Moustro III

Después de aquella noche en donde se decidía los roles de poder, no dejé de pensar en Chris y en lo tanto que ya deseo que pase el tiempo. Por lo tanto ambos nos comportamos como unos desconocidos y nos buscamos, para poner en marcha nuestras codicias más carnales.

A pesar de que lo iba a matar… lo seguía amando… sabía que llegaría su traición, pero no pensé que fuera así.

La noche era estrellada, el viento jugaba con mis cabellos, en mi rostro sentía la suave y dulce brisa marina como la caricia de un amante entregado.

El descapotable desafiaba las curvas de la carretera, deslizándose como la lava de un volcán hacia el mar. El fular que rodeaba mi cuello batía al viento. Mi feliz y alocada risa se confundía con los ruidos del viento y de las olas del mar... me sabía atractiva, bella, admirada deseada.

La presencia de Chris me excitaba, sus grandes ojos verdes, su pelo con algunas canas, un poco largo hasta los hombros... acentuaban aún más su aspecto de galán atractivo. Sus cabellos
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