Fuera de mi III

Me levanté sacando definitivamente su picha de mi coño, al menos por el momento, y fui a lavarme un poco a la pila. Apenas podía caminar, las rodillas se me doblaban y al mirarme al espejo noté un rostro nuevo, desencajado pero complacido. El salió un poco después y me acercó su brazo extendido con algo que colgaba de su mano. Desbordada como estaba, no sabía qué era aquello que se me antojaba tan extraño y acabé riéndome cuando le oí decir: “Tus braguitas, tonta”.

Yo no sabía a quién mirar, si irme despistadamente al servicio o perderme entre la multitud que ya abarrotaba el local, pero ellos lo tenían todo muy claro. Chris me cogió, me acarició, y me besó sacándome toda su lengua y pasándomela por toda mi boca, por mis labios y por mis mejillas, mientras el otro permanecía al lado, insinuante, sin dejar de mirarnos, contemplando la escena con ojos de lujuria y de salvaje deseo. Yo le miraba de reojo, queriendo encontrar una explicación a este impulso de Chris, queriendo saber qué es
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