Capítulo3871
¡Qué ridículo! Es como ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Jimbo se puso rojo al escuchar las risas a su alrededor. No necesitaba que Cándido lo explicara para entender a qué se refería.

Jimbo, tan enfadado que ni siquiera podía respirar con normalidad, sintió que podría explotar de ira en cualquier momento. Fue entonces cuando se dio cuenta de que, al no ayudar a Pau con palabras afiladas, sus dos perros tampoco eran fáciles de manejar. Seguir así solo los haría ser más objeto de burla. Finalmente, Jimbo soltó un refunfuño y se quedó callado.

Samir observó a Léster con frialdad.

—Les sugiero que se comporten.

Lo dijo de manera indirecta, pero todos los presentes entendieron con claridad lo que quería decir. Sin embargo, Léster ya había entendido lo que pasaba y, sin darle importancia, simplemente le lanzó una mirada gélida a Samir.

Samir apretó los dientes, ya odiando con profundidad a esos dos. Lo habían despreciado frente a tanta gente, y sabían que tendrían que
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