Después de despedirse anoche de las chicas Habiba le había dicho cosas raras que ahora cobraban sentido:En algún momento, León se pondrá algo curioso.Curioso ¿Cómo?No puedo decir más o tu rostro te delataría si lo sabes todo. Asegúrale que eres su esposa y que nadie más puede reclamarte. Solo eso.–dijo ella y recordando se abalanzó sobre el teléfono, en la madrugada había recibido mensajes de las chicas anunciando que habían llegado con bien y antes que ellos, así que esa parte estaba más que finalizada. -¿Habiba a que te referías con eso de que solo pertenezco a León?-preguntó en cuanto su llamada fue contestada.Ya se lo dijiste ¿no es así?¿Tú enviaste todo esto?Explícate.Si se comprueba que llevas tiempo sin estar con tu esposo, ejem… si no has tenido relaciones con él en un lapso de tiempo considerable, gente de cierta indómita tribu considera invalido el matrimonio… y los hijos solteros del Líder pueden reclamar a la esposa desatendida.¿Qué?Empiezan mandando regalos y se
Fue hacia allá intentando calmarse, ciertamente quería reclamar el hecho de no haber sido obedecido. No se trataba de un tonto capricho, alguien la quería, alguien la deseaba y estaba dispuesto a enfrentarse a él, quien debajo de la capa de refinamiento que lucía, había un guerrero forjado durante años que solía ser letal. Deseaba sobremanera que se apareciera el que se había atrevido a iniciar esa tontería para hacerlo pedazos. Entró y azotó la puerta, no la vio por ningún lado y la llamó sin contestación alguna. Su corazón empezó a latir desbocado, la buscó por toda la habitación que si bien era como un enorme departamento, la recorrió en segundos y al no hallarla, corrió hacia la puerta, esta se abrió y Gabriela entró, él suspiró de alivio.¿Dónde estabas? –le dijo a bocajarro.Donde estabas tú, más bien. –la vio quitarse los tacones nada más entrar. Tragó saliva al verla tan preciosa, eso lo enervó al recordar que era observada de cerca.Te dije muy claramente… -empezó y ella alzó
León no recordaba haberse sentido así, quería gritar y obligar a Gabriela a retractarse. Después de sus fatídicas palabras, no había pensado, había actuado por inercia, su salvaje yo interior había guiado sus actos, sus manos habían bajado a su cintura y levantándola del suelo la había llegado a la cama en dos segundos y la había dejado allí con leve brusquedad.Por muy salvaje que fuera, no se la había echado al hombro como le hubiera gustado, no quería provocarle dolor en su herida. No la había lanzado a la cama tampoco, pero a duras penas se controlaba. Ella se incorporó sobre sus codos y le lanzó una mirada fúrica, ¡lo que le faltaba! Me hubieras aventado. –le dijo escupiendo las palabras. -¿Eso querías no?¿Las gracias? –preguntó él con voz baja. A ella se le erizó la piel. Realmente estaba furioso.Sí. –dijo ella provocándole. Que ardiera el mundo, su mundo… ella eso quería.Retráctate.¿Sólo soy eso? –dijo acercándose a ella y tendiéndose encima sin aplastarla, ella se vio so
La orquesta tocaba una suave melodía cuando el primer invitado se atrevió a sacar a Gabriela, no era común que en un país árabe la esposa tuviera dicha libertad, sin embargo, Durban tenía una apertura diferente y que demostraba cada vez más. Por lo que después de una reverencia el hombre le pidió un baile y ella aceptó. No necesitó ver hacia León para pedir permiso o para decirle que volvía, de hecho, solo cruzaba con él las palabras esenciales y se limitaba a expresarlas en público donde fingía todo lo que podía y ocultaba sus sentimientos. Sintió que él no le quitaba la vista de encima y que seguramente había fulminado con la mirada al tipo, el cual afortunadamente no se había dado cuenta de nada.Después de él vino, otro y otro y otro. Quienes gracias a Dios solo parecían tener ojos para ella incluso cuando le hacían una reverencia a su esposo al lado.Y León por obvias razones no pudo hacer nada más, no se le pasó por alto la mirada vigilante de su suegro sobre su hijo menor. Y el
