Secuestro III

El miedo me recorría por todos los lados, esa hija de puta… ¡Estaba viva!

¿A quién entonces yo había matado?

Veo que el cuerpo que tengo en mano es nada más y nada menos que el de mi madre.

¡MALDICIÓN!

Pero este se desvanece de inmediato, dando a entender que solo era una ilusión.

—Hola —Dijo con una sonrisa desquiciada —tú y yo vamos a jugar.

Oh no, que problema ¿Ahora que hago?

—Okay, juguemos entonces —Dije despreocupada. Ya al final no me está importando mucho que hago con mi vida.

—¿Qué? ¿la reina tan aclamada de todos estos ligares, cediendo ante mi poder? —Dijo de forma irónica.

Esta mujer es la definición de bipolaridad extrema.

Ella me saca como si fuera un costal de papas de la habitación y yo trato de verdad de zafarme de su agarre. Estamos en medio de la nada, simplemente con pasto, un camino liso y un gran hangar al parecer. Pero solo tiene una puerta y nada más.

Después de terminar de entrarme en el hangar de la forma más grotesca posible, que es arrastrándome, llegamos
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