El Mundo de las Maravillas era una elección firme para Benedicto. Después de conocer las reglas de este mundo, Benedicto decidió entrar en él sin dudarlo.

En cuanto a los problemas que existían, debido a su emoción desbordante, él ni siquiera los había considerado detenidamente. Ahora, cuando Fane los mencionó, Benedicto se sintió como si le hubieran arrojado un cubo de agua fría, quedando paralizado por completo.

Instintivamente, quiso refutar, pero las palabras se le quedaron atragantadas en la garganta porque eran forzadas y las palabras de Fane eran certeras, abordando todos los problemas que no podían ser ignorados. En ese instante, Benedicto volvió a dudar.

Fane miró a Benedicto y negó ligeramente con la cabeza. Podía entender la frustración de Benedicto, pero no se uniría a él en el Mundo de las Maravillas debido a esas preocupaciones.

Ese lugar en sí mismo representaba un gran peligro para Fane. Después de un momento, Benedicto habló en voz baja y dijo:

—Entiendo todo lo que h