Gabriela había logrado llegar al balcón sin llamar demasiado la atención. La fiesta seguía siendo un éxito total y todos se la estaban pasando demasiado bien como para prestar atención a nada más que a divertirse. Había abierto las puertas y cerrado con cuidado detrás de ella. Enseguida estas se habían abierto y Gaby volteó esperando encontrar a un guardaespaldas, pero era León.Definitivamente quiero estar sola.No lo parecía cuando bailaste una y otra vez. –le reprochó.¿Con que motivo iba a rechazar?No me gusta verte en brazos de otros hombres.Pero tampoco en los tuyos ¿no?¿Volvemos a lo mismo?Eres tú el que vuelve a lo mismo una y otra vez. –ella le dio la espalda y fue al barandal, aspirando el aroma de la noche que se mezclaba con las flores. –vete, volveré después de un rato.Está fresco, ven, puedes enfermarte. –ella se giró con rabia.Me estás haciendo tener ganas de saltar por aquí. Vete.Quizás sea mejor que vuelvas a nuestras habitaciones y descanses. –le dijo como si
Tenías cara de querer matar a alguien.Al de verde y sabes bien por qué, te lo advertí Gabriela. Ahora, ven aquí y terminemos este juego absurdo. –le ordenó. A ella se le salió una risita nerviosa. El de verde eran tres en realidad y primas de él. –Así que piensas que estoy de broma ¿te demuestro que no es así?Ósea que no puedo bailar con quien carajos quiera. –respondió recordando el motivo inicial de la pelea de esa noche.¿Porque supuestamente un Al-Khaled está aquí?Porque yo no quiero y punto. –se acercó un paso en su dirección, pese a la oscuridad reinante, ella sintió en todos los huesos de su piel que él estaba disfrutando acecharla.Sabes que no puedo con esas intransigencias.Y sabes que lo que me importa: nada.¿En verdad un Al-Khaled está en Palacio?Siguen buscando… -se acercó otro paso.Esto te divierte ¿No es así? ¿acecharme?En realidad estoy furioso Gabriela. –sonaba molesto claro, pero la manera en como decía su nombre seguía dejándola en mal estado, la derretía, se
Gabriela despertó primero, estaba toda enredada con León, brazos y piernas hechos un lío, un delicioso lío. Se pegó más si era posible y sintió como él la apretó contra sí.¿Estás bien? –oyó que preguntaba y ella sintió que su corazón paraba. No quería arrepentimientos, por favor no, rogó.Sí. Muy bien. –dijo con cautela.Porque yo no, me has dejado exhausto. –le besó la cabeza mientras reía, ella se relajó de inmediato.Me alegro.¿Ah sí?–aseguró feliz.Pero creo que ya me recuperé. –aseguró pasando una mano por su cadera con lentitud. Y poco después se lo demostró.**************Ya pasaron 24 horas y no han salido de allí ¿eso es normal? –Preguntó Habiba y las otras dos se la quedaron mirando con los ojos entrecerrados. León y Gabriela llevaban un día encerrados en el torreón, después de saber en donde estaban exactamente, las tres habían ido por turnos a dejar comida y bebida a los pies de la puerta, esta desaparecía por supuesto.No seas tan inocente, por Dios. –contestó Baasima
Abdul había quedado con ella, lo mismo que Salma, Jazmín y una flota de guardaespaldas. Había rodado los ojos ante tal despliegue de excesos, pero no había dicho nada. No podía decir nada en cuanto al tema de seguridad frente a León… nunca. Mientras tanto, vería a Jaquie también y por fin a las niñas. Le hacia tanta ilusión, verlas por video llamadas no era lo mismo. Por fin, fue avisada de que Allyson ya había tenido un bebé, Fabricio se llamaría como le había dicho su amiga y asombrada de la rapidez para haberlo tenido, se dirigió al hospital de inmediato. Avanzó por el pasillo y antes de llegar a la habitación de Ally, salió Jaquie con el bebé en brazos.¿Gaby? ¡Oh, por Dios! ¡Sí eres tú! ¡Sabía que eres tú! Se abrazaron y tomó al bebé de inmediato.¿Cómo sabias que era yo?Te olfateó. Buenos días su alteza. - Saludó Stefano. Jaquie ese día parecía oler a kilómetros de distancia todos los olores, todos.¿Podrías dejar de bromear con eso de los títulos? Ya sé que te divierte, pero m