Mientras estaba sentado ahí en ese salón, solo tuvo una certeza. No le gustaban los doctores.
No porque creyese como algunos ignorantes que eran “matasanos”, no porque se creyese más que ellos, no por cualquier razón lógica o no lógica. Simplemente, no le gustaban ni los doctores, ni las enfermeras, ni las clínicas, ni las paredes blancas, ni los estetoscopios. Pero aunque no le gustasen, ahora mismo debía de esperar que uno de ellos le atendiese a ver si lograba quitarle la enfermedad que aquejaba su cuerpo.
El salón era amplio y luminoso, con sillas para hacer más llevadera la espera y algunos posters relacionados con el tema de la salud. Una planta solitaria adornaba una pequeña mesa de vidrio que a su vez dejaba reposar unas cuantas revistas de temas variados sobre su superficie. Un pasillo estaba unicado a su izquierda, que se dirigía como tal al consultorio del doctor.
u mente se sacudió envuelta en pensamientos incoherentes y su cuerpo se lleno de dolores febriles. No estaba al borde de la muerte, pero sentía como si así fuera, y mientras se movía de un lado al otro de la cama, ansioso, anhelo más que nunca estar sano.¡Ay la enfermedad! Haciéndonos valorar más que nunca un cuerpo sano. ¡Ay de nosotros al sentirnos desvalidos y enfermos, débiles y convalecientes! Cuando nos sentíamos así, dejábamos de ser fuertes y poderosos y solo nos convertíamos en niños esperando ser atendidos.Al menos, eso es lo que sentía Emilio Cartagena ahora mismo, mirando perdido las paredes beige de su cuarto y sintiendo el al menos reconfortante peso de las cobijas que le brindaban un mínimo de calor y protección. Sentía fríos los pies a pesar de usar gruesas medias y temblaba lleno de escalofríos que sacud&iac
No sé cómo comenzar, no sé qué decir,Ni si llorar, ni si reír,No sé cuánto cariño llevo dentro,Tampoco describir todo lo que siento.Pero no quiero hablar de mis dudas…Quiero escribir sobre mis certezas,No quiero que sientas miedo,Quiero me ames, con todas tus fuerzas.Sé que pasamos por mucho antes,Que vivimos, desvivimos, volvimos a vivir,Sé que la vida movió los hilos,Para poder estar, hoy junto a ti.Sé que ahora el presente es lo que importa,Sé que el futuro lo podemos construir,Sé que sentimos muchas cosas,Sé que te quiero, te amo, te adoro, hasta el fin.Sé que estamos juntos.Que tu nombre y el mío, riman con amor,Sé que contigo camino de la mano, que s
A veces resultaba injusto también, ya que debido a su necesidad de no hacer sufrir a veces aguantaba más de lo que debía de aguantar. Con la edad aprendió a balancear esto y encontrar un equilibrio entre ambas posturas.Ahora, y después de todo lo vivido, se mantenía en una postura bastante alejada de lo demás. Miraba todo desde lejos, y realmente hasta manejaba una forma de pensar que le hacía que en lugar de comprometerse del todo solo “mirase que sucedía”. Así era, pero cuando llegó Julieta, todo fue distinto. ¿Qué tenía esa chica en sus ojos para cautivarle de ese modo? ¿Qué tenía esa chica para arrancarle de su zona de confort y hacerle soñar con amores distintos?Ella no le creía a veces, él se molestaba, ella le decía cosas equivocadas, y él no tenía forma de demostrarle la verdad. Se sent&ia
Vacilando entre la locura,Perdiendo la cordura,Me encuentro amor mío,Luchando conmigo mismo…Vacilante entre mil sueños,entre los anhelos de tu amor bonito,me encuentro perdido en rosas,enternecido mi corazoncito.¡Vacilando y sin vacilar por ningún motivo!¡Seguro de que te quiero y de qué eres mi perdición!¡Porque muchos llamarían insensateza a lo nuestro!¡Pero yo solo lo llamo un sincero amor!La música que puso esa noche sonaba melodiosa resultándole una grata compañía… un remanso de paz en medio de tantos días estresantes, de pruebas inoportunas e inesperadas y deberes acumulados, de conversaciones con su novio y la enfermedad
“Había una vez” escribió en su cuaderno, ansioso de que los demás terminasen el examen final. Miró de reojo como Julieta llenaba los espacios en blanco y después de revisar lo que había hecho una última vez, entregó la prueba y se retiró a su asiento. Ese día la chica vestía un saco gris claro y un jean azul oscuro, que para variar le resultaron atractivos. Él en su lugar vestía un jean negro y una chompa del mismo color. Nunca variaba su vestimenta, siempre en los rangos entre oscuro y más oscuro. En eso también contrastaba con la chica.Una mirada cruzaron cuando ella levantó el rostro. El segundo que duró fue casi una eternidad y estaba tan cargada de significado que una vez más, Emilio tuvo ganas de que todo terminase. Después del dichoso examen y de que las notas se diesen a los estudiantes, la clase de la profesora Rocío
Te extraño, y la fría noche lo sabe.Te necesito y sé que ya no soy el que era…Por eso cuando llegues, cálida, hermosa, a mí,El invierno de mi corazón pasará a linda primavera.La mañana lo recibió con un sordo dolor de cabeza. El mundo dio vueltas cuando se levantó de la cama y el negro azulado propio de las seis de la mañana se dejo ver por la ventana. Reuniendo fuerzas para superar su malestar, apartó las cobijas y miró en su celular la hora. Eran las seis de la mañana de un nuevo día, de un martes en específico; el día siguiente a su borrachera.En su celular, precisamente el último mensaje era de ella, de su novia, deseándole una linda noche. No le resp
Era un día lluvioso, de una semana triste, hace una década. Emilio era apenas poco más que un niño. Julieta, Marco, los amigos de su barrio, el instituto, el curso de inglés, la relación que le traería buenos y malos momentos, más buenos que malos, todo estaba lejos en el futuro, en otro tiempo mucho más allá. Por el momento, el presente era distinto, desenvolviéndose en un sinfín de injusticias y cuestiones que forjarían el carácter del chico de un modo distinto, un modo que influiría en su forma de ser con su novia, muchos años después.Emilio vivía en la Argelia con sus padres. Era un niño pequeño y soñador, que jugaba con plastilina y leía libros cada vez menos infantiles. Poco a poco dejaba de ser un niño para convertirse en un puberto y sus deseos y pensamientos cambiaban a medida que lo hací
Cuando se encontraron, Emilio no resistió las ganas de abrazarle con sus brazos duertes rodeando su cuerpo femenino en un afán más que de protección, de búsqueda, de anhelo, de ganas de sentirle cerca suyo y eliminar cualquier miedo que hubiera tenido. Sin pensarlo la estrecho contra sí, lo hizo y Julieta, tomada por sorpresa, le rodeó también con sus brazos. Durante los segundos que duró el abrazo, el mundo se redujo a ellos dos, sintiéndose seguros y tranquilos con sus cercanía y el cariño enorme que se demostraron con un sencillo gesto. Así hubieran podido seguir durante horas, pero la incomodidad de estar en público y el temor a caer en la cursilería más dulces les hizo separarse después de algunos segundos, recobrando la compotura y el buen porte.—Hola, poeta —saludó ella con ojos brillantes, ojos que encerraban mil secr