Capítulo 2
Efectivamente, Diego no tardó ni media hora en regresar a casa, a pesar de que había mencionado tener una reunión importante.

Clara, al verlo entrar, corrió escaleras abajo para recibirlo con mucho entusiasmo: —Diego, ya estás de vuelta —dijo Clara con una sonrisa mientras se le acercaba.

Diego la miró con mucha ternura, ignorando mi evidente incomodidad y le dijo: —Clarita, ve a acomodarte. Escoge la habitación que más te guste, y si necesitas algo, dímelo —respondió Diego con un tono lleno de cariño.

Pero en cuanto me vio sentada en el sofá sin moverme, su expresión se oscureció al instante.

Clara, pegada a su brazo, añadió con un gesto:—Diego, tu empleada no parece hacer su trabajo. Ni siquiera se ha levantado para recibirte.

Diego me tomó del brazo, levantándome de un solo golpe. —¡¿Sabes lo que estás haciendo, Irene Iglesias?! —exclamó, furioso.

Cruzándome de brazos, me reí con mucho desprecio mientras lo miraba: —¿Qué estoy haciendo? Pues simplemente presentando a tu "novia" para que todos la conozcan.

—Así, cuando vengan visitas, sabrán cómo llamarla.

Con una sonrisa malvada, miré el grupo del chat familiar en mi celular, donde las notificaciones ya sumaban más de 99 mensajes no leídos.

Hacía tiempo que no había tanta actividad.

Diego, bastante enojado, me arrebató el celular de las manos: —Ve ahora mismo al chat y aclara las cosas con tus padres —ordenó.

Yo no pude evitar soltar alguna risa tonta y respondí con desconcierto: —¿Aclarar qué? Si fue ella quien lo dijo.

—Fue ella quien dijo que quería dormir contigo.

Clara, que hasta ese momento no había reaccionado, se quedó asombrada, con la cara entre blanca y roja dijo: —Diego... Irene... lo siento mucho, de verdad no sabía que tú... — muy nerviosa, tartamudeo.

—Solo estaba bromeando, Irene. No te lo tomes en serio, por favor.

Me senté de nuevo, con mucha calma, cruzando las piernas y hablando despacio: —No te hagas la tonta. Como si no hubieras entrado aquí sabiendo perfectamente que soy la prometida de Diego.

Y, por cierto, te recomiendo que dejes de fingir ser inocente —le dije con una sonrisa de asombro.

Diego, al verla llorar, la abrazó y me señaló con un dedo acusador: —Irene, ¿puedes dejar de ser tan mezquina?

—Mi tutor acaba de fallecer, y su mayor deseo era que yo cuidara de Clara.

—Además, la casa siempre ha sido tranquila. Tener una compañía más no te haría daño.

Lentamente pronunció como si estuviera mirando a un niño travieso.

Me reí de esa lógica tan absurda: —En casa ya están empleadas domésticas, el ama de llaves y el chofer para hacerme compañía. ¿Acaso estás ciego que no los ves?

Clara, con las lágrimas aún en el rostro, llorando: —Si realmente no quieres que me quede, entonces me iré.

Me levanté y abrí la puerta de par en par, haciendo un gran gesto con la mano: —Adelante, ve. Pero que no me enteré de qué estás fingiendo —le respondí con asombro.

El rostro de Clara se volvió pálido al instante, pero no hizo ningún esfuerzo por marcharse.

Diego suspiró fuertemente y, al salir de la casa, trajo las maletas de Clara adentro: —Irene, tienes que entender que mi tutor me ayudó mucho más de lo que imaginas. Si no fuera por él, ni siquiera habría podido graduarme de la universidad.

—Clarita está sola y miserable. No puedo simplemente dejarla abandonada.

Crucé los brazos, observándolo con mucha crueldad: —¿Y?

—Si tu tutor te hizo un favor, págaselo tú. ¿Por qué arrastrarme a mí en esto?

Diego intentó decir algo más, pero lo interrumpí: —¿Acaso tu tutor no te enseñó a respetar a tu prometida? ¿Solo te enseñó cómo cuidar de una amante?

—¡Irene! —gritó Diego, golpeando la mesa con furia—. ¡No te pases de la raya!

Si no puedes soportarlo, vete.

Mis cejas. Parecían más arrugadas que las sábanas en las que Clara había estado acostada.

Bueno.

No necesitaba ni esta cama, ni a este prometido.

Miré mi reloj de pulsera: —Son apenas las tres. De aquí a las nueve de la noche puedo estar fuera.

Saqué mi teléfono y llamé a la empresa de mudanzas. Después, volví a mirar a Diego y le dije: —Ya llamé a la mudanza. ¿Qué esperas para empezar a empacar?

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