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Invasores de Sueños
Invasores de Sueños
Por: Tina Monzant
Volcán en Erupción

Pensar en el primer día de clases del año escolar, es estresante por no decir atroz, mi último año y aún no decido que hacer con mi vida, vivo en HollowRock, donde la población juvenil a la edad de diecinueve abandona la ciudad por falta de futuro y perspectiva. No tenemos universidad, motivo por el que la mayoría se va y son pocos los que regresan. Y más estresante aún, con el loco cambio de look. Que en mala hora me deje convencer de hacerme por mi mejor amiga.

«Viéndolo bien, lo de mejor amiga me lo replantearé»

En general, siempre he sido una persona que pasa desapercibida y no me gusta el ser el centro de atención. Ahora, es casi imposible pasar inadvertida, con verme al espejo, mi cabello grita: ¡AQUÍ ESTOY! en neón muy rojo según los gustos de mi amiga e imposible de quitar, ya que arriesgó nuestra amistad de toda una vida. Tendría que matarla para poder quitármelo, digamos que tengo un poco de consuelo, puesto que no estoy sola, Lee, nuestra segunda mano derecha, bajo coacción, también permitió que hiciera su “magia” en su cabello. Sólo que no es tan notable como el mío.

Suena el despertador, lo apago y me levanto de la cama, en automático, por fin hoy inicia el nuevo ciclo escolar y con él, mi rutina. Entorno mis ojos al recordar el caos que fue el día de ayer.

¡Oh, Dios! Paython, ¿Qué has hecho? pregunto con horror, frente al espejo, mis ojos verdes saliéndose de sus cuencas en ese momento.

Solo mejoré tu color, ese tono rojizo era muy insípido para esta temporada, ahora eres una especie de... ¡volcán en erupción! contesta aplaudiendo emocionada.

Mi cara neutra e indescifrable, reflejo contrario de mi estado interior. Incapaz de hablar al verla, sonrío, si hago algún gesto de desagrado, me matará o Pay gritará dejándonos sordos a toda la cuadra a la redonda, hará su drama y sería el estallido de la tercera guerra mundial que acabaría con todos nosotros.

¡Lo mejor para ti cariño! Te ves sexy bebé, ya verás todos caerán a tus pies, además es nuestro último año, es necesario tener la experiencia completa y para eso hay que atraer hombres. sube y baja sus cejas de forma sugerente.

Y... aquí vamos con el tema, lo que menos necesito es la atención de los descerebrados niñitos de mami e infantiles de la escuela. Dejando atrás la imagen de la extraña en el espejo me dispuse a escuchar de nuevo el discurso:

Con Meghan y sus sequitas endemoniadas y sin cerebro, no podremos tener oportunidad de conseguir a nadie y lo sabes, con este cambio haremos la diferencia, los tres saldremos del sótano. No me confunde con ese “no podremos” y “haremos la diferencia” está tratando de decir “no podré” y “haré diferencia” todo es singular, dirigido a mí, disfrazado de plural.

Ella es una bomba sexy, nada más con ese cuerpo de infarto, esa cintura de abeja y la cara de ángel, podría tener a quien quisiera. Ya con sus manos a ambos lados de la cadera es imposible discutir con ella. Es su marca particular que dice: no admito discusión alguna.

Por mi parte, Pay déjame decirte que no estoy interesado en salir, ni del sótano, ni de ninguna parte, así que, te agradezco haber hecho un trabajo discreto en mí. puntualiza Lee, insufrible con su firme decisión de no terminar con sus relaciones familiares, pues de contarle al mundo su estatus de “le entro a todo, tanto chicas, como chicos”, arruinaría su vida. Espera poder terminar la preparatoria e irse a la universidad para poder ser libre de los ojos de sus padres, tan tradicionalistas que sería una deshonra para ellos. Con eso y todo yo lo adoro, es mi mejor amigo.

Sí claro, a ti te tocó la mejor parte, con esos reflejos morados jamás se notarán, pero… ¿y yo...? desisto en continuar la oración, al ver los ojos verdes como el mar Caribe, transformarse en rojo, casi como mi cabello de pura ira. Sabrán que Paython es la persona más hostil que conozco y pacifista a la vez, es una contradicción por si sola y es incapaz de aceptar sus errores, ya que según ella: “todo lo que hago, de algún modo, termina bien” y por supuesto imposible cometer tal barbaridad, apartando eso, ella es una persona con un corazón tan grande que no le cabe en pecho. «Que también es bastante grande, comparado con el mío».

