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Eran las seis de la mañana cuando Diana se despertó con un hambre terrible, y no era para menos, llevaba una semana sin comer como era debido y para colmo tuvo una noche bastante enérgica.

Salio de la cama haciendo malabares por salir de los brazos y piernas de sus hombres, se coloco una bata y fue directo a la cocina.

— Demonios— se pellizco el puente de la nariz tratando de calmarse un poco sentía un dolor de cabeza fastidioso y un poco de mareo, necesitaba comer o se desmayaría.

Se preparó unos sandwiches y los devoró rápidamente. Si, tenía mucha hambre, no iba a volver a privar a su cuerpo de comer como era debido, y ella sabía muy bien que tenía que alimentarse bien.

Fue a la nevera y bebió del jugo de naranjas, calmando así sus náuseas.

Agarro unas cuantas frutas se hiso una ensalada y le agregó arequipe, su boca se le hiso agua de solo imaginarse comiéndolo.

Se fue a la sala a ver la tele mientras merendaba a esa hora de la mañana.

...

Se estiró y tanteo con la mano buscando
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