El fin de semana de Julia fue volviéndose más y más ardiente a medida que transcurría. El sábado en la noche se apareció una banda de salsa en su casa para amenizar la reunión familiar de los Rodríguez. A ella le encantaban esos ritmos calientes y tropicales, su cuerpo reaccionaba a sus acordes con ganas de bailar. Le había pasado desde muy joven, así que cuando cumplió quince se inscribió en una academia de baile.
Héctor sabía que su mujer adoraba bailar, era algo que le gustaba de ella, en especial porque disfrutaba de la música latina. La idea de contratar músicos para la noche del sábado salió de sus hermanas, pensando que así incomodarían a su esposa porque no la toleraban. Del mismo modo en que se empeñaron en hacer esa “reunión familiar” en su casa, para torturar a Julia porque en las últimas ocasio
Pasaban las semanas sin más novedades que los sexys pastelitos del Bon Appétit. Pronto te enteraron que el restaurante empezaría a ofrecer servicios de eventos para despedidas de solteras; Julia no se cortó en sugerir una fiesta para el Aquelarre, incluso con motivo de brujas y hechiceras.―¿Y cuál sería la ocasión? ―preguntó Soledad con una risita incrédula.―La que tú quieras, corazón ―respondió ella dejando las pequeñas pesas en el suelo―. ¿Qué tal? La iniciación del club de las futuras divorciadas.Hasta Ana rió ante el comentario, no le había comentado a ninguna con quién se acostaba, pero desde su primera cita con Tank, se convirtió en asidua clienta. Siempre se encontraban en lugares discretos, una hora cada semana. Carmen insinuó en una conversación que se le notaba más tranquila al respec
Ana se colocó la falda y abrochó con cuidado los delicados botones de perlas; Nathan salió de la ducha, paseando su cuerpo torneado por todo el cuarto rumbo al otro extremo donde se encontraba su ropa. Ese era su tercer encuentro desde aquella primera vez, jamás pensó que iba a convertirse en una asidua clienta de un servicio como aquél, pero por más enfermo que pudiese sonar, de algún modo hacerlo compensaba el desagrado que sentía de su propio esposo.Aunque las comparaciones fuesen odiosas, no podía negar el hecho de que las hacía, Ernest y Tank eran diametralmente opuestos; allí donde la masa de músculos y trasero sexy que se enfundaba unos pantalones de mezclilla en ese instante era seriedad y sonrisas discretas, su esposo rebosaba carisma. Donde Ernest la tocaba con mimo y cariño, el gigolo se esmeraba en ser apasionado y sensual.Su marido aún le preguntaba s
El sábado iba viento en popa, después de comer en un restaurante del MGM, se fueron a un spa donde las mimaron de pies a cabeza. Priscilla preguntó por Soledad y Julia le respondió que ya no se sentía cómoda andando con ellas, porque algunas de sus actividades no eran adecuadas, la pelirroja chasqueó la lengua fastidiada, pero se dejó llevar por las manos suaves de la masajista.Entraron a una boutique y salieron vestidas de forma sexy, con vestidos cortos y escotados. Hasta Lydia optó por un vestido corto de estilo princesa, con un escote recto y sin mangas, de color coral. De hecho, todas sintieron que se sacaron de encima diez años.Un par de tragos en el bar y Carmen fingió que se sentía mal, fue la propia Priscilla que sugirió ir al departamento del bufete que era el más cercano, también para dejarla en la habitación mientras ellas continuaban la fiesta
La fiesta de Priscilla fue un hito para las mujeres que componían al Aquelarre. Pero, a pesar de las precauciones tomadas por Ana, había ojos atentos a una de ellas.Hay un dicho que dice que el ladrón juzga por su condición, Héctor Rodríguez empezó a dudar de Julia desde aquella vez en que, por cuenta propia, declinó ir a la fiesta de su familia. Al principio lo achacó a algún tipo de madurez por la edad, pero viendo que seguía derrochando sin parar, decidió que esa ‘indiferencia’ podía ser por otra cosa.Héctor contrató a un detective privado para que la siguiera, este la persiguió en las sombras durante varios días sin conseguir evidencias concluyentes de que Julia Fisher-Rodríguez estaba siendo infiel, y aunque el magnate aceptó los resultados, no estaba convencido.Sus hijos habían mencionado que su sobrino
La noticia de lo sucedido a Rock rodó entre la gente del Bon Appétit rápidamente. Joe se quedó en el restaurante mientras Jane estaba con Keith en el hospital, acompañándolo en todo el proceso de hacerse los estudios. Exceptuando las laceraciones de su rostro, no tenía ninguna fractura, lo que hablaba bien de su condición física y muy mal de los matones que lo habían atacado.Los compañeros del restaurante desfilaron por urgencias durante todo el día y la noche, pasaban unos minutos a saludar y luego se marchaban para no hacer bulto. La chef tenía cara de cansancio, pero se negó a apartarse de Keith hasta que Arrow terminara su turno. La enfermera les avisó cerca de las nueve de la noche que, debido a las contusiones, Rock debía quedarse en observación por veinticuatro horas.Cerca de las once se aparecieron todos, Joe le comentó que el dí
Lydia estaba al borde de un colapso nervioso. A medida que pasaban los días la culpa la iba consumiendo lentamente. Cole era un santo, ella lo sabía, y debido a la estupidez de su aburrimiento por tener una vida sin altibajos, la había empujado a cometer una locura.Aunque se repetía una y otra vez que tenía que dejar que el tiempo pasara para que las cosas se calmaran en su interior, sus nervios la traicionaban. Más después de enterarse que Jules estaba por entrar en una encarnizaba batalla legal contra Héctor Rodríguez. Su amiga les aseguró a todas que el detective había sido un inepto, lo cual era bueno para ellas porque no había evidencia de lo sucedido durante la fiesta. Para su futuro ex marido, ella se había aprovechado de la ocasión.Había habido un pequeño escándalo en su reducido grupo de amigas, que no pasaba de una docena en su círcu
Priscilla estaba desayunando tranquilamente en su comedor, leyendo las noticias desde su tableta. En las últimas dos semanas habían pasados varios acontecimientos bastante notorios a su alrededor, como abogada, era inquietante notar cómo las relaciones se cimentaban en las bases frágiles de la confianza; sí, frágiles: confiar en que tu vida siempre sería igual, confiar en que la pasión seguiría allí, confiar en que tú eres suficiente para tu pareja y esta lo sería para ti el resto de sus vidas.Desde que Julia le llamó para avisarle que Héctor y ella se iban a ir a la corte, no le sorprendió; su amiga podía parecer una rubia tonta a simple vista, pero distaba muchísimo de semejante estereotipo. Haber descubierto una pista en las tarjetas de créditos de su esposo fue el comienzo de su plan de retiro, tal como lo había llamado. Como esposa de &eac
Soledad acomodaba su bolso para ir al gimnasio, desde la pelea con las chicas no había ido al mismo tiempo, incluso espació los días en que entrenaba.Esteban le preguntó si había sucedido algo entre ellas, salió del paso diciendo que habían tenido un impase y que ya hablarían, no era la primera vez que sucedía. Su marido lo aceptó sin gran aspaviento, en cierta forma no era mentira. En otras ocasiones el Aquelarre se había dividido tomando partido por una u otra, pero eventualmente sus interacciones volvían a la normalidad a los pocos días o semanas.Cuando sucedió lo de Julia, Esteban fue quien le contó todo, Soledad se mostró genuinamente sorprendida ante la noticia. El infierno se desató en la casa de los Rodríguez, y por lo que su esposo le contó, había fotos de su amiga teniendo sexo con un bailarín exótico que