Capítulo treinta y tres

Lillian se congeló, ¿qué podía decir, sí? Definitivamente no es posible, ¿no? ¿No se dará cuenta de que ella está mintiendo?

—No, no, Sir Shane, está equivocado—, se rio Abigail nerviosamente, —Yo también me equivoqué cuando percibí el perfume, pero no es la señora. Una mujer entró aquí, dijo que su primo lejano estaba en el hospital y pensó era esta habitación—, sonrió. Lillian asintió vigorosamente ante lo que dijo su madre. 

—Nos encontró llorando y pensó que algo le había pasado a su primo, así que se quedó, pero mamá se lo explicó y se disculpó y me pidió perdón antes de irse. Podrías haberla encontrado si hubieras llegado una poco antes, se fue no hace mucho—. Shane asintió una vez y no dijo nada, miró de madre a hija y se encogió de hombros. Sabía que estaban mintiendo pero no quería fisgonear. 

—¿Te sientes mejor?— Cambió el tema preguntándole a Lillian. Lillian sonrió mientras suspiraba internamente de alivio.

—Sí, por eso no entiendo por qué insistes
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