CAPÍTULO 24

—Por favor, entra—. Zein le dijo a la mujer del vestido ajustado, quien le hizo una reverencia como forma de decirle “gracias”.

Aunque Amelia se sentía nerviosa y con la necesidad de salir corriendo, temiendo a su propio hijo, Amelia sonrió. En la cama del hospital estaba su pequeño hijo. Parecía un ángel que estaba durmiendo, al que no le importaba el mundo, al que no le importaba nada porque simplemente no se preocupaba por nada ni nadie. Y frente a él, mirándolo mientras dormía, estaba su propia madre. Patricia y Valeria iban a pagar por todas las mentiras con las que hartaron a su hijo.

Una lágrima cayó de sus ojos. Su hijo estaba durmiendo. Amelia tuvo que contenerse para no abrazar a su hijo.

—Él está durmiendo. Supongo que acaban de terminar las pruebas—. Zein explicó mientras Amelia parecía distraída, imaginando esa vida que no tenía debido a la cobardía de otros como su esposo.

De repente, el chico de la cama abrió los ojos lentamente. —¿Papá?

—¿Oh, Gadriel? Estás despierto.
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