Benedicto casi se estrelló de la ira. Miró a Nicolás con los dientes apretados, con las venas en la frente hinchadas de rabia.

Fane suspiró impotente y extendió la mano para sujetar el hombro de Benedicto, evitando que se descontrolara y causara daño, lo que resultaría en sanciones por violar las reglas de ese mundo. Él podía ver claramente que Nicolás estaba provocando intencionalmente.

Cuanto más se mostraba Benedicto insatisfecho, más arrogante se volvía Nicolás, con el objetivo de enojar completamente a Benedicto y hacerlo perder la compostura para que actuara impulsivamente, lo que llevaría a que fuera castigado de inmediato por las reglas del mundo de las Maravillas.

Fane estaba excepcionalmente tranquilo en ese momento. Sabía que si eso continuaba, Benedicto realmente no podría soportarlo más. La fruta del Fénix blanco era una cosa valiosa y podría venderse por muchas cristales espirituales.

Ignorando el ruido que resonaba a su alrededor, Fane miró hacia la dirección de Gabrie