Capítulo treinta y ocho

Cuando Lillian abrió la puerta, se sorprendió al ver a Shane porque a menudo sabe cuando estaba de regreso con su auto, miró hacia atrás y al no ver el vehículo, frunció el ceño, solo entonces se dio cuenta de la bolsa que llevaba. Ella lo miró, sus ojos hablaban de tantas cosas que él no podía seguir. Justo cuando se estaba preparando sobre cómo darle la noticia, vio lágrimas rodar por sus mejillas.

—Flor, ¿qué sucede?— Terminó preguntando.

—Ella lo hizo, ¿no? Ella te echó, te quitó todo—, ya había estallado en un sollozo,— todo esto es mi culpa, todo esto es mi culpa—, repetía mientras entraba a la casa. Shane la siguió adentro de inmediato, dejó caer su bolso en el suelo y la envolvió en sus brazos.

—Tranquila flor, no lo es, simplemente sucedió. No te culpes a ti misma.

—Por qué, por qué me odia tanto, qué le he hecho yo, por qué me odia así. Ella hizo esto porque te has estado quedando conmigo, ¿verdad? Ella te echó por eso, te lo dije, te dije que lo haría pero tú
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