Capítulo3369
Beltrán y Teo se agarraron el pecho al mismo tiempo, con expresiones distorsionadas de dolor. Ambos cayeron casi al mismo tiempo en el aire, mientras las espadas en sus manos se rompían pulgada a pulgada bajo el ataque directo de la hoja Divina del Alma de Fane. Se estrellaron contra el suelo con fuerza, rodando como gusanos cortados en dos. Fane sonrió y, sin vacilar, se acercó hacia ellos.

A diez millas de distancia, en una cueva en la montaña, Benedicto y los demás estaban sentados en el suelo, con expresiones pesadas. En particular, Ismael mostraba un pesar profundo, mezclado con un toque de desesperación. Fane había ido solo a lidiar con esos dos intermediarios, mientras que a ellos los habían dejado atrás en esa cueva.

Manuel y Eduardo no estaban presentes; estaban fuera contactando a otras personas. Los pocos que quedaron se miraron entre sí con expresiones sombrías. Con el paso del tiempo, cada vez estaban más convencidos de que las suposiciones de Fane eran correctas.

Cuanto m
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