis dos coletitas, era extraño porque aunque estaba vestida como niña sabía que era yo, la Lucía adulta, corría de un lado para el otro dando saltitos de felicidad, giraba y giraba y danzaba como si fuera una bailarina, mientras lo hacía, ví a mi padre a lo lejos y no dudé en correr hacia él, sus brazos siempre eran mi refugio. Tarareaba la canción que papá me cantaba para consolarme cuando estaba llorando, mientras daba saltos hasta acercarme a él, mi corazón se regocijó cuando estuve apunto de ser arropada por sus brazos, no sabía que anhelaba tanto un abrazo de papá, sin embargo, no era él, no era papá, era Damián el que me sostenía en sus brazos. Aunque me sentía bien al estar rodeada por él, mi corazón de niña anhelaba un abrazo de papá, lo busqué por todos lados y no lo encontré, se había ido ¿Pero cómo? Si
Sí, mil veces sí. Lucía Entramos al apartamento de Damián para cumplir con el segundo paso en la lista, ponerme linda. Miré de reojo como papá detallaba el apartamento, una sonrisa de él se escapó cuando miró los tres últimos ramos de flores que Damián me entregaba a diario y que Rossi había acomodado sobre la mesa, algunos estaban aquí y otros en mi oficina. —Puedes esperar por ahí, no me tardaré —dije mientras subía las escaleras pensando en qué atuendo usar para la ocasión. —Espera, casi olvido entregarte esto —sacó del saco de su traje un sobre igual al que me había entregado en mi oficina. —¿Hay más? —Recibí el sobre, saqué la tarjeta que era igual a la otra, tallada con letras doradas y leí lo que decía esta. Si has recibido esta Tarjeta es porque has llegado al paso dos. Así que, sube a tu habitación y revisa la caja que está sobre la cama. Recuerda NO hacer preguntas. Y sobre todo cumplir con el paso 3Dí que sí a todo. Hice lo que indicaba la tarjeta y subí las es
Lucía. Nos dirigimos a la cabaña, donde habían adecuado mesas y sillas para la celebración. La felicidad que me embriagaba no podía ser opacada por nada ni por nadie. Nunca me imaginé, cuando me levanté por la mañana, que hoy sería un día especial. Jamás pasó por mi mente que Damián me pediría matrimonio hoy, menos, de esta manera tan original y hermosa. Debo admitir que supo planear bien todo. Y papá fue un excelente actor. —¿Cuánto tiempo llevabas planeando esto? —pregunté. —Desde hace mucho supe que quería que fueras mi esposa, pero si hablas de la pedida de mano, se me metió entre ceja y ceja desde Sheffield. Estando todo ese tiempo alejados, supe que no podía vivir sin ti —besó mis labios con delicadeza. —¿Ya habías comprado el anillo en Sheffield? Se me hacía extraño porque el tiempo que estuve allá no mostró nunca que estuviera organizando una pedida de mano o que llevara algún anillo guardado por ahí. Siempre se mantuvo en la empresa, además del tiempo que pasamos junto
Lucia—¡Feliz cumpleaños cariño!.Escuché entre dormida y cuando intenté abrir los ojos pude apreciar la figura de mi futuro esposo con su torso desnudo, solamente llevando un bóxer puesto. El día que Dios creó a nuestro futuro esposo estaba contento, mi diablillo no se había despertado muy bien y ya estaba quitándose la braga para su faena. Tenía una bandeja en sus manos con lo que supuse era mi desayuno, se acercó a mí pausadamente con una rosa en su boca y depositó la bandeja sobre mis piernas para luego entregarme la rosa en mis manos. —Feliz cumpleaños cariño. Hice tu desayuno favorito. —Gracias, amor. —Olí la flor hasta despertarme por completo y sonreí perezosamente. Miré lo que tenía en las piernas, y no se había equivocado. En ella había ensalada de frutas, beicon, huevos fritos, patatas y salchichas, todo ello acompañado por una tostada y mi infaltable café. Sí, era mi favorito.Recordé a papá llevándome el desayuno a la cama sin falta el día de mi cumpleaños cuando era
Lucia —Aló —contesté, pero no tuve respuesta inmediata del otro lado de la línea. Fruncí el ceño, confundida; sin embargo, comprendí enseguida de lo que se trataba. Sonaba la canción que Adam tenía por costumbre cantar el día de mi cumpleaños. Hoy cumple años la rosa roja más hermosa antes vista —logré escuchar la canción y también la voz de él cantándola.Nació entre la nieve y por eso es su hermosura, vive eternamente porque aguanta frío, calor…Siempre tuve la duda si esa canción la había inventado él o si era alguna melodía infantil ya existente, y al escucharla de voz de niños confirmé que era esto último. Confieso que me gustaba que me la cantara y que me despertara todos los años con ella el día de mi cumpleaños, me parecía original, pues nunca antes la había escuchado, además hablaba sobre rosas rojas. Sin embargo, ahora la encontraba desagradable y no por la letra de esta, sino por él.Pensé que ya estaban las cosas claras
Lucia.Estaba conmocionada.Pude escuchar a lo lejos voces de médicos dando indicaciones mientras paramédicos y enfermeras socorrían a papá. Todo en mí era confusión.No podía creer estar viviendo algo así.Los ojos de todas las personas que estaban presentes en la fiesta se cernieron sobre mí como dagas que atravesaban mi cuerpo y llegaban hasta mi alma. Me sentí desnuda y vulnerable ante ellos. Sin embargo, no me permití detenerme a pensar en cómo me sentía ni en cómo me siento, no me lo merezco, no, al ver a papá luchar por su vida a causa del escándalo que he protagonizado.Los altos tacones tallaban mis pies mientras corría para mantenerme al lado de él, pero no sentía dolor en ellos, la horrible opresión en mi pecho era lo único que podía sentir y que no me dejaba respirar con normalidad Lo ingresaron en una sala donde por más que supliqué no nos permitieron seguir avanzando, obligándome así a separarme de él.