Joseph Torres observaba con creciente preocupación cómo los investigadores comenzaban a acercarse peligrosamente al corazón de su operación. El "Laboratorio JT" ya no era un refugio seguro; cada día que pasaba sentía el cerco cerrándose más alrededor de él. Aunque siempre había confiado en su capacidad para manipular a las personas y desviar la atención de sus acciones, ahora sabía que necesitaba un plan más elaborado para evitar ser descubierto.Desde el momento en que Aurora Sáenz comenzó a cuestionar la veracidad de los resultados de los análisis, Joseph supo que tendría que neutralizarla de alguna manera. Sin embargo, no esperaba que la situación escalara tan rápidamente. Las fotos que Richard le había proporcionado, mostrando a Álvaro Méndez sacando muestras de sangre del laboratorio y llevándolas a su auto, fueron una revelación que encendió una chispa en la mente de Joseph.—Bien hecho, Richard —le dijo a su sobrino, examinando las imágenes—. Con esto, tenemos suficiente para e
El día de entrar al geriátrico llegó con una anticipación cargada de tensión. Horacio Funes y su equipo habían trabajado incansablemente en el laboratorio, desenterrando verdades que Joseph Torres había intentado ocultar durante años. Gracias a sus esfuerzos, finalmente se había descubierto que Joseph era el propietario y cerebro detrás de las operaciones turbias que involucraban el geriátrico.Las investigaciones revelaron que desde que el "Laboratorio JT" se había convertido en el proveedor exclusivo de análisis para el geriátrico y otras clínicas de la ciudad , los resultados originales habían sido manipulados. Pero Horacio y su equipo encontraron las pruebas genuinas que mostraban una alarmante presencia de metales pesados en la sangre de todos los residentes, tanto actuales como anteriores. Era una evidencia contundente de envenenamiento sistemático.El equipo recolectó toda la información y la entregó a las autoridades. Con cada nuevo hallazgo, el caso contra Joseph Torres se fo
Capítulo Desde la Oscuridad de la Traición Álvaro se sentó en el rincón más apartado de la sala de interrogatorios, su mirada fija en el informe que había recibido. Las palabras de Joseph Torres eran como puñales que se clavaban en su mente, cada línea un recordatorio de la traición que no había querido ver. Las manos le temblaban mientras pasaba las páginas, leyendo una y otra vez la confesión que detallaba cómo Aurora había sido parte del encubrimiento de las muertes en el geriátrico. El abuelo. Su abuelo. Ese hombre que siempre había sido su faro, su guía. Recordó sus palabras antes de que todo se derrumbara, cuando con una sonrisa cansada le dijo: —Quiero que la conozcas, es una buena mujer. Álvaro había confiado en esa opinión, había abierto su corazón a Aurora. Y ahora, todo ese amor se convertía en cenizas, quemado por la realidad que lo golpeaba sin piedad. —¿Cómo pudiste? —murmuró, sus labios apretados por la ira y el dolor. Pensar que el abuelo quería que la conocie
Clara sentía que el mundo se le desmoronaba a cada palabra que Aurora le había dicho por teléfono. La llamada fue breve, pero cargada de desesperación. Aurora, detenida, acusada de encubrir análisis fraudulentos en el geriátrico. Y Álvaro... Álvaro había desaparecido. La impotencia la invadió, mezclada con una rabia que no podía contener. ¿Cómo podía Álvaro hacerle esto a Aurora? Después de todo lo que habían pasado juntos, después de todo el amor que Aurora le había dado, ¿cómo podía traicionarla así?Clara no podía quedarse quieta. Se levantó de la cama y sacudió a Valentino, que dormía profundamente a su lado.—Valen, despiértate. Necesito que te levantes ahora mismo. Nos vamos a casa.Valentino abrió los ojos lentamente, desorientado por el abrupto despertar.—Clara, estamos en casa —dijo, todavía medio dormido.—No, Valen. Nos vamos a nuestro país. Nos tomamos el primer avión que salga. No puedo permitir que Álvaro cometa una injusticia tan grande con Aurora.Valentino se incorpo
Álvaro tomó su auto y aceleró, sintiendo el rugido del motor como un eco de la tormenta que llevaba dentro. No podía comprender lo que le estaba pasando. Su vida, que hasta hace poco parecía ordenada, se desmoronaba frente a sus ojos. La pérdida de su abuelo, apenas unos meses atrás, ya lo había dejado tambaleando, pero esto… esto era diferente. Era como si todo se hubiese ido al caño en un instante. El amor que sentía por Aurora, profundo y sincero, parecía haberse evaporado, dejando solo una mezcla de bronca e impotencia. Una sed insaciable de justicia, de venganza, lo consumía ahora. Tenía que hacer pagar a los responsables de tantas muertes, a los que habían encubierto los crímenes del geriátrico.Lo que no podía entender era cómo Aurora lo había usado. ¿Cómo había sido capaz? La imagen de ella, dulce y compasiva, se desdibujaba en su mente, reemplazada por la de alguien que lo había manipulado. Se sentía devastado, como si una parte de él hubiese muerto también.Llegó al cementer
Aurora se encontraba sentada en el borde de su cama, con la mirada perdida en el vacío, intentando comprender cómo su vida había dado un vuelco tan drástico. Las lágrimas corrían silenciosamente por sus mejillas mientras su mente se inundaba de preguntas sin respuesta. ¿Por qué Álvaro se alejó? ¿Qué le hice yo para que no me busque, para que no me pregunte qué pasó? El dolor era insoportable, como una daga que se clavaba cada vez más profundo en su corazón. ¿Por qué no confía en mí? ¿Qué es lo que pasó?Nada tenía sentido. Se sentía devastada, completamente rota. Jamás había imaginado que pudiera sentirse así, como si todo su mundo se derrumbara sin previo aviso. Álvaro había sido su ancla, su refugio en medio de las tormentas, y ahora, en el momento en que más lo necesitaba, él no estaba. Me arruinó, pensaba una y otra vez, con una mezcla de incredulidad y desamparo. Arruinó mi vida al desconfiar de mí.Desde siempre, Aurora había estado sola, cuidando de sus padres mayores, rodeada
El doctor ingresó a la habitación con una expresión tranquila. Mateo, algo majadero, empezó a moverse inquieto en brazos de Clara, quien decidió salir al pasillo con él para calmarlo. Valen se quedó en la habitación junto a Aurora, quien, aún recostada, se enderezó un poco, acomodándose en la cama. Sus ojos buscaron los del doctor con una mezcla de ansiedad y resignación. —Hable, doctor. ¿Qué es lo que tengo? —preguntó Aurora con voz firme, aunque por dentro sentía cómo le temblaban las manos. El doctor revisó sus notas antes de responder. —Los análisis por envenenamiento salieron bien. No hay rastros de metales pesados en su organismo, lo que es una buena noticia. Parece que no ha consumido agua del geriátrico en cantidad suficiente como para afectarle. Aurora asintió lentamente, sintiendo un leve alivio. Pero el doctor no había terminado. —Sin embargo —continuó—, lo que no está descartado es un embarazo. Según los resultados, usted tiene un embarazo posiblemente de cuatro seman
Álvaro estaba en su casa, rodeado de las sombras de su propio desconcierto. No podía dejar de pensar en todo lo que había sucedido en las últimas semanas, en los secretos que lo rodeaban, en los errores que había cometido. La verdad lo golpeaba cada vez más fuerte, y a pesar de la distancia física que había entre él y Aurora, sentía que las palabras no dichas entre ellos seguían pesando más que nunca.Estaba allí, sentado en el sofá, con el alma hecha pedazos, cuando su teléfono vibró sobre la mesa. Miró la pantalla: era un mensaje de Valen. No esperaba recibir noticias de él, especialmente después de todo lo que había pasado. La tensión se acumuló en su pecho mientras leía."Álvaro, mañana es el bautizo de Mateo. Todos estamos reunidos en casa de los padres de Clara, Vas a aparecer o tendrás que dejar de ser el padrino. Es importante que confirmes si contamos contigo. No me puedes fallar."El mensaje lo dejó paralizado. No podía creer lo que le estaba diciendo. ¿El bautizo de Mateo e