Capítulo 41
No sabía si era su sonrisa o sus palabras, pero Diego sintió una ligera conmoción. Sin embargo, rápidamente se recuperó y dijo con una risa fría:

—¿Celos? Irene, ¿has bebido demasiado? ¿Por qué dirías tonterías?

Sin darle a Irene la oportunidad de responder, comenzó a empujar la silla de ruedas para marcharse. Estrella tomó la mano de Irene.

—¡Diego! ¿No puedes respetar a Irene? Tú puedes salir a divertirte, ¿y ella no?

—La respeto. —Diego detuvo su movimiento de inmediato—. Pero deberías preguntarle si puede protegerse adecuadamente. ¡Suéltala!

—¿Y por qué no puedo protegerme? ¡Yo puedo! ¡Daniel también puede! ¡No la soltaré! —Estrella lo miró con firmeza.

Lo que había sucedido esa noche, Estrella no lo sabía. Irene le dio una suave palmadita en la mano para calmarla y luego se volvió hacia Diego:

—Fue un accidente. —dijo ella—. Volveré más tarde, no necesito que te molestes, señor Martínez.

—También puedo llevar a estas dos bellas damas de regreso al hotel. Yo me encargaré de la segu
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