¿Sabes? antes del baile de bienvenida, me lo agradecerás, Samantha Grimm.

Salgo de mis recuerdos en favor de llegar a tiempo. Son las siete de la mañana, el sol del otoño apenas asoma por mi ventana, la abro para absorber la vitamina D y la brisa cálida llega a mi rostro como una caricia matutina. Me encuentro optimista a pesar de todo, este año será diferente. ¡Lo sé!

Al pisar el campus de la preparatoria Hudson, todo es como antes de vacaciones, las animadoras, los jugadores de Lacrosse y las grouppies en busca de un guiño de los jugadores, los hippies, los nerds, los oscuros o emos, esos que visten de negro y te miran con cara de fastidio. Siempre he creído que es como clasificar la cadena alimenticia, desde el más fuerte, al más débil.

Yo estoy en la mitad. Sin querer ser popular y plástica como Meghan O'sharey su séquito de clones: Chloe Riley es la más parecida a ella, con sus cabellos rubios y largos hasta sus diminutas cinturas, la única diferencia entre ellas es el color de sus ojos, los de Chloe son azules a diferencia de Meg, ―como a ella le gusta que le digan sus amigos, o la diosa del campus como le dicen sus fans―, quien es amada por algunos y odiada por muchos. Tiene un color de ojos Hazel, es un tono muy extraño entre amarillo y verde «realmente maléficos» de esos que te desgarran al mirarte como las zarpas de un dragón y tan delgadas, casi al punto de parecer enfermas.

Junto con ellas, se encuentra Sussy Conningham; la más normal de las tres, de ojos cafés o marrón y una mirada no tan… superficial, siendo más voluptuosa que las anteriores, lindas curvas, con el cabello rubio, más claro por el peróxido, «imagino que el producto también habrá afectado sus neuronas», y con una eterna dieta con la ilusión de verse como las otras dos.

Detrás de ellas los guapos jugadores de Lacrosse y hermanos de fraternidad. Con las mismas cualidades: todos perfectos, hijos de mami y papi, atléticos. Juntos son una masa llena de músculos, al acecho de todas las porristas; Meghan, Chloe y Susi, son las principales «por supuesto», y éstas a su vez, queriéndose a sí mismas y a nadie más que no sea hermoso y perfecto como ellas. Lo importante en su eslabón es la apariencia.

Entre todos ellos, está Donnovan Hunter; siempre he pensado que está en el lado equivocado, centro campista del equipo de Lacrosse. Los Osos de Hollow y a pesar de su apariencia, rubio natural, piel tersa y bronceada, sus hermosos ojos azul claro, cejas pobladas y perfectas, con unos labios en realidad, besables y su cuerpo de adonis; no es plástico y superficial como los demás.

De él, sé que se mudaron a Hollow hace aproximados diez años, que su hermano mayor Drew, salió de la preparatoria el año pasado y se fue del pueblo a estudiar. Su papá tiene una tienda de caza y pesca y su mamá es médico de emergencias en el único hospital que existe en HollowRock. Y que he estado digamos... algo más que pendiente de él, durante los últimos tres años. Aún y cuando sé que no entro en su categoría. No puedo sacármelo de la cabeza.

Luego estamos nosotros: Paython White, de tez blanca con su cabello negro azabache, ojos verdes, la hacen una belleza exótica y el discreto aro en su nariz, te hace saber que no debes meterte con ella. Es mi mejor amiga desde el jardín de niños. Y Lee Young, con ascendencia asiática, esbelto, con una cara tan angelical que fue tallada por los dioses «según él», el lunar que luce en su barbilla es distintivo, pero no lo hace menos lindo y con una insana pasión por la moda, su dios es Dior e infinidades de deidades pertenecientes a ese estilo de vida.

Desde que lo conocí el año pasado mi vida cambió, ahora tengo una mejor apariencia, no soporta verme mal vestida, ni a nadie. Y por último yo, Samantha Grimm, creo ser la clásica chica de pueblo. Mis ojos verdes y mi pelo rojizo es lo más destacable de mí físico, al ser pelirroja natural, mis pecas están presentes, y ¡gracias a Dios, Casi no se notan! Los tres somos inseparables.

Y para cerrar quedan las minorías, los que pertenecen al club de matemáticas, teatro o literatura, con sinceridad, creo que nosotros tres no conformamos un eslabón como tal, sin embargo, como dice Paython: «no nos mezclamos con nadie y no pertenecemos a nada» ese es nuestro lema, de hecho, tenemos unas camisetas con ese slogan, cortesía de ella.

Nos encontramos en la cafetería antes de clases para revisar nuestros horarios. Hoy tengo Historia del Mundo, la comparto con Lee. Pay, se decidió por otra cosa, escogió Biología, la historia no es su fuerte. Odia las guerras.

―Entonces Lee, dímelo antes de entrar a clase, ¿cómo me veo?

Paython, sería capaz de regresar a su casa solo con la opinión de Lee respecto a su atuendo, que para mí es espectacular, una falda de mezclilla súper ajustada, botas negras hasta el muslo y una blusa roja con uno de los emblemas que la caracterizan donde reza: «Si te metes conmigo, tengo una zanja con tu nombre» y para completar un abrigo negro que llega hasta sus rodillas. Contrario a ellos, voy de manera sencilla, solo le pedía a Dios que llovieran sombreros para lograr esconder mi cabello.

―Es aceptable Pay, podrías esforzarte un poco más mañana, pasará por hoy, pero tú… Sam, estás demacrada, simple, desentonas con tu cabello, ¡tan fabuloso!

Al parecer mi pantalón de mezclilla y mi blusa verde, no pasaron muy bien la prueba. Ruedo mis ojos y digo con tono de resignación, levantando las puntas de mi cabello:

―¡Imposible que logres que me ponga algo más llamativo que esto!

Abre la boca para decirme algo, luego de unos segundos, lo piensa mejor y la cierra, Paython me ignora y se gira hacia Lee.

―Fin de la revisión. Nos vamos, se hace tarde. ―dictamina la generala, y sin más salimos a encontrarnos con la jungla.

Estoy en el intento de localizar mi casillero para dejar la carga de libros de hoy, cuando logro por fin ubicarlo, descubro que justo al lado esta él; Donnovan, metiendo sus libros y luciendo tan guapo como siempre y por milagros del destino su casillero queda justo a mí lado.

Respira y camina, Sam, solo respira y camina. Es el mantra que me repito mientras mis pasos me guían sin detenerse. Casi exploto de la emoción teniendo a Donnovan, a pocos centímetros de mí.

Una voz que hace tiempo pasó la etapa del desarrollo para transformarse en una taza de chocolate caliente y malvaviscos me dice:

―Hola Samantha, que lindo color. ―Giro tan rápido que caen al suelo todos mis libros, mi corazón galopa a mil por hora y con la firme intención de salirse y esparcirse ante los pies de Donnovan como tributo de mi enamoramiento.

«Aquí estamos, somos nerviosismo y torpeza apareciendo en tus mejores momentos».

 ―Eh… ¡Gracias! ―Es todo lo que puedo decir antes de lanzarme al suelo por mis libros «no mi corazón» y junto conmigo, Donnovan para ayudarme.

Su mano roza el dorso de la mía y una corriente de estática, corre por todo mí brazo hasta mi cuello.

¡Dios mío!

Me quedo embelesada mirando sus ojos, esos ojos«¿Puedo ser más obvia y delante de él?» Bajo la mirada de nuevo, al punto de contacto de nuestras manos y noto una cicatriz reciente en su antebrazo cubierto con una pieza de cuero negro que va desde su muñeca hasta la mitad de este. Rápido aleja su brazo, cuando ve mis ojos puestos en ella.

―Lo… lo siento… nervios del primer día. ―Justifico mi torpeza con mucha vergüenza.

―Tranquila, te entiendo. Puede ser intimidante a veces. ―Y ahí está, su sonrisa cegadora. Necesito poner a trabajar mis neuronas, si no antes de que termine esta pequeña charla voy a babear.

«O ponerme en la piedra angular para el sacrificio».

—Sí, es del todo cierto. ―secundo, poniéndome de pie, metiendo un mechón de cabello detrás de mi oreja, acto reflejo de mi torpeza.

—Nos vemos por ahí, Samantha. No lo cambies. ―pide, tomando una porción de cabello y soltándolo al alejarse.

Meto de nuevo el cabello detrás de la oreja, veo como camina por el pasillo, también observo a Meghan y su pandilla, siempre rodeada de dos o tres atletas, aún no llegan al sitio donde estoy, pero al pasar donde me encuentro, me mira directo y si las miradas mataran, hace rato me estarían velando.

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