Durante el resto del camino, Ruby se sintió afectada por la cercanía que tenía con Sung-Hoon. Su corazón no dejaba de latir con rapidez, y sus emociones estaban a flor de piel, cada vez más intensas. Era como si hubiera una bomba en su pecho a punto de explotar. Se sentía como la chica afortunada de compartir un espacio tan pequeño y cercano con el protagonista de una novela.Incluso el olor de su perfume era tan adictivo que desafiaba sus sentidos. Cuando llegaron a su destino, Ruby se sintió un poco apenada al darse cuenta de que Sung-Hoon iba a ver dónde vivía, ese lugar tan descuidado.—Joven Sung-Hoon, muchas gracias por todo —dijo ella, con una sonrisa nerviosa.—De nada. Ah, espera —respondió él, deteniéndose de repente.Ella se giró y lo miró. Sung-Hoon le tendió un paraguas.—Insisto, tómalo —repitió, con una expresión decidida.Ruby se negó a tomarlo, creyendo que era innecesario, ya que estaba a solo unos metros de casa.—Se lo daré la próxima vez que lo vea, joven Sung-Hoo
Andrea llegó a casa después de sus clases. Se sentía desanimada y decepcionada al descubrir que no había nada de comida en la alacena. Esa simple realidad la afectó más de lo que podía imaginar. —¿Por qué no hay comida? Mi hermana envió dinero, aun así no hay nada de comer. Su tía, resopló y la miró con enojo. —Escúchame muy bien jovencita, tu hermana ni siquiera ha enviado nada, así que ni siquiera te creas con el derecho de exigir algo cuando no tienes ese derecho. ¿Ahora te das cuenta del tipo de persona que es Ruby? ¡Se ha olvidado de nosotras!Andrea se quedó en silencio sabiendo que eso no era cierto, su hermana no era una mala persona pero en medio de toda esa situación se sentía atrapada en un verdadero infierno desilusionada y frustrada.Por eso en medio de la desesperación, pensó en escapar, en huir de esa vida que parecía no ofrecerle más que problemas y tristeza.Con el corazón acelerado, se dirigió hacia la puerta, deseando salir y dejar todo atrás. Sin embargo, su tía
Sung-Hoon condujo después del trabajo con dirección a un local de comida coreana. Era un lugar familiar que siempre lograba hacerlo sentir mejor. Disfrutó de varios platillos y, al final, pidió kimbap para llevar. Mientras lo subía al auto de regreso a su casa, no podía dejar de pensar en la mujer que lo esperaba en su hogar y cómo, de repente, sentía un impulso incontrolable de llevarle comida. Detalles que antes ni siquiera se le habían cruzado por la cabeza ahora se volvían esenciales. Todo era demasiado extraño, pero no quería darle la razón a nadie, ni siquiera a su amigo Adriel, quien afirmaba que probablemente se estaba enamorando.Al llegar a su lujoso apartamento, Marie, la sirvienta, lo recibió con una expresión preocupada.—Señor Dankworth, su esposa se encuentra en este momento en la habitación, aunque todavía no ha cenado.Sung-Hoon frunció el ceño al escuchar la información. No podía creer que su madre, a pesar de todo, se había atrevido a aparecer por allí. No entendía
—Y bien, quiero que me hables un poco más sobre cómo surgió ese deseo de convertirte en diseñadora de moda. Creo que sería interesante escuchar tu historia —invitó Sung-Hoon, mostrando interés genuino.Ante sus palabras, Ruby sintió un entusiasmo renovado, y sus ojos brillaron con una emoción latente. Comenzó a narrar el motivo por el cual su sueño de niña había sido convertirse en diseñadora de moda.—No recuerdo cuándo fue la primera vez que ese pensamiento llegó a mi mente, pero desde entonces no ha salido nunca más. Comencé a ver programas sobre diseño, inclusive la parte teórica. Mi madre también tenía talento para la confección; solía hacernos ropa a mi herma... —se detuvo abruptamente, sabiendo que no podía mencionar a su hermana. Sung-Hoon frunció el ceño, mirándola con curiosidad al notar su pausa—. Lo que quiero decir es que mamá me hacía vestidos lindos. Tenía mucho talento, y mi padre siempre compraba diferentes telas bonitas para que ella me hiciera ropa. Creo que fue ver
Cuando la noche cayó, Ruby, tras ducharse, se dirigió a la cocina. Creyó que se toparía con Marie, pero se llevó una sorpresa al encontrar allí a su esposo. Sung-Hoon estaba de espaldas, y el sonido del agua corriendo revelaba que estaba lavando algunas verduras. Sin embargo, no podía ver bien lo que hacía. —Sung-Hoon, ¿qué haces? —preguntó Ruby, intrigada. —Ah, ahí estás. Creí que te habrías olvidado de cenar con lo emocionada que estás por la habitación nueva... Ella sonrió, sintiéndose feliz de que él se preocupara. —¿Estás cocinando? —No solo soy bueno en mi trabajo, también tengo otras habilidades. La cocina se me da bastante bien. Quise preparar algunos platillos coreanos para ti; creo que te van a gustar. —Sí, me apetece mucho. No sabía que se te daba bien la cocina. —Ahora lo sabes. ¿Tienes muchísimo apetito o poco? —preguntó, con una sonrisa cómplice. Ruby se llevó un dedo a la barbilla, fingiendo pensar en su respuesta. —En realidad, tengo bastante apetito y emoció
El sol brillaba intensamente sobre la superficie del agua en la piscina, donde Sung-Hoon nadaba enérgicamente, disfrutando del refrescante alivio que le ofrecía el agua. A su lado, Adriel lo seguía con una serie de travesuras, deslizándose y haciendo salpicaduras. —Oye, ¿te has dado cuenta de lo que está pasando entre tú y Ruby? —bromeó Adriel, saliendo a la superficie y empujándose hacia atrás con los brazos. Sung-Hoon se limitó a ignorarlo, sabiendo que su amigo no se detendría fácilmente. Sin embargo, la pregunta lo hizo reflexionar. —Vamos, no te hagas el desentendido. ¡Es obvio que te gusta! —insistió Adriel, riendo mientras nadaba a su lado. Sung-Hoon tomó un respiro profundo y, al salir del agua, se recostó en el borde de la piscina, dejando que el sol se secara en su piel. —No estoy enamorado de Ruby —respondió, tratando de sonar firme, aunque sus pensamientos estaban lejos de ser tan claros. —¿Ah, no? Entonces, ¿por qué te la pasas haciendo buenas obras por ella? ¿Q
—Dime, ¿qué es lo que necesitas, Ruby? —inquirió Sung-Hoon, su tono amable contrastando con la incomodidad que sentía ella.Ruby, avergonzada, no quería pedirle dinero, pero sabía que no tenía otra opción. Con un valor que no le pertenecía, conectó con su mirada y le explicó.—En realidad, necesito dinero. No es demasiado, tampoco es como si pudiera pedir una gran cantidad, lo que quiero decir es que...—Ah, así que solo se trata de eso —interrumpió él, sacando algo de su pantalón y extendiéndole una tarjeta—. Puedes usar mi tarjeta para lo que desees. No te preocupes.—Sung-Hoon, no puedo hacer eso. Como has dicho, es tu tarjeta, además solo...—El dinero para mí no es ninguna preocupación, y ahora que te has convertido en mi esposa, tampoco debería ser una inquietud para ti. Si te pido que uses mi tarjeta es porque así lo deseo, y no tengo ningún inconveniente. Así que tómala.Aún desconcertada, Ruby alargó la mano y tomó la tarjeta que él le ofrecía.—Prometo comprar solo lo que ne
Ella comenzó a alterarse al darse cuenta de lo que estaba pasando. Con pasos lentos avanzó hasta una ventana y, al correr la cortina, se dio cuenta de que los relámpagos azotaban la ciudad. Por instinto, retrocedió y gritó asustada. Entonces, tras un trastabillo, acabó cayendo sobre el frío suelo de mármol. Aquel ruido despertó a Sung-Hoon, quien se sintió inquieto al instante.—¿Ruby? —inquirió en medio de la oscuridad que rodeaba el lugar. Se levantó de la cama al no encontrarla a su lado y se dirigió rápidamente hacia donde estaba ella, preocupado por lo que le pudiera estar sucediendo.Sus ojos inquietos se posaron sobre Ruby, que estaba en el suelo. Se agachó rápidamente y, tomando sus hombros con suavidad, la levantó mientras buscaba sus ojos llenos de temor. Ella estaba paralizada, con las palpitaciones aceleradas y la sudoración envolviendo todo su cuerpo.—¿Qué está pasando? —quiso saber.—Me da mucho miedo. Sung-Hoon, ese sonido me aterra, no puedo soportarlo —admitió, afect