Tara había cumplido recientemente treinta y tres semanas de embarazo, estaba sentada en la silla que Seymour, su padre, le había regalado, estaba tallada en madera.
— ¿Cómo te encuentras?—preguntó Julya al mismo tiempo que dejó unos chiles jalapeños en un plato, un poco de paté y galletas saladas. Tara tenía un exagerado apetito por los chiles y el paté, esto había empezado hace un mes.
—Bien, tengo mucho sueño, pero las patadas de ellos me despiertan exaltada. —Julya soltó una risa.
—Serán tremendos, puede que
Alexander bajó del auto con el maletín encima de su cabeza, corrió hacia las escaleras de piedra, al estar bajo el techo del porche, se pasó su mano por su cabello húmedo. La lluvia estaba en su mero apogeo. Miro hacia un lado y vio la silla que su suegro le había regalado a Tara, un plato de chiles jalapeños y supuso que el segundo plato era paté de atún. Sonrió. Eso era señal de que su pequeña Tara estaba cerca. Cuando se volvió hacia el otro lado para dirigirse en su búsqueda, venía un grupo de empleados, entre ellos estaba Julya, estaba preocupada, al verlo de pie en medio del pasillo, palideció. Alexander se alertó. — ¡Alexander! —gritó Julya. — ¿Qué pasó? —preguntó él, alertado. — ¡A Tara no la encuentro! —Alexander sintió como su cuerpo se tensaba y se erizaba por el escalofrío que lo recorrió. Le lanzó a Erick el maletín del trabajo y la alcanzó. — ¿Cómo que no la encuentras? —Julya negó muy asustada. —Debe de es
Comienzo de la tercera y última temporada: Tara y Alexander ya son padres, empresarios y la chispa en la intimidad sigue avivándose cada que el tiempo entre trabajo y familia, lo permita. Tienen un juego que los excita llenándolos de adrenalina, juegan roles sexuales para seguir experimentando placeres. Pero Tara, quiere más y Alexander no puede evitar que no sienta curiosidad por EL CLUB ROJO. En esta temporada es de cada punto de vista de los protagonistas.
Tara Cooper Alexander juega con mis pliegues entre mis piernas, levanto mi pelvis sin previo aviso y él con ambas manos atrapa mis caderas para dejarme contra la cama. Cierro mis ojos, mis dedos agarran la sábana de seda de nuestra cama como si fuese mi tabla de salvación. Su lengua hace círculos contra mi clítoris y luego sus labios lo chupan con ansía, estoy a punto de explotar, pero no quiero, quiero seguir hundiéndome junto con él en el mar de s
Tara Cooper Lanzo una mirada hacia la sala, Alexander sigue viendo las caricaturas junto a sus hijas, después de todo y en la forma que se ha dado, no me arrepiento, porque los tengo a ellos. Mi abuela, había apoyado nuestra decisión de tener nuestro espaciocerca de la ciudad y cerca de ella, así que sigue en la hacienda, haciéndose cargo, al igual que yo, que Alexander y mi padre. Alexander, sé muy bien, que por dentro debe de ser más feliz ahora que puede tener máspresencia en su empresa —me corrijo— nuestra empresa, la empresa que algún día heredarán nuestras hijas, así como la exportadora, la hacienda, sus tierras y la cadena de juguetes de su abuelo. Sonrío. Su abuelo, Seymour. Ese viejo que ahora cada vez se le nota mucho más las canas, por más que intenta pintarlas de castaño, es inevitable, su cansancio de hace días me ha preocupado. Así q
Alexander Cooper La fiesta de mi cumpleaños ha sido un éxito, había convivido con mi familia y mis amigos, hubo una cena en el horno esperando, hubo vino, brindamos por mí y... ¿El pastel? Bueno, en estos momentos tengo a Tara sobre él, veo como cierra sus ojos antes de perderme entre sus piernas, tiro de sus pliegues y luego chupo, ella se retuerce, el pastel ha quedado embarrado en su conjunto más sexy que he visto,un conjunto que me havuelto loco, me ha transformadocuando lo vi por primera vez en nuestra habitación horas atrás. Mis dedos se clavan en
Tara Cooper La canción de Sia con la canción Cheap Trills ft Sean Paul retumba en el lugar, los rayos de color rojo neón se pasean por todo el lugar, mostrando de vez en cuando los cuerpos que bailan en la pista, doy un sorbo a mi bebida lentamente al captar a un hombre en un traje elegante, levanta su copa en mi dirección en señal de brindis. No sonrío, no muestro ningún gesto. Esta noche es diferente, no estamos en algún antro famoso de la ciudad, estam
Alexander Cooper Puedo sentir como Tara tiembla, caminamos al interior del privado VIP, ella camina lentamente viendo cada detalle de la habitación, me retiro la americana y la cuelgo en el perchero metálico que está cerca de la entrada, las puertas del elevador se cierran y se activa la seguridad para que nadie más entre. Veo que han hecho cambios al lugar, me parece más oscuro, más seductor, no abunda tanto el color claro.
Alexander Cooper Tara tiene una pierna encima de mí, estamos desnudos, nuestras respiraciones se escuchan agitadas, ella se acurruca. —Eso ha sido…asombroso. —sonrío. —Ya es tarde tenemos que irnos. —susurro, después dejo un beso en su frente. —Nadie nos espera en casa…—susurra. —Lo sé. Mañana hay que recoger a las niñas con Julya. Se mueve para dejar su barbilla en mi estómago, mirando hacia a mí. —Ha sido un sábado único. —sonrío. —Lo sé. —contesto, dejo mis brazos por debajo de mi cabeza como soporte para mirar a Tara. Puedo ver un debate en aquella mirada. Sabe que hemos quedado en algo. —No. Ella dirige su mirada hacia a mí. — ¿No? —pregunta